A ver, lo vi una vez en el parque, me gustó, pero sabía que nunca más lo volvería a ver, por lo que me olvidé de él en un dos por tres; sin embargo, mi mejor amiga me incitó a descargarme esa app para hacer amigos por línea, todo iba bien hasta que volví a dar con ÉL.
¿Cosa del destino? Quizá
Así que no yendo en contra de él, le puse el "Me gusta" y ahora me encuentro esperándolo en el restaurante que habíamos acordado. La cita era a las cuatro, pero a mi me gusta la puntualidad, así que llegue como veinte minutos antes.
- ¿Deseas pedir algo? - el camarero me volvió a preguntar, quizá ya era la quinta vez que lo hacía.
- Estoy esperando a alguien - respondí simplemente, ya un poco cansada por su insistencia aunque no estaba de más.
Ya eran casi las cinco y el dicho hombre no hacía acto de presencia.
¿Estaba molesta? Claro que sí, le marqué una vez y no contestó, le marque una segunda y tampoco, iba a por la tercera cuando escucho una voz a mis espaldas.
- Por favor, discúlpame la tardanza.
No giré, no pensaba hacerme la "comprensiva".
Valoraba bastante la puntualidad.
Él apareció en mi campo de visión y se sentó delante de mí, vestía una camisa blanca con un blazer negro y pantalón a juego, admitía que se veía muy bien. Tenía unas cejas abundantes, un mandíbula algo marcada, ojos rasgados y su piel estaba perfectamente afeitada: muy varonil.
- Sé que estoy en falta, pienso recompensarlo, lo juro - sus ojos mostraban genuino arrepentimiento. - pide lo que desees yo invito.
- No te preocupes - respondí algo fría - puedo pagar yo sola.
Quizá estaba siendo un poco brusca, pero, en serio, me encontraba verdaderamente fastidiada y eso que no era fácil de entrar en rabia.
El sonrió disimuladamente, bueno, no tanta ya que me pude percatar de ello.
- Aunque lo que sí agradecería es una explicación de porqué la demora - apoye mi brazo sobre la mesa y puse mi rostro sobre mi palma.
El acomodo su cabello azabache y un poco ondulado con una mano.
- Una reunión de trabajo - explicó - se expandió más de lo necesario debido a un problema interno con mis socios de Grecia.
Uhm ... Quizá sí sonaba algo urgente.
- ¿Qué tan grande fue la problemática? - indague más.
- Una pérdida de casi setenta millones - respondió mientras llamaba a un mesero para pedir.
Sí hubiese estado a punto de tomar un vaso de agua no hubiese dudado en expulsar todo de mi boca: la cantidad de dinero que él decía era exorbitante; mínimo necesitaría como dos vidas para reunir esa cantidad, mínimo.
- ¿Ya van a pedir? - preguntó el mismo joven de minutos anteriores.
- Sí - hable - para mí un pizza Hawaiana personal, por favor.
El chico anotó mi pedido y miró al señor, puesto que tenía alrededor de 35 años o al menos eso decía su perfil en la "App".
- ¿Usted, caballero?
- Una lasaña y, por favor, tráeme el mejor vino que tengas - hizo una breve pausa mientras se dedicaba a mirarme fijamente - es una ocasión especial.
El chico volvió a anotar. Por mi parte, arquee una ceja confundida.
- No sabía que la tardanza era algo digno de celebrar - dije sarcásticamente.
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Junto a mí
RandomSiempre dicen que las apariencias engañan, así que esta no es la excepción. <<Cuidado en quién confías, nunca antes la frase "Ojos vemos, corazones no sabemos" había tenido tanto sentido como ahora>>