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Francia es un lugar maravilloso en dónde he vivido muchos años, desde mis cinco años hasta hoy. Mi madre era una mujer mexicana pero viajaba por todo el mundo debido a su trabajo de azafata que fue donde conoció a mi padre, comenzaron una relación informal que nadie apoyaba y menos los mejores amigos de mi madre, quienes son los Álvarez, Adriana y Evaristo, sin embargo la apoyaron.

Mi madre se embarazó de mi padre y él la dejó a su suerte, afortunadamente tenía dos mejores amigos que la apoyaban y así hicieron siempre. Afortunadamente siempre tuve a un par de personas siempre fieles a mi, para mi eran como mis tíos o más bien, como mis segundos padres, pues yo veía a su hijo Edson como mi hermano, aunque de sangre no lo éramos realmente.

Mamá enfermó de cáncer y ella era mi único soporte, cuando ella enfermó yo caí en depresión y tuve que ir a psicólogos, Evaristo y Adriana querían que me fuera con ellos pero yo quería estar con mi mamá hasta su último día y así fue, cumplí la promesa, mamá murió y yo ya no tenía motivos para seguir en Francia, por lo que sin avisar vendí la casa y me llevé solo recuerdos, fotografías y un poco de ropa, vendí los muebles y con ese dinero compré un pasaje de avión para irme con los Álvarez, pues si seguía sola aquí estoy segura que haría una tontería

Desafortunadamente no sé estar sola en la Ciudad de México porque estuve hasta los tres años y claramente todo cambia, por lo que decidí llamar a mis otros padres

*en la llamada*
—Papá Eva –dije en voz baja —Estoy en el aeropuerto, llegué a la ciudad

—¿Alana? –preguntó con voz adormilada por la hora—¿Por qué no me avisaste que venías? Son las tres de la mañana

—Es que mamá –dije comenzando a llorar

—¡Ay no! No es cierto –dijo Evaristo también con la voz cortada —Ya voy por ti, no te muevas

—Aquí te espero –colgué la llamada y me senté a esperar ver a mi otra familia

Luego de veinte minutos aproximadamente vi que llegaron casi corriendo, me levanté y mi única reacción fue abrazar a Evaristo y llorar cómo llevaba haciéndolo hace mucho tiempo a solas

—Mi niña ¿Por qué no me avisaste nada? –preguntó limpiando mis lágrimas

—Fue ayer, esperé que me dieran sus cenizas y vendí todo lo que teníamos, pero ya no quería estar sola allá –expliqué

—Pero debiste llamarme para ir a ayudar con todos los trámites

—Ibas a tardar mucho en llegar y yo ya no quería seguir ahí

—Ya déjala, lo que menos necesita es reclamos – Adriana se acercó a abrazarme —Ven Val, vamos a casa –realmente me llamaba Alana Valentina, por eso me decía Val

Los tres salimos del aeropuerto y yo iba en la parte de atrás del auto llorando aún, llegamos a la casa de Evaristo y Adriana, me ayudaron a meter mis maletas para mostrarme una habitación que sería donde yo iba a dormir

—Esta era la habitación de Edson, pero no tenemos otra ¿está bien? –preguntó Adriana

—¿Y Omar? –Pregunté

—Él ya vive solo, bueno, con su novia Sofía y su bebé –me explicó

—¿Por qué no me dijeron que tenía un bebé? –miré con confusión

—Estabas muy ocupada en la universidad y con lo de tu madre, no pensamos que era momento –dijo sobando mi hombro

—Está bien, gracias Adri ¿mañana podré ir a verlo? –pregunté

—Mañana tiene partido con la Selección, así que vamos a su casa y después vamos al estadio. Solo si estas de ánimos –dijo Adriana

—Tal vez solo vaya a su casa, no quiero estar en un lugar animado si yo no lo estoy, solo amargaría el lugar –dije sonriendo sin ánimo

—Pero creo que sea tan mala idea, piénsalo nena –me dio un beso en la cabeza —Ahora duerme que necesitas descansar

—Gracias Adri –dije con una sonrisa —Te quiero mucho –le di un abrazo fuerte y ella correspondió

Luego de un rato por fin pude dormir. Al día siguiente me desperté y vi la hora en el celular, eran las nueve de la mañana. Yo no sé si esa hora es muy temprano para la familia o era muy tarde, por lo que solo salí de la habitación a ver quién más estaba despierto y encontré a los dos desayunando

—Mi niña, buenos días –dijo Adriana

—Hola –le dije a ambos —Buenos días

—Ven a desayunar –dijo Evaristo

—Muchas gracias –me senté en la mesa y Adriana se levantó a servirme

Desayunamos en paz juntos, ocultando o mínimo no tocando el tema de mi madre, todos estábamos en un ambiente donde reír era una de las cosas más indispensables y eso me hacía tanto bien

—Valen ¿vienes a casa de Edson? –preguntó Evaristo

—Si, quiero ver a mi hermano –dije con una sonrisa —¿A qué hora nos vamos?

—Como en una hora nos vamos, ve a alistarte –dijo Adriana —Te esperamos aquí abajo –dijo

—Entonces corro –les dije feliz

Subí a la recámara y me metí a bañar rápido, al salir cepillé mi cabello y lo sequé para acomodarlo adecuadamente, elegí la ropa que usaría y cuando está más lista finalmente bajé a donde estaban mis "segundos" papás

—Que guapa hija, te ves muy linda –dijo Evaristo

—Ella siempre ha sido hermosa –Adriana comenzó a halagarme

—Muchas gracias a los dos –les sonreí —Los quiero mucho Eva y Adri –abracé a ambos

—Pero mejor di que somos tus papás, porque eso somos, tal vez no biológicos pero tú mamá siempre nos dijo que seríamos como tus padres –dijo Adriana

—Gracias, papás –sonreí a ambos

—Vámonos mi niña, Edson ya nos espera

Subimos al auto de mis padres y fuimos directo a la casa de Edson. Debo decir que estaba muy emocionada por ver a mi hermano después de casi veinte años

El mejor amigo de mi hermano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora