Algo estaba asesinando a los niños en Brooklyn: desaparecían por las noches, pequeños e indefensos huérfanos de la calle que el gobierno no tenía intenciones de buscar. Pero aquel problema no era algo que pudieran solucionar los simples humanos, no cuando los cuerpos de los niños aparecían por las calles cubiertos de hilos y con los ojos arrancados por una especie de garras. Al principio, todo indicaba a que se trataba de un trabajo de los Hijos de la Luna, los hombres lobo, pero Megumi sabía que había algo más detrás de todo esto.
Era su primera misión desde que llego a New York. Estaba nervioso, nunca antes había estado en una ciudad tan grande y llena de vida. En esos momentos, se encontraba en lo profundo del club nocturno más excéntrico y ruidoso en el que había estado: un lugar donde los subterráneos bebían y festejaban hasta el amanecer, las mejores fiestas se celebraban en ese lugar y por desdicha, Megumi no había podido toparse con el aclamado dueño del club.
De pronto, gran parte de las miradas se dirigieron a la entrada del recinto, donde Megumi pudo verla: todo el mundo sabía que nadie tenía mejores piernas que la sensual de Nobara; en aquel diminuto vestido blanco, todos se volteaban a ver la sensual figura de la castaña, ¿el lema de ella?: nadie era mejor para el trabajo que una mujer que sabe defenderse de mil maneras diferentes sobre unos tacones de punta. Megumi, por otro lado, era tan aburrido como la cara de pocos amigos que estaba poniendo, hasta era difícil pensar que el chico había aprobado los cursos de la Clave con la calificación más alta.
Nobara pasó a un lado de él, más no le dirigió la palabra, no debía hacerlo o el plan se estropearía. La chica camino por el club hasta sentarse en las piernas de un sujeto, con la piel tan pálida que alguien creería que había metido la cabeza dentro del refrigerador: un vampiro. Nobara le susurró un par de cosas y el vampiro sonrió con gracia, acariciando su cabello con la torpeza de todos los que intentaban ganarle en el juego de la seducción a Nobara.
Entonces, mientras el vampiro estaba distraído, Megumi subió por las escaleras del club, escabulléndose hacía la quinta habitación del tercer piso. Según los informes; ahí debía estar uno de los niños desaparecidos. De ser así, habrían encontrado al responsable de todas las desapariciones y además, a un traidor por haber incumplido los acuerdos de la Clave. La Clave era la máxima organización de todos los cazadores de sombras, se encargaba de mantener el equilibrio a través de acuerdos celebrados con los subterráneos, cualquiera que se atreviera a romper los tratados seria sentenciado con la pena más alta: la muerte.
Sin embargo, para cuando Megumi llego a la habitación de los informes, no se encontró con ningún niño. Pero el desastre en el interior era notable: la sangre en el suelo continuaba húmeda y pegajosa, las paredes arañadas y los muebles rotos. Megumi debió levantar el cuchillo listo para atacar, pese a que prefiriera usar el arco, en aquel reducido espacio debía optar por las armas cuerpo a cuerpo. Caminó por el crujiente suelo de madera hasta toparse con la cama y el colchón destrozado por garras. ¿Un hombre lobo?, no era posible, Megumi había desechado esa idea y había ido detrás del vampiro. ¿Acaso estaban colaborando?
Un sonido a su derecha lo hizo ponerse en alerta, entonces Megumi abrió los ojos muy grandes al toparse con un chico humano escondido detrás de la puerta de un armario: temblaba y lo miraba asustado.
— ¿Quién eres? —le preguntó el chico.
— ¿Puedes verme? —contra pregunto Megumi. No era normal que un mundano pudiera verlo, aquel chico tenia la Visión; aquella capaz de hacer que las personas del mundo humano pudieran ver lo que otros no— ¿Cómo te llamas?
—Yuji.
—Bien, Yuji, te sacare de aquí —le dijo Megumi, extendiendo la mano al chico para que saliera.
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Sweet Law
FanfictionLa relación entre un demonio y un cazador estaba prohibida por las leyes de la Clave, un principio básico para cualquiera. Pero, luego de aquel encuentro con esos ojos de sangre en un solitario callejón de una ciudad en agonía; que se enfrentaba a...