Era un día como cualquier otro, había llevado a mi hermano a la primaria a la hora adecuada, como estaban ya en los últimos meses del año, el cielo era nublado y el viento portaba un gélido frío a su paso.
Caminé hasta llegar con él a la escuela y lo dejé despidiéndome de manera poco afectuosa, pues nunca somos empalagosos como los niños con sus mamás y hermanos a nuestro alrededor.
Me regresé mientras el aire enfriaba mis mejillas hasta llegar al apartamento que era un poco cálido, pero aún así, no dejaba de dar miedo, pues había sido testigo de sucesos inexplicables ante la lógica y razonamiento humano.
Todo estaba oscuro, me resigné a caminar por el pasillo en penumbra ya que aún así me iba a dormir y la luz me podría lastimar; por obvias razones me encontraba sola, ya que mis padres trabajan y se van antes del amanecer, mi hermano se encontraba ahora en la escuela y yo iba en la tarde a la secundaria, así que era de diario y normal que mi única compañía fuese mi gatita, Juliana.
Le eché un vistazo al cuarto de mis padres que estaba al fondo el pasillo, giré mi cabeza a la izquierda y miré mi habitación, un tanto iluminada, ante esto, decidí recostarme en la cama de mi hermano, que aún se hallaba en penumbra por la posición de la luz.
Di media vuelta y me encontré con el marco de la puerta, a un lado de esta, a la derecha, estaba el baño, que era el espacio más oscuro al no tener ningún tipo de luz natural por el que se pudiera entrar a ese frío recinto, me causaba escalofríos sentir tanta pesadez en dicho lugar, pero traté de evitar esos pensamientos y me acosté en la cama de mi hermano, que se encontraba destendida.
Dejé la puerta abierta totalmente, puse un zapato para que no se moviera a pesar de que la puerta era tan pesada que ni el viento podría moverla, aunque todas las ventanas estaban cerradas ante el frío que permanecía afuera.
Mi gatita no espero ni diez minutos para acostarse a mi lado, mientras yo me encontraba recostada jugando en el celular antes de conciliar el sueño, el sueño que recuerdo como si fuese ayer...
Me levanté ante un ruido lejano que percibí en el baño -Juliana ha de estar jugando- pensé, pero toda mi mente se puso en blanco ante la imagen que tenía sobre la cama, pues giré hacia donde me encontraba antes dormida:
Era yo, me encontraba dormida, yo me veía dormida, y no solo eso, mi gatita estaba en la misma posición en la que la había dejado antes de cerrar mi ojos.
No podía creerlo, -estoy soñando aún, eso debe ser- cerré mis ojos, tratando de pensar qué hacer en esa situación, así que traté de calmarme, volví a mirar y al verme de nuevo alejé mi mano para acercarla a mi cuerpo, al cuerpo recostado que aún se encontraba durmiendo.
Mis dedos eran gelatinosos ante mi cuerpo, como si apenas pudiese tocarme sin ser movida ante mi piel, sentí un cosquilleo en mi mejilla y una vibración en mis dedos, pero lo que más me sorprendió era que podía sentir tanto lo que tocaba como lo que me tocaba.
Respiré algo tensa e intenté hacer lo mismo pero con Juliana, acerqué mi mano a su cabeza, y antes de tocar su cabeza esta la levantó y me miró, me miró como si fuese real y como si pudiera percibir mi presencia, ante esto, solamente maulló pero no me atreví a tratar de tocarla, - no quiero asustarla, así que mejor no, quiero que siga conmigo- estaba bastante asustada, pero empecé a oír otro ruido en el baño, así que pensé que lo más prudente era tratar de volver a mi cuerpo, y para eso tal vez tenía que dormir.
-si me acuesto y me duermo, tal vez de forma inconsciente despierte del sueño y pueda volver a la normalidad- así que me volví a recostar sintiendo mareos, tratando de regresar a mi cuerpo posicionándome sobre él y atravesándolo, pero seguía sin poder mover ese cuerpo inerte que seguía dormido, me recosté y cerré mis ojos, pero un ruido hizo un eco por el pasillo que llegó hasta el cuarto.
Miré a donde estaba Juliana, ella tenía una posición de defensa, maullaba como si hubiese algo o alguien desconocido, pero no sé movía de su lugar, al contrario, se había acercado un poco más a mi cuerpo dormido, donde yo también estaba tratando de volver a él.
El pasillo se veía tan oscuro, que la única luz que se podía divisar ante mí vista era la de la sala, al fondo, puse mis ojos sobre la puerta del cuarto, pero algo saltó de mi corazón, no lo sentía, mi corazón no lo sentía, pero lo oía como si estuviese en mis oídos.
Aún acostada y con los nervios de punta por mi gatita, giré aún más mi cabeza y sentí como si ya no pudiese moverme, nada podría ser más pesado que mis dedos, que mi aliento, que mis ojos, quedé inmovilizada.
La puerta que antes se encontraba abierta y atorada con un zapato, se estaba moviendo con fuerza pero de manera lenta, hasta que se movió a unos veinte centímetros antes de cerrarse por completo. No pude mover mi cabeza, estaba tan limitada que moví despacio mis ojos hacia el piso, tratando de llegar a donde estaba antes la puerta en la pared.
Subí lentamente, vi los azulejos en el piso y justo en la pared, antes de subir, habían unos pies, pero no, no eran pies, eran pezuñas, dos grandes patas se encontraban a unos dos metros de distancia de mí y yo no podía moverme.
Juliana seguía maullando y estando a la defensiva, mientras que escuchaba mi corazón latir con fuerza, pero un sonido extra se sumó a esto; una respiración fuerte, como si fuese un toro, se oyó en la habitación, yo no podía apartar los ojos de las patas negras llenas de pelo, no pude por el miedo de lo que fuese a encontrar delante mío, así que me limité a escuchar atentamente mientras sentía el ambiente lleno de humo, poco a poco la densidad del espacio se volvió tan fuerte, que hasta mi respirar era cortado y con dificultad.
-No puedo quedarme así, no puedo dejar que el miedo me consuma- pensé, así que dejé todos mis pensamientos de lado y cerré fuertemente los ojos con un miedo insuperable.
No se me ocurrió más que ponerme a rezar, pues mi abuela era muy católica y me decía que siempre debía ponerme a orar aunque no pidiera nada, que agradeciera o que simplemente si tenía nervios o ansiedad lo hiciera.
Los susurros en mi cabeza mientras rezaba se vieron cada vez más apagados mientras que sentía que mi corazón latía con tal fuerza que opacaba cualquier otro sonido, incluyendo la respiración de ese ser que estaba a un lado y los maullidos de mi gato. Me quedé dormida así sin más.
Desperté de golpe, sudaba frío y mi corazón latía con tanta fuerza que lo sentía casi salir de mi pecho, pero ya o sentía, ya no lo oía, me senté sintiéndome bastante mareada y con miedo giré mi cabeza, suspiré aliviada a no ver mi cuerpo inerte y fue cuando me relajé -por fin desperté, fue un mal sueño- me senté recargándome en la pared y mi gatita estaba despierta, se acercó y se sentó en mis piernas, todo estaba tal cuál lo había dejado, todo menos....
La puerta, ya no estaba como cuando me quedé dormida, la había dejado apoyada en la pared, totalmente abierta con un zapato atorándola, el zapato ahora estaba movido y la puerta se encontraba entrecerrada, como en el sueño, sentí un golpe de miedo y me pasmé ante este hecho, de que tal vez, no todo había sido un sueño.
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INSOMNIO
ParanormalRelatos e historias paranormales y de terror que he vivido y recuerdo. Soy una chica bastante sensible hablando de este tema, así que las experiencias son innumerables, además de los sueños tan raros que han provocado mi insomnio.... *Contenido orig...