3ra Calavera

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Pluem era un chico de 15 años, estaba en la edad en la que deseaba ser tratado ya como un adulto. Como cualquier adolescente en esa situación lo había llevado a distanciarse de su familia, pasaba largas horas encerrado en su habitación, lejos de las quejas de sus padres y de las exigencias del mundo entero. Sentía que era lo suficientemente mayor como para ya no jugar con los niños mucho menos con sus hermanitos Frank y Nanon.

 Frank tenía 8 años y Nanon uno menos, eran alegres y bien portados, muy cariñosos y apegados  a sus padres. La noche de brujas, los pequeños se habían puesto cada uno una sabana en la cabeza, a las cuales les habían recortado dos agujeros para los ojos, y así, disfrazados de clásicos fantasmas tenían pensado salir a pedir dulces con su hermano mayor, pero Pluem tenía otros planes.

Sus padres habían salido de casa, se encontraban en la fiesta de Halloween de la empresa, Pluem había acordado llevar a sus hermanos por el vecindario a pedir sus dulces, pero cambio de idea una vez que sus padres estaban lejos de casa. Deseaba pasar la noche como otros jóvenes de su edad, en una fiesta haciendo las cosas que sus padres le pidieron no hacer. 

A Pluem se le ocurrió una fantástica idea para no salir de casa, no quería encontrase en al calle a sus amigos y que estos pensaran que aun era un niño pidiendo caramelos.

-¡Frank! ¡Nanon!- los pequeños miraron a su hermano parado en la entrada de la sala. -Juguemos algo...

-Dijiste que iríamos por dulces- Frank ya estaba listo con su sabana cayéndose por un costado, con una mano sujetaba su calabaza de plástico y con la otra sujetaba a Nanon.

-Iremos después de jugar, aun es temprano.

Pluem empezó a contar, mientras los pequeños corrían por la casa buscando donde esconderse. Al llegar al 10, Pluem se dejo caer en el sofá y puso la película de moda por la temporada, al poco tiempo se quedo dormido. 

Cerca de las tres de la mañana, sus padres habían llegado.

-Pluem despierta- Tay, el mayor de sus padres lo despertaba abruptamente. -¿donde están los niños?- podía escuchar a su otro padre correr hacia el jardín gritando el nombre de sus hijos pequeños. 

Diez años después Pluem aun no se perdonaba por haber perdido a sus hermanitos, aun podía verlos corriendo por la casa con esas sabanas sobre sus cabezas buscando un sitio para esconderse

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Diez años después Pluem aun no se perdonaba por haber perdido a sus hermanitos, aun podía verlos corriendo por la casa con esas sabanas sobre sus cabezas buscando un sitio para esconderse. 

ANTOLOGÍA: No me matesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora