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Capítulo 5   Sucesos inesperados

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Capítulo 5   Sucesos inesperados

Definitivamente ver a Matt mirándome atentamente, mientras permanecía sentado en las bancas con una sonrisa de diversión en el rostro, me ponía nerviosa.

Si mis piernas ya estaban adoloridas por el cansancio, observarlo mirarme con atención hacía que temblaran por el nerviosismo. Soltando un suspiro desvié mi vista hacia otro lugar, una porque Maxine estaba limpiando a escasos centímetros de nosotros y seguramente vería como algo raro esa mirada por parte de él cuando recién nos venimos conociendo, y dos porque estaba logrando entorpecer cada movimiento y acto que yo ejercía.

Mientras que deslizaba el trapo con limpiador sobre el suelo, sentía su mirada en mi espalda, me giré con el ceño algo fruncido y dejé lo que estaba haciendo de lado.

—¿Por qué decidiste quedarte?— pregunté algo borde, su mirada subió nuevamente hasta mí, despegándose de la pantalla de su teléfono, mientras me daba una sonrisa torcida—.

—No creas que es muy entretenido verlas limpiar, en vez de estar aquí podría ir a comer algo, estoy muriendo de hambre—posé mis manos en mi cintura en forma de jarra y lo miré con mala cara—.

—Entonces deberías irte, además, si no es entretenido... ¿Por qué estás soltando estúpidas risitas todo el rato?

Se levantó de la banca y caminó hasta mí a paso seguro, retrocedí un paso tragando saliva, mi corazón de pronto estaba acelerado y mis sentidos no reaccionaban.

—¿Tienes algún problema con que esté aquí?— habló con voz suave. La cercanía me estaba afectando un poquitín, quería tener diez metros de distancia con él, así podría respirar con un poco más de tranquilidad—.

—El piso está mojado—vociferé con nerviosismo, cambiando de tema, mientras intentaba que dejara de intimidarme con su mirada y con su cuerpo acercándose al mío—.

—Me gustaría que respondieras mi pregunta— se burló dándome una sonrisa de lado—.

—No. Es solo que podías haber ido a comer algo y luego nos venías a buscar. Además, tengo auto, puedo llevar a Maxine a casa sana y salva.

—Vuelvo a pensar que tienes un problema con que yo esté aquí— ladeó la cabeza con falsa expresión de tristeza, estaba dispuesta a hablar, pero no tuve tiempo de hacerlo porque me interrumpió— Creo que le preguntaremos a Maxine, señorita. Hey Max—alzó la voz haciéndole señas, cuando lo vio se quitó los audífonos con expresión malhumorada— ¿Tú tienes un problema con que yo esté aquí, acompañándolas de forma amable y desinteresada?

—No. Ahora deja de hacer preguntas estúpidas y déjame seguir limpiando que tengo prisa.

¿Tiene prisa? ¿Y para qué?

—¿Viste? No hay problema— comentó con una sonrisa victoriosa—.

Solo lo ignoré. Volteé dándole la espalda dispuesta a seguir limpiando.

𝑵𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 𝒑𝒓𝒐́𝒙𝒊𝒎𝒐 𝒆𝒏𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒓𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora