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Una niña de cabellos rojos se encontraba a orillas del mar, danzando al compás de las olas, sin importarle estar rodeada de oscuridad, amaba él mar más que cualquier otra cosa.

Incluso

Más que los Caramelos

Pero eso era un secreto que Lezaah guardaba para sí misma, su padre no podía enterarse de eso, si lo hacía, dejaría de regalarle una enorme bolsita de seda roja llena con todos sus caramelos favoritos cada que visitara su despacho.

Claro que su nana no sabía de esto, al ser una princesa debía tener una dieta estricta, solo podía saborear manjares dulces una vez por mes, no más ni menos.

Hundió los pies en la fría arena, a sus cortos 10 años ya sabía casi todas las normas de etiqueta, esto le impedía llevar una niñez común, no podía hablar con otros niños que no fueran su hermana mayor y Kayden, el hijo de la mano derecha de su padre.

Por quien Lezaah tenía sentimientos

"Especiales"

Se quedó pensando en esto último, su corazón vibró rebelde; El estómago de la pequeña cosquilleo ante tal sentimiento, haciendo que una risilla se le escapara.

Kayden solo era 3 años mayor que ella, no sabía que le gustaba más de él...

Sus ojos violetas o su cabello negro.

Siempre estaba para la princesa, la defendía de todo y todos, solía darle la razón a pesar de que a veces no la tuviera, todo con tal de hacerla feliz.

Corría en su auxilio cuando su madre la regañaba por cosas injustas, él era...

Su príncipe azul.

Todas las noches Lezaah hacía lo mismo, se escabullía por el palacio con cuidado para no ser vista, así podía observar aquel océano que se encontraba a su merced.

Tan grande, hermoso, Tan...libre

Corrió con fuerza y de un salto se sumergió.

Su cuerpo se tensó al sentir el agua fría de golpe, asomó la cabeza para tomar una bocanada de aire a la par que nadaba en dirección a lo profundo. Aquellas aguas oscuras no le causaban temor, al contrario, la intrigaban.

Así se mantuvo durante un largo rato, jugando y nadando entre la oscuridad solo con la luz de la luna iluminándola.

Era excelente nadando, Kayden le había enseñado sin que su padre se enterara, este le tenía un gran desprecio al mar.

La pequeña no entendía el por qué, si era tan precioso.

¿Qué puede hacerte algo tan simple como el océano, para aborrecerlo?

—¡LEZAAH!—Grito su hermana desde la orilla

Esta se sobresaltó, busco con la mirada a la mayor y pensó en gritarle que la esperara que no tardaría en salir, pero no quería hacer más ruido por miedo a ser descubierta.

Con una seña le indico que no se moviera, antes de dar un último chapuzón para salir.

Cuando por fin estaba en tierra, comenzó a titiritar de frio la arena se le pego a los pies junto con su bata blanca de dormir, su gran melena roja goteaba.

—¡Fui a tu habitación y no estabas, sabes que te reprenderán si te encuentran aquí!

—Calantha, no grites por favor—respondió Lezaah preocupada, situó una de sus manos en la boca de su hermana, para callarla.

—En este momento regresamos al castillo- se giró para recoger la gran manta que trajo consigo, tapando a la menor—¿Que le diremos a madre si te resfrías?

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⏰ Última actualización: Oct 21, 2021 ⏰

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