Quería ayudarla a salir de sus problemas para que asi pueda sonreirle de manera sincera, con el corazón. Pero mediante más tiempo pasaba con ella se dió cuenta que aquella chica era más complicada y misteriosa de lo que pensaba. Aún asi no se alejar...
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El cabello dorado con algunas mechas rojas se movía al compás del viento de aquella tarde tan hermosa, en la cual el atardecer estaba más hermoso que nunca con colores amarillentos y anaranjados que lo hacían ver extravagante.
Su mirada se dirigía hacia una chica en especifico. Una en particular que llamaba su atención.
¿La razón? su falsa sonrisa. Kyojuro siempre se había caracterizado por su gran entusiasmo y positivismo. Lo que hacía de él una gran persona, que muchos amaban y muy pocos odiaban. Y por más que la mayoria de las veces pareciera despistado o hasta incluso torpe, era todo lo contrario, era bastante perspicaz y analítico aunque no lo demostrara.
Sabía que aquella estudiante de menor grado que él, tenía problemas pero a pesar de eso ella seguía manteniendo una sonrisa, falsa pero muy buena si quería ocultar todo las emociones negativas que sentía. Sin embargo, para el de cabellos que se asemejaba a unas llamas, no le convencía esa sonrisa.
Quería ayudarla, pero por primera vez no sabía como acercarse a una persona. Ya había ayudado a gente en el pasado pero esta vez lo sentía diferente, muy diferente.
El aura de aquella chica desprendía tristeza, odio, culpa y misterio. Misterio el cual quiere resolver, no sabe el porque deseaba saber todo de ella. Simplemente anhelaba saberlo y ya.
Aún con todos esos pensamientos en su cabeza se acercó a la menor que ya estaba por pasar la puerta de la preparatoria para retirarse a su hogar.
Al momento que la tuvo a su alcance se posó frente a ella impidiendo su andar y recién ahí se dió cuenta de la gran diferencia de altura.
La joven estudiante tuvo que levantar toda su cabeza para poder observarlo y sin dudarlo le dedicó al chico su típica sonrisa vacía.
—Ara ara~ Rengoku, ¿qué se le ofrece?
—¿¡Le gustaría acompañarme a por un helado!? Kocho—preguntó igual de enérgico como siempre y destellando una hermosa y gran sonrisa.
—¿Como una cita?—tapó con una de sus manos la pequeña pero dulce risa que produjo la reciente propuesta.
—¡Tómelo como guste!
—Mm—remangó su brazo izquierdo para ver su reloj de mano y meditarlo unos segundos—está bien, todavía tengo tiempo para llegar a casa, asi que acepto su invitación.
Luego de esa pequeña charla ambos fueron por sus helados y pasaron el resto de la tarde juntos compartiendo un momento agradable en el que se conocieron un poco más y se hicieron un poco más cercanos.
