doce. cartas

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Luego de que todos los perdedores salieran de la casa Neibolt cada uno fue a su casa, aunque, la primera intención de Bill no era esa, dejó a George en su casa, sus padres lo recibieron gustosamente, se habían puesto a llorar y lo saludaban, le decian lo mucho que lo extrañaban, el pequeño igual, pero, Bill se desvió a la casa de Mary Jones, quería explicarle lo que había pasado, que posiblemente no volvería a ver otra vez a su hija. Mientras caminaba, sus ojos estaban idos, no tenían vida, estaban vacios, George había vuelto, pero, otra de las personas más importantes para él ya no estaba y no iba a regresar, no entendía lo que ella había dicho; "No entienden, tengo que hacer esto, nos volveremos a ver"

¿"Esto"? ¿A que se refería? ¿Se volverían a ver? ¿Solo lo decía para consolarlos? o ¿Realmente iba a volver?

─¡Bill!─ Dijo alegremente Mary al abrir la puerta, pero al ver al chico se dio cuenta que estaba... destruido.

Esa fue la imagen con la que lo asoció Mary al ver las ojeras que se asomaban en sus ojos, su ropa y desordenado cabello, las lágrimas secas que tenía en sus mejillas y que aún seguian callendo.

Las lágrimas de Mary no tardaron en hacerse presentes en los ojos de ella, sabía lo que pasaba, Joy se lo había dicho;

"Voy a hacerlo mamá, esto no parara hasta que alguien haga algo, se que es arriesgado ─suspiro y tomo la mano de su madre─ Pero volveré, tú puedes asegurarte de eso, puedes verme, podemos hablar, te aseguro que me volveras a ver, saldré de ahí, pero necesito que confies en mi, por favor... ─rogó"

Bill no podía siquiera abrir su boca sin que comenzar a llorar, hacía el esfuerzo, pero no era suficiente, queria explicarle.

─Bill...─ quiso calmar Mary pero él no escuchaba. Su cabeza eran un montón de emociones que lo dejaron en un trance donde apenas podia escuchar y observar lo que sucedía en su alrededor.

Deseó que Joy hubiera llegado a casa con aquella sonrisa que siempre tenía para animar a otros, a todos, deseó desaparecer de aquel momento.

No supo en qué momento había comenzado a sollozar y llorar.

«Un gusto, soy Joy... Joy Jones»

Lo único que lograba sentir eran los brazos de la mujer rodeandolo...

«Acepto, Billy»

No podía soportarlo más.

«Adiós, perdedores... los amo»

En ese momento él comprendió que el miedo que había pasado con aquel payaso no era nada comparado con el vacío que sentía en ese momento. Ni el peor de los miedos podía compararse con éste.

El dolor que sientes al saber que alguien a quien amas ya no está y que nunca más lo estará.

George en su momento se había perdido, tuvo la esperanza de que siguiera vivo, por algún lugar... y al final resultó cierto.

Pero con Joy... la había visto caer por ese lugar sin fin, un lugar donde un payaso loco estaba.

 la había visto caer por ese lugar sin fin, un lugar donde un payaso loco estaba

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