Cap 1: Como carrusel

191 1 0
                                    

Hola, mi nombre es Alexander, mis amigos me llaman Alex. actualmente tengo 21 años, y me gustaría contar la historia de mi vida ahora que sólo me quedan unas horas de este lado de la puerta del cielo.
Resulta que cuando chico, aproximadamente con 9 años, descubrí a mi padre teniendo una aventura con la empleada doméstica, él me escuchó cuando me sorprendí al verlo desnudar su espalda en la cocina mientras ella fregaba los platos, y como castigo me tomo por los hombros, me regañó con todas sus fuerzas y me llevó rumbo a casa de la tía Elena.
La tía Elena es una señora muy mayor, apenas podía ya subir un escalón, lo que me haría envejecer en tan sólo pasar 2 días con ella, pero no dependía de mí. Le lloré, le supliqué, pero no me escuchó. Conducía el auto muy rápido, tenía mucho miedo...se preguntarán por qué mi madre no interfería, o donde estaba ella.
Mi madre es una mujer espléndida, y no, no estaba muerta, sólo estaba de viaje, pues su trabajo así lo exigía, ahora entiendo que quizás fue eso lo que llevó a mi padre a buscar el amor y el calor de Missy, la empleada.
En medio de tanto alboroto en el viaje mi padre perdió el control del auto probablemente por mi culpa, que sin previo aviso intente pasar al asiento del copiloto, y el auto se estrelló de frente con otro auto un poco más grande, que venía en el otro carril de la carretera, hasta donde recuerdo dimos como tres o cuatro vueltas en el aire, mi padre intentaba sostenerme pero le fue imposible y entiendo cuanto intento protegerme, ahora lamento mucho no habérselo dicho antes de morir; mi ligero cuerpecito fue golpeado contra el suelo y el techo del auto en cada vuelta, como un carrusel, hasta que por fin se detuvo.
No recuerdo nada más de ese día, al parecer mi pierna quedó atascada debajo del asiento delantero, y mi columna prácticamente hecha pedazos, pues en cada vuelta que se golpeaba sentía crujir mis débiles huesitos de la espalda contra el reposacabezas del asiento del copiloto.
Sólo recuerdo que cuando desperté en el hospital mi madre estaba a mi lado, recostada llorando y rezando porque me salvará, y así fue, al abrir los ojos y recuperar la conciencia tenía su mano reposando en la mía; le tome la mano con fuerza y sólo recuerdo sus palabras: Gracias a Dios...lo cual me dejo incrédulo, pues sigo pensando que Dios no existe pero a ella la hacía feliz y yo nunca le llevaba la contraria.
No sentía absolutamente nada, me tenían drogado, al parecer me dolería todo si no me mantenían en ese estado.
Luego de unas horas desafortunadamente los sedantes pasaron y comencé a sentir un hormigueo en toda la espalda, según mi madre eso era porque mis huesos estaban sanando, luego comenzó el dolor en todo mi cuerpo, excepto en mi pierna izquierda, que bien, al menos algo que no me dolía...Hasta que al día siguiente cuando me dieron de alta descubrí que no me dolía porque simplemente no estaba.
Fue muy difícil acostumbrarme a ser diferente, todos mis sueños se fueron al infierno, junto con mi pierna, yo quería ser futbolista, yo quería ser un niño normal... Irónicamente no había preguntado aún por mi padre, sabía que me faltaba algo además de mi puta pierna, pero no recordaba qué; era mi padre, mi madre me contó que el estaba bien y que se había marchado con su nueva familia, la empleada y sus dos hijos: Matthew y Wilson. Un poco curioso que el menor se llamará igual que mi padre, coincidencia...No creo.
Así que fui creciendo odiando a mi padre, culpándolo y culpándome por mi pérdida, una y otra vez. Tuve que asistir a un año de terapia, y no, no me hacían bulling en la escuela, pero no me acostumbraba a este asco de vida.

No te vayas de mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora