Bebé está triste

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Su alarma suena

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Su alarma suena. El sonido es demasiado fuerte, así que la apaga para no despertar a Yoon Gi. Gracias a Dios, él no se ha dormido, de haber sido así, ni con veinte alarmas sonando al mismo tiempo hubiese abierto los ojos. Su turno ha terminado, son las seis de la tarde y ya debería estar saliendo de aquí o Su Ran los atraparía.

Con su celular en mano, Jung Kook se recuesta unos segundos más al lado de Yoon Gi. Restriega la punta de su nariz contra la suave mejilla. Sabe que al mayor le encanta. Siente al mayor removerse más cerca de su tacto, se ríe silenciosamente. Besa sus labios suavemente, Yoon Gi no tarde en responder. Al parecer ha despertado.

—No quiero que te vayas.

—Yo tampoco quiero irme Papi, pero tengo que.

El mayor lo atrae hacia él, uniendo sus labios en un largo beso de despedida. De manera rápida, Jung Kook corre al baño a asearse y vestirse. Frente al espejo, arregla su cabello lo mejor que puede. Una vez listo, sale del baño, encontrándose con Yoon Gi dormido. Sabe que la noche anterior estuvo trabajando en un nuevo proyecto para la empresa de Su Ran hasta tarde, así que está cansado.

—Cuídate, bebé.

Escucha la voz de Yoon Gi cuando está a un paso fuera de la habitación. Sonríe de lado, corre y se tira de rodillas sobre la cama para besar repetidas veces la mejilla del mayor.

—Adiós, Papi. Te quiero.

—Yo más, princesa.

Ahora sí, sale de ahí con una brillante sonrisa. Va bajando las escaleras cuando la puerta principal se abre. Su Ran entra vestida elegantemente y unas bolsas de papel blancas cuelgan de sus flacos brazos.

—Hey, Jung Kook ¿Sigues aquí? Y... ¿Qué hacías arriba?

—Acomodaba la ropa limpia, nada más.

—Okey, no importa. Qué bueno que te veo, ven.

Termina de bajar a trotes pequeños. Sigue con una sonrisa plasmada en su rostro. Ha pasado una tarde increíble con su Papi.

Cuando llega con la mujer, ella se sienta en un sillón rojo, tomando una bolsa. De ahí saca algo y comienza a buscar entre ellas.

—¡Aquí está! —exclama—. Es una invitación para la boda, esperamos que asistas.

Lo dice con una sonrisas que parece más un mueca.

—Oh —su expresión alegre cae visiblemente—. Gracias. Claro que estaré ahí.

Siente el papel quemando sus dedos. La guarda en el bolsillo trasero de sus pantalones y aún la siente caliente.

—Perfecto. Nos vemos hasta el lunes.

Sale de la casa, con la mirada caída.

Así que en verdad lo hará. Piensa de camino a la parada de autobuses. Quiere llorar, tirarse al suelo y gritar.

Siempre había tenido la pequeña esperanza de que Yoon Gi cancelara la boda. Que le dijera su prometida que estaba enamorado de Jung Kook y que no podía hacerlo. Es muy iluso, ni si quiera sabe cómo puede imaginarse eso. Hasta en su mente suena demasiado absurdo e improbable.

Al llegar a casa lo recibe su madre, quien está mirando una película con su primo, Tae Hyung. Tienen palomitas y todo tipo de comida basura. Jung Kook los saluda a los dos con un beso en la mejilla. Su madre dice que puede prepararse algo, porque la cena tardaría un poco, ya que lo haría después de que el filme acabase.

—Estoy bien, ma —dice, sonriendo y caminando en dirección a su habitación—. Comí algo en casa de los Min.

—Está bien, entonces. Pero si tienes hambre me dices.

Jung Kook asiente, entrando de lleno a su habitación.

Toma un ducha caliente. Sale y se viste con un simple bóxer y una camisa de alguna fiesta que tuvo alguna vez. Recoge la ropa sucia que dejó en el suelo. De su pantalón cae la invitación que Su Ran le dio. Es de tamaño regular y está dentro de un sobre de papel transparente, sellado por una pegatina en forma de círculo blanco.

La abre con cuidado. "Y&S" está escrito en grande. Las letras son a relieve, pasa los dedos por ahí, sintiendo la textura porosa. A la vuelta está escrito dónde será la misa y la recepción. Están los nombres de los padrinos, son los padres de la novia y unos viejos amigos de Yoon Gi. Hay una oración cristiana que Jung Kook no puede terminar de leer porque la ha tirado lejos y sus lágrimas le borran la vista.

Sus sollozos son callados por la almohada que está mordiendo. No quiere que su madre o Tae Hyung lo escuchen y preocuparles.

Pero necesita hablar con alguien, desahogarse.

—¡Toc, toc!

Oye la voz de Tae Hyung desde fuera. Siempre se oye divertida. Se seca su rostro lo más rápido que sus manos le permiten.

—Pasa —su voz suena más quebrada de lo que esperaba.

—¿Algo va mal con Papi?

Jung Kook se ríe entre lágrimas espesas. Su primo siempre se burla de la relación que tiene con Yoon Gi. Pero nunca es con mala intención.

—Algo así.

Rueda sus ojos. El pelirrojo entra y patea accidentalmente el papel que Jung Kook tiró.

—Uhm, ya veo.

La lee con una mueca cómica en el rostro. Tae Hyung es dos años menor que Jung Kook, pero no lo parece, su rostro luce como una persona de veinte.

—No me gusta verte triste, Jung Kook. No vale la pena.

—No puedo evitarlo —ahora sí, deja escapar un sollozo lastimero—. Yo lo quiero.

—Ya sé, ya sé. Pero no te conviene. Él pronto se casará, tres semana para ser exacto. ¿Luego qué? ¿Seguirás con él? ¿Y si deciden tener hijos? Haz vuelto a estudiar, puedes dejar el trabajo ya y olvidarle.

—No es así de fácil.

Alza sus manos, defendiéndose.

—Nunca dije que lo fuera.

El pelirrojo toma asiento, cerca de Jung Kook y con sus piernas como mariposa.

—Mereces algo mejor, Jung Kook. Debes saberlo. Eres una persona increíble. Mereces que alguien te presuma, no que te esconda por miedo a que su prometida se entere.

—Lo he intentado, Tae Hyung. Pero no puedo, yo... Lo necesito...

El pelirrojo suspira cansado. Su primo era un terco.

—Okey. Pero piénsalo. No creo que quieras pasar toda tu vida sin ser amado como debes.

Palmea la rodilla derecha de Jung Kook y sale de la habitación para volver con su tía. Había sacado un tiempo de los comerciales para ver como andaba su primo porque lo notó triste al entrar.

Jung Kook se queda pensando en lo que Tae Hyung le dijo. Sabe que tiene razón. Él merece a alguien que lo trate como se debe. Alguien que lo trate como la princesa que quiere ser. Pero Yoon Gi hace eso... Lo trata bien, le dice cosas bonitas y también le hace regalos. No es suficiente, porque no es él con el que se va a casar. No es él con el que duerme cada noche. Y no es él con quien va a pasar toda la vida.

Y duele. Le duele aceptar la realidad.

Se duerme triste, soñando que un día Yoon Gi será completamente de él.

Todo por papi | yoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora