No le digas, no le digas te envidio, cuando te dice hoy no me levante de la cama, no, porque tú no sabes de los monstruos en su cabeza, no sabe de las voces que le dicen todo el día que tiene que hacer algo, que solo es una floja, dramática, buena para nada, que debería ser productiva. Pero al mismo tiempo hay otra voz que le dice que no sirve de nada levantarse e intentar ser productiva porque no va a funcionar de todos modos porque nunca haces nada bien, nunca, te dice que te quedes acostada, nadie va notar tu ausencia, no eres importante, eres sólo alguien que está allí, un estorbo, no vales nada.
Tal vez no es que no quería, es que no pudo levantarse de la cama, tal vez era demasiado.