Llegué a mi casa poco después de las 21:00 de la noche, recién acababa de llegar de instituto, pues me tuve que quedar hasta más tarde por los entrenamientos de baloncesto. Tiré mi mochila al suelo, cerré la puerta detrás de mi y dejé las llaves en el mueble que había en la entrada. Me estiré un poco y fui directamente a la cocina, tomando mi móvil del bolsillo de los pantalones de deporte.
Hoy me encontraba sola en mi casa, mi madre fue a no sé donde, ni siquiera la escuché cuando me habló, mi cabeza estaba un poco, en otro planeta, pero eso, era siempre. Tecleé un mensaje rápido al grupo de mis amigas y dejé el móvil sobre la encimera, para abrir el frigorífico y ver que podía comer, sinceramente, la cocina tampoco es que fuera mi fuerte por lo que opté la mejor opción, calentarme algo en el microondas para que el aceite no me asesine.
Acabé calentando unos macarrones que había en un táper y lo metí en el microondas, marcando 3 minutos. Me fui de la cocina hacia el piso de arriba, directa hacia mi habitación para poder cambiarme a algo más cómodo, cuando escuché un ruido en el pasillo de abajo. Fruncí levemente el ceño y me asomé por la puerta de mi habitación, el pasillo estaba oscuro y solo se veía la luz del salón, que iluminaba la estancia y un poco el principio de las escaleras. Decidí ignorar el ruido y meterme de nuevo en mi habitación, tal vez haya sido mi imaginación.
Me puse unos pantalones cortos y una camiseta ancha, no tenía mucho que hacer y tampoco tenía pensado salir, por lo que salí de mi habitación y escuché el sonido del microondas, indicando que ya los macarrones estaban hechos. Mi estómago gruñó casi al instante y me encaminé hacia las escaleras cuando escuché otro ruido, esta vez mucho más fuerte, como si algo metálico cayera con fuerza al suelo.
Me quedé congelada en el borde de las escaleras, pensé que el ruido se quedaría ahí pero unos pasos hicieron eco en el pequeño silencio que se había formado un instante antes, pasos, algo arrastrándose. Mis manos enseguida comenzaron a temblar, sentía mis piernas flaquear, parecía que me caería en cualquier momento pero reaccioné, al menos, lo intenté. Corrí al final del pasillo, la habitación de mis padres, la abrí y me encerré ahí.
No sabía quién era, no tenía ni idea, mi mente funcionaba a toda velocidad, tal vez era un ladrón, tal vez tomaría algo y se iría. Eché el pestillo de la habitación y me senté en el borde de la cama, pasándome las manos por el pelo, frustrada. Paseé mi mirada por la habitación, si saltaba por la ventana podía llegar al césped, al menos, sin estampar la cabeza, no era demasiado alto. Dejé escapar un pequeño suspiro y guié mi mirada hasta el ordenador.
Me levanté de la cama y me acerqué al escritorio, abrí el portátil y lo encendí. Mi plan era tratar de contactar con alguien por texto, por mensaje, por Skype, por lo primero que mi mente viera más oportuno pero en cuanto abrí el portátil un video saltó en la pantalla. El ruido era horrible, resonaba por toda la habitación, a través de los altavoces que estaban conectados, de alguna forma, al ordenador. Risas, golpes, gritos de dolor, sollozos, súplicas se escuchaban por toda la habitación, ni siquiera tenía que mirar demasiado el video para saber lo que era.
Yo pegándole a una chica, casi sin darme cuenta tenía la mirada apartada, apreté mis manos contra mis muslos con fuerza, no podía verlo, me arrepentía cada día más, fui tan imbécil, tan pero tan imbécil. Con algo de dificultad, conseguí mirar el video, la chica ya no decía nada, solo estaba tumbada en el suelo, la nariz echa una mierda y el labio ensangrentado. No le pasó nada más, solo acabó inconsciente y en el hospital, no sé cuántas veces me arrepentía de ese video, una y otra vez, no podía ni mirarme era... Asqueroso.
Cerré el portátil y el ruido paró al instante, pasé mis manos por mi cara y sentí mis mejillas húmedas, no sé en qué momento comencé a llorar pero lo estaba haciendo. Entreabrí un poco mis labios, mi respiración estaba en la mierda y sentía que en cualquier momento me iba a desmayar mientras me alejaba del escritorio, tiré de mi cabello con frustración, la imagen no se me borraba de la cabeza, joder.
Separé mis manos de mi cabeza y dirigí mi mirada hacia la puerta, que de una manera u otra estaba abierta, el pasillo estaba totalmente oscuro y en el marco se asomaba alguien, un chico, alto, pelo negro, con una máscara que le cubría el rostro. Iba vestido normal, sudadera y pantalones de algodón, en la mano llevaba un bate, de una especie de metal, que supuse que fue el sonido que se escuchó abajo.
Tal vez debería sentirme asustada pero sinceramente, no lo estaba. Le dediqué una pequeña sonrisa y me acerqué a él, no sé de donde había sacado tanta valentía o a lo mejor es que el video de mi pasado me había vuelto completamente majara.
– No sé quién eres y me gustaría saberlo. – susurré levemente, alcé un poco mis manos hasta el borde de su máscara, ni siquiera se movía, solo empuñaba en el bate con una de sus manos. – Me parece interesante como te has hecho con el video, ni siquiera yo lo tengo. – dije, subiendo poco a poco la careta, dejando ver su mandíbula, algo apretada, ¿no se suponía que yo debería verme tensa? Una pequeña risita se me escapó de improvisto, sentí su mirada clavada en mi, eso me hizo estremecerme. – ¿No sé supone que la que debería tener miedo soy yo? – pregunté, esta vez quitando por completo su máscara y dejándome ver quien había tras ella, sonreí al ver esos ojos verdes. – Cuánto tiempo.
No me dió a decir nada más, una de sus manos rodeó mi cuello y mi espalda acabó estampada en la pared del cuarto.
En otra situación eso me hubiera puesto.
Eché un poco mi cabeza atrás y esta chocó con la pared, le dediqué una pequeña sonrisa pero eso solo hizo que su agarre en mi cuello se hiciera más fuerte, haciéndome toser, aunque aún no me era difícil respirar.
– ¿Qué haces aquí? ¿Tomando tu venganza? – pregunté, dejando de sonreír y mirándolo directo a los ojos.
– ¿No te arrepientes? – preguntó él, acercándose un poco más de lo que me gustaría.
Dejé escapar un risa irónica, que salió del fondo de mi garganta. – Si te digo que si, no me creerás y si te digo que no, me matarás igual ¿no es así?
Claro que era así, estas situaciones lo eran. Todo parecía sacado de una película de miedo pero al parecer, la protagonista tampoco estaba demasiado asustada como para huir. Tal vez, debería aceptar mi castigo por ser una mierda. El chico que aún seguía sujetando mi cuello, me miraba, impasible.
– No te voy a matar, no ahora. – la mano que estaba en mi cuello, desapareció y su rostro se acercó al mío, podía notar su aliento en mi cara, olía a menta y tabaco. – Morirás pero, cuando a mi me plazca.
Aquí empezó, mi pequeño tormento.
Tal vez me lo merecía, tal vez me merecía otras cosas o tal vez hubiera estado bien que me hubiera asfixiado ese día en mi cuarto.
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Al parecer, fue su venganza.
Mystery / ThrillerErrores, de eso se basa la vida de la chica, de errores. Aparece un chico ¿será su salvación o su peor pesadilla? Sólo hay algo importante aquí ¿merecerá la pena cumplir su venganza?