|Capítulo 18|

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|Avisen de errores ortográficos|

¡Capítulo largo, espero lo disfruten!

Lea

Parpadeé cantidades de veces y aún no podía creer que Dante hubiera hecho eso y yo lo permití. Sin sabes cómo reaccionar ante esta situación, cerré la puerta de mi habitación con seguro, me dirigí al baño y me despojé de toda mi ropa, menos de mis botas. Dejé mi ropa interior, y lo que anteriormente me había quitado, dentro del cesto de ropa sucia, limpié mis partes intimas, ya que me había manchado por mis fluidos, y me coloqué unas cremitas.

Fui a mi armario, me coloqué nueva ropa interior y un nuevo vestido del mismo color que el anterior; gris clarito. Cuando ya estuve lista, fui al baño nuevamente y tapé con maquillaje el chupón que había dejado Dante en mi cuello, por alguna extraña razón, en vez de enojarme sonreí a la vez que negaba con la cabeza. Me miré en el espejo de cuerpo completo y ya estaba lista para salir. Tomé mi pequeño bolso de mano y salí de mi habitación.

Miré a todos lados desconcertada y con el ceño fruncido

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Miré a todos lados desconcertada y con el ceño fruncido. Había llegado a la planta baja, específicamente a la cocina, y ninguno de los chicos se encontraban.

-¿Chicos?...- pregunté mientras dejaba mi mochila encima de la encimera. Todo estaba perfectamente limpio y en orden pero ellos... ellos no estaban.

-¡BU!- grité y di un salto en mi lugar cuando sentí cómo una mano atrapaba mi pierna. Miré hacia abajo y me encontré con Lucca saliendo de abajo de la encimera, riendo a carcajadas a la vez que tocaba su estómago. 

-Dios. Me asustaste- tomé grandes bocanadas de oxígeno, sintiendo mi corazón querer salirse de mi pecho. 

-Eso fue gracioso- soltó otra fuerte carcajada y no pude evitar pensar en lo hermoso qué era. Sus ojos se achinaban, su cabello chino se movía de un lado a otro y una hermosa y radiante hilera de dientes blancos aparecieron en mi vista. 

Sonreí mientras lo miraba y cuando me miró, enseguida cambié mi expresión a una seria.

-Casi me matas del susto, idiota- fui a la heladera y tomé una botella de agua, me serví un poco en un vaso y mientras me lo bebía sentí sus manos posarse en mi cintura, justo detrás de mí.

-No te enojes, linda, solo fue una broma- susurró en mi oído mientras me acercaba más a él. Resoplé, me separé de él y enjuagué el vaso.

-Esas bromas no se hacen- lo señalé con mi dedo índice- Un susto puede ocasionar una muerte repentina con un fallo cardíaco. Eso fue demasiada adrenalina para mí y mira que yo la amo, pero la adrenalina excesiva conlleva la salida del calcio del músculo cardíaco, eso provoca una contracción cardíaca, llevando finalmente al colapso y eso significa muerte, ¿entiendes?, muerte, idiota.

-No entendí nada de lo que dijiste, solo entendí que un susto te puede causar la muerte, pero bien, no lo hago más- mordió suavemente mi dedo y con una mano me jaló de la cintura, pegando su pecho con el mío.

Lea [SUSPENDIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora