Risas se escuchan a lo lejos, mis vecinos quizás estén de nuevo de fiesta.
Pero para mí el grito de una niña, un perro ladrando y el motor de un auto estacionadose frente a mi casa son sonidos más relevantes.
— Solo es un carro, relájense —
— Claro — respondo sin levantar la mirada mientras siento como mi pie ha comenzado a moverse al ritmo del segundero.
— Has dejado la llave del agua abierta — advierte el menor.
— No es así —
— Sí lo es, escuchá — toca mi rodilla deteniendo el movimiento de mi pie por unos segundos.
Suelto un suspiro al escuchar unas gotas cayendo sobre la pila — Creo que si la he dejado abierta — aceptó sin darle más importancia. Escucho un refunfuño y después la pequeña mano deja de tocarme dejando a mi pierna volver a su movimiento.
— Estoy cansada, deberíamos ir a dormir — susurra Sapphire recostando su cabeza sobre mi hombro.
— Sabes muy bien que tenemos una regla —
— Si Tomas, pero es que no soy la única que se muere de sueño, Marian tiene unas ojeras horrible, mírala —
— No importa, todos nos quedamos juntos — la voz de Tomas suena fuerte y firme, está frustrado, lo sé.
Mis manos tiemblan mientras dibujo con movimientos rápidos posibles escenas.
— ¿Podemos escuchar música o cantar? — pregunta uno de los gemelos.
Asiento con mi cabeza tomando mi celular con mi mano libre, pero antes de poder siquiera desbloquear mi teléfono escucho pasos en la sala, no, mentira, son en la azotea.
— Solo pon música — susurra Tomas al notar mi ritmo cardíaco aumentar.
No digo nada y solo procedo a colocar la primera canción que sale en mi inicio de YouTube.
Miró de reojo mi gas pimienta que está sobre mí buró.
— Creo que deberíamos tomarlo — la voz de Luna tiembla mientras estira su pequeña mano también temblorosa para alcanzar el gas.
Por unos segundos solo se escucha la música y el sonido de mi lápiz el cual traza líneas que sí no analizas no tienen sentido.
Otro sonido alerta a mis sentidos.
— No es na… —
No dejo a Tomas terminar de hablar pues rápidamente levantando mi mano para colocarla sobre su boca.
Otro sonido ¿Ha sido la silla?
Escenas escalofriante invaden mi mente
— Alguien a entrado — escuchó a Luna sollozar
— No es así — Susurra Luis su gemelo.
— Ya sabíamos que nuestra vida terminaría así, igual que nuestra madre
Luna llora con más fuerza ante el comentario imprudente de Lora.
— No, no terminaremos igual
— Ya acéptalo Sapphire
— Cálmate Luna
— Se supone que estamos aquí para ayudarla no para empeorar las cosas
— Habla el que siempre intenta tapar el sol con un dedo —
Tapo mis oídos en un intento de no escucharlos.
El respirar comienza a ser complicado, el sudor frío recorre mi frente.
Otro sonido.
Todo se nubla.
— La puerta de mamá — gritó tomando la atención de todos.
— Está cerrada — asegura Tomas.
Lo miró con desconfianza.
No lo pienso tanto y rápidamente me paro, respiro y exhaló un par de veces antes de abrir la puerta.
— No vayas Fer — me ruega con angustia Luna.
Aprieto el gas pimienta que llevo en la mano.
— Tengo que hacerlo — explicó, aunque realmente lo digo en un intento de convencerme a mí.
Abro la puerta de mi habitación lentamente, no quiero hacer ningún ruido que alerte a la persona que se ha metido.
— Ves, no hay nadie —
No contestó nada pues el nudo en mi garganta no me deja, camino por el cuarto de mi madre hasta llegar a la puerta donde me aseguro de que el seguro esté puesto. Dejo salir un gran suspiro al darme cuenta que lo tiene puesto.
Regreso a mi cuarto un poco más tranquila, tomo mi cuaderno y sigo con mis trazos mientras mantengo mi agarre en el gas pimienta.
— Yo creo que un cuchillo sería mejor — opina Lora
— Mejor ya lárgate Lora — ordena Tomas, su mandíbula se ve tensa, está a punto de explotar, lo sé.
— ¿Escucharon eso? —
Tomas vuelve a soltar otro suspiro — No Luna, no sé escuchó nada — afirma
— Sí se escuchó — susurro
— Fernanda, apaga esa maldita luz — la voz de mi madre hace presencia.
Todos nos miramos con preocupación.
— Pero madre — habló bajo en un intento de explicar la situación.
— Que la apagues ya, no te basta con desvelarte solo tú, tienes que desvelarme a mi también —
— No lo hagas, no tienes que hacerlo — la mano de Tomas toca mi hombro.
— Tengo que hacerlo — siento mi voz cortarse.
— ¿Por qué nunca nos escucha? — pregunta Sapphire mientras gatea hasta recostarse en mi pecho. Siento su pequeño cuerpo temblar.
De nuevo se escuchan sonidos extraños en la azotea.
Comienzo a transpirar.
Mi mano toca dudosa el apagador
— No lo hagas Fernanda, no podrás sola y lo sabes —
Cierro mis ojos, no quiero afrontar lo que se viene.
— No me quiero ir — solloza esta vez Luna.
— Tengo que hacerlo — explicó por último para después apagar la luz.
Entonces la oscuridad me invade, al igual que la soledad.
Uno, dos y tres golpes en la azotea. Siento que todo da vueltas, no puedo respirar, mi mirada solo se queda sobre la puerta que da al patio en espera de ver a alguien entrar. Mi cuerpo se prepara para defenderse.
No de nuevo.
Me cuesta más trabajo respirar, las náuseas hacen presencia. Quiero correr lejos.
Y entonces me doy cuenta de que no puedo sola.
Bajo de la cama con dificultad por culpa del temblor en mis piernas, busco sobre la mesa y dentro del buró mi salvación.
Otro ruido más cerca se escuchá.
Mis manos son torpes en la búsqueda.
Y entonces lo encuentro.
Rápidamente busco el conector, pero no tengo suerte, mis manos tiemblan tanto que no logran dar.
Siento las lágrimas recorrer mis mejillas.
Y cuando siento que el dolor en mi pecho me hunde logro ver la pequeña luz que emite el foquito que he logrado conectar.
— Estamos aquí — escuchó la voz gruesa de Tomas, la cual me devuelve un poco de seguridad.
— Aquí estaremos contigo toda la noche —
Dreamsoffer