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Y no quiero una mentira interminable, sólo quiero estar vivo mientras estoy aquí

Y no quiero una mentira interminable, sólo quiero estar vivo mientras estoy aquí

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Habían pasado cinco días en los que Tobio y Shoyo se vieron. Sus encuentros siempre traían algún tema nuevo de que platicar o simplemente un deporte que practicar. Tobio podía asegurar que nunca se aburría al estar a su lado.

La confianza entre ellos se hizo más notable, llegando a darse cuenta que el lenguaje de amor de Shoyo era el contacto físico, cuando el más bajo tenía la oportunidad lo llegaba a abrazar o acariciaba su espalda. Él todavía no sabía que tipo de amor mostraba a los demás, pues nunca se lo había planteado. A Hinata le apretujaba las mejillas y a veces jalaba su cabello, ¿eso contaba como lenguaje de amor? Porque era muy original de su parte. 

Lamentablemente no lo era. 

Con un toque de curiosidad decidió preguntarle a Yamaguchi qué diferentes formas de mostrar amor hay. Yamaguchi le contestó.

Una que captó su atención fue "Tiempo de calidad". A lo que le dijo, trataba sobre pasar el rato con las personas que más quieres, llegándolas a acompañar a algún sitio, sin importar donde fuera, sólo disfrutando de su compañía. 

Ahí se dio cuenta de algo. Fuera donde estuviera Hinata, lo seguiría. Estaría a su lado, sin importar la hora o el lugar. 

En un corto tiempo Hinata se volvió alguien importante en su vida. Eran como dos personas que se conocían desde hace años, y después de tanto, se volvieron a reencontrar. No recuerda haber tenido una conexión tan rápida como con él. 

Al estar divagando en su mente y sentir la pequeña sonrisa que se formó en su rostro, llegó al parque a las ocho de la noche. Para su propio gusto era lo suficientemente temprano, pero tenía que darle una propuesta a Shoyo.

Caminó hasta los columpios, para darse cuenta que no estaba ahí. Había niños por todas partes, siendo igual adultos que los estaban cuidando o platicando entre ellos. Tal vez  a Shoyo no le gustaban las grandes multitudes. 

Por obvias razones no fue a la cancha. Se encaminó entre los árboles, los cuales tenían grandes ramas para poder escalar entre ellas. No había tanta gente, ya que sólo ahí había un poste de luz, así que no alumbraba tanto.

Al pasar no vio nada raro. Hasta que sintió una pequeña piedra chocar contra su brazo. Miró a su lado izquierdo, sin encontrarse a nadie.

Antes de llegar avanzar un poco confundido, volvió a sentir otra piedra. Dejó que su mirada fuera entre los árboles para descubrir de qué trataba. 

— ¡Hey, Kageyama!

Shoyo estaba sentado en la rama de un árbol. 

— ¿Por qué no me puedes hablar como una persona normal? — Preguntó mientras se acercaba, sólo para mirarlo desde abajo. 

Por siempre joven | KageHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora