Él bajó del avión con maletas en mano, observó su reloj detenidamente, que marcaba las doce menos diez de la madrugada, y largó un cansado suspiro.
- Capitán, después de la junta iremos a beber unos tragos para celebrar el ascenso de Jung a capitán segundo, ¿quiere venir?
Namjoon agradeció el gesto, pero se disculpó de inmediato, lo único que absorbía su mente, era el enorme deseo de llegar a casa lo más pronto posible, aunque aún no podía hacerlo.
Cerrando las carpetas de informes sobre la larga mesa de reuniones, miró como el resto de los oficiales, uno a uno iba abandonando la sala de juntas. Como cada ocasión después de un largo viaje, sus subordinados se reunían y rendían informes detallados de sus encomiendas, la junta se había alargado más de lo normal y de su gusto.
Salió del aeropuerto casi corriendo, se arremangó el saco y tornó sus ojos casi cristalizados por el cansancio hacia las tres agujas que avanzaban impacientes, siempre queriendo ir un segundo, un minuto, una hora por delante: 2:20 a.m. Le pareció que su equipaje se volvía aún más pesado en sus manos.
- ¿Por qué no pasas la noche en los dormitorios del cuartel? ya por la mañana irás a casa - le había sugerido el Mayor, pero después de tanto tiempo de estar fuera de su hogar lo único que pretendía era llegar y no solo por la casa y sus comodidades, en realidad lo que quería era ver a la persona que se encontraba ahí justo ahora, supuso, durmiendo tan tranquilamente.
- Gracias teniente Park, le veré después de las pequeñas vacaciones - despidió al rubio, quien le había hecho el favor de alcanzarle a casa después de haber esperado casi por una hora, un taxi que nunca llegó.
Entró a hurtadillas a su propia casa, sabía que la madrugada se cernía sobre él y no quería causar alboroto alguno, al fin de cuentas no se suponía que debiera estar ahí aquella noche. Dejó sus maletas apiladas en la pequeña sala que le recibía impecable y agudizó el oído, pero silencio era lo único que lograba percibir. Pasó la vista a su alrededor, las cosas seguían tal cual las había dejado a su partida hace ya seis meses, ni una de más, ni una de menos, le pareció curioso.
Se encaminó a la habitación que llevaba el cerrojo y lo accionó impaciente, pero tratando de mantener el ruido al mínimo.
Contempló la amplia y algo monótona habitación, las paredes eran pálidas y apenas unos cuadros de arte contemporáneo las adornaban, el olor a su perfume y la calidez del calentador le abrazaron tiernamente, había extrañado tanto esa sensación, al fin podía sentir que se encontraba en su hogar.
Siguió su camino hacia la cama, quitándose la boina que aún llevaba puesta, el reloj y los gemelos, dejándolos cada uno sobre el buró, siguió observando la pieza, no podía notar nada extra, hasta que se percató de las ausencias, un pequeño portarretratos que debería estar decorando sobre el buró era lo único que faltaba.
Posó sus ojos en el chico que yacía sobre su cama, envuelto en suaves sabanas, aferrado a una almohada que pudo notar, se encontraba bañada en su perfume y el portarretratos, consistente en una pequeña y antigua fotografía de los dos jóvenes juntos.
Una sonrisa se le escapó de entre los labios al contemplar la esbelta y muy sensual figura de su pareja aferrada a dichos objetos, pero al mismo tiempo una punzada de dolor se instauró en su pecho «Desearía que jamás tuvieras que sentirte de esa manera» pensó, «Desearía poder permanecer junto a ti todo el tiempo».
Le admiró abiertamente, sus facciones mientras dormía eran tan pulcras y equilibradas, su nariz, sus labios, sus mejillas, todo en él era hermoso.
Acarició su cabello y el castaño se removió entre las sábanas ajeno a lo que pasaba a su alrededor, pero aferrándose a esa fuerte mano que ahora se deslizaba por sus mejillas hasta su cuello. El pelinegro deseó saber cuáles eran los sueños acompañaban a su amado. El castaño, abrió los ojos.
- Hola - saludó con una cálida y tierna sonrisa al chico que le miraba atónito, aun intentando desprenderse de su somnolencia.
- ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? - preguntó el castaño con un hilo de vos que denotaba toda la emoción que sentía por el momento -. Namjoon no me dijiste que llegabas hoy.
Namjoon sonrió tiernamente de nuevo, desarmado ante la ternura que emanaba de Seokjin -: Estoy en casa amor, justo ahora.
- Estas en casa - repitió Seokjin como sopesando las palabras hasta creerlo.
- He llegado esta noche, he querido sorprenderte.
- Has llegado esta... - Se interrumpió -, Namjoon - exhaló como en un grito - ¡Namjoon estas en casa! Dios, dime que no es un sueño, por favor dime que no es un sueño.
Namjoon se descompuso ante la insistencia del mayor y tomándole el rostro entre sus manos lo atrajo hacia él susurrando -: No es un sueño, es real, estoy aquí amor, estoy aquí.
Seokjin sintió las cálidas y porosas manos del contrario sobre la suave piel de su cintura y algo en él se encendió, era real, estaba él ahí, podía verle después de tanto tiempo, podía sentirle, sus manos, su cuerpo, podría escuchar su voz, sentir su olor. Pegó sus labios en los del contrario regalándole un delicado beso y se hundió en sus brazos hasta quedar satisfecho.
La mañana empezaba a despuntar y ligeros rayos de sol comenzaban a colarse por la ventana, tantas cosas que se dijeron y tantos besos que se dieron aún no eran suficientes, lo querían saber todo y con lujo de detalles, pero tiempo para ello ya habría después, una semana era el plazo antes de que Namjoon tuviera que regresar a su puesto como Capitán de piloto aviador, una semana que disfrutarían como ninguna otra, más ahora, solo querían dejar de lado las palabras que endulzaban sus corazones y poner a trabajar otros sentidos.
Querían tocarse mutuamente y reconocerse en la piel, y sentirse. El moreno deslizó sus grandes y porosas manos sobre el delgado cuerpo del mayor quien se estremeció ante su tacto emitiendo un ligero sonido que se escapó impasible por sus rosados labios.
- No quise... - pensaba disculparse, pero el pelinegro lo acalló propiciándole un beso sobre sus bellos labios. Primero a simples roces y luego, dirigiendo su lengua con soltura abrió aún más los labios del mayor, quien a su vez dejó que su pequeña y rosada lengua fuera guiada por la del menor. Necesitaron respirar.
- Por favor - suplicó Namjoon -, jamás vuelvas a disculparte por sentirte bien, nunca deberías avergonzarte por sentirte bien. Déjame saber, que puedo hacerte sentir tal y como tú me haces sentir.
Las palabras que el contrario le expresaba hicieron mella en su corazón, estaba feliz de tenerle, de haberle conocido, y de que a pesar de la distancia consecuencia del trabajo, cada día pudieran enamorarse, aunque se aún poco más que el día anterior.
- Gracias - respondió Seokjin dejándole al moreno acariciar su rostro con los nudillos -, por volver.
Namjoon negó rotundamente.
- Gracias ti Seokjin, por esperarme y por amar mi sueño, por apoyarme y estar conmigo en las buenas y en las malas, por amarme como me amas y por dejar que te ame, gracias por permanecer aquí, si tú estás aquí yo siempre volveré a ti.
No hubo necesidad de decir más palabras que terminarían perdiéndose en el aire, el resto de ellas se las dijeron con su piel y sus manos, se las dijeron con cada caricia y cada beso, se las dijeron cada vez que sus labios rozaban cada parte de sus cuerpos y sus almas.
-Fin-
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Vuelo a casa | Oneshot Namjin
FanfictionNamjoon ha estado por un largo tiempo fuera de casa consecuencia de su trabajo... Esta historia nace como un regalo para mis amigas de la Namjin Nation en Twitter, pero también quisiera compartirlo en esta plataforma, espero lo puedan disfrutar y pu...