La literalidad con la que evito hablar
La misma que tú me pides para entender, por fin
El propósito de una mente al amar.
Si algún día solo quisiera escribir paginas burdas con párrafos, la composición no trascendería para comparar a tu ser.
En los párrafos, palabras. Palabras que significan belleza fortuita y en ellas, tu
eres el significante.
Condicionas las letras a tu diccionario corporal y mi léxico busca crecer, y crecer.
¿Y si me quedara sin palabras para describirte?
El lenguaje sucesivo me atrapará algún día y solo podré refugiarme en lo inefable para entenderte.
Agazaparme en lo indescriptible, en lo no dicho. Tu totalidad supera con creces el lenguaje.
El tiempo se escapa por mis palmas
Pero solo es una ilusión, además
Mi amor por ti es atemporal
En el mar de conocimientos inocuos que vagan por mi mente, algún día vislumbré breves destellos de belleza; pues había hallado tu mirada.
Aquella mirada que comenzó todo, que lo acaba, que repite el ciclo.
Dos amarronados ojos que me desconciertan una y otra vez, pues lo inescrutable define tu mirar: nunca puedo descifrar lo que piensas.
Albergo todos tus gestos en mi mente y allí habita un pintor que los retrata, son arte.
Me considero mezquino al desear ser el único en notar dichas acciones.
El único espectador entre tantas mentes distraídas que alegan entenderte, pero hacen lo contrario.
Quisiera escuchar flamencos y beber contigo
Viajar sin lugar al que ir ni al cual llegar
Besarte los labios, besar tu ombligo
Tu silencio hace mares de agonía en mis pensamientos y se ve aumentado por miradas que arremeten contribuyendo a la severidad insonora del miedo al olvido.
Y con esa misma severidad quisiera que nuestros problemas se quémaran en las brasas interminables de un corazón inflamable.
El papel se quema, las palabras se queman, renacen como aquella ave famosa.
Te escribo como memorial del primer vistazo que lancé hacia tu indudable belleza, a simple vista pensé que solo era observable: Tus delicadas facciones, tus marrones ojos, tu pelo corto, aquel lunar en tu oreja y tu bella sonrisa.
No conocía aquella belleza que no se observa y que me cautiva más aun, tu ser.
"Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa basta. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto."
