°•𝕃𝕒 𝕧𝕚𝕕𝕒 𝕪 𝕝𝕒 𝕞𝕦𝕖𝕣𝕥𝕖 •°

vida y muerte

Entre la Vida y la Muerte hay un hilo muy fino, muchos se aferran a este pese a saber que en algún momento se romperá y la muerte llegara para arrebatarlos del lado de la Vida. Ambos siempre han sido enemigos pero también amantes, la Muerte detesta a la Vida y esta solo quiere ayudarlo, pero de algún forma, odia como este siempre le hecha en cara el odio que sienten por el.
Más, hay algo muy en claro en ambos, el amor que sienten es algo que jamás desaparecerá, no importa si se odian, su amor existe y es algo muy presente en ambos.

– {¿Por qué me odian y a ti todos te aman?} —le había preguntado la Muerte a la Vida en uno de sus tantos encuentros—.

– [¿Por qué? ¿Preguntas por qué?...la respuesta es tan simple querida, es porque yo soy una maravillosa mentira, mientras que tu eres una cruda verdad].

– {Eso es tan injusto...se supone que la verdad es moralmente lo correcto, ¿entonces por que nadie me quiere?} —dice la Muerte con decaides.—

– [Oh querida, estas en toda la razón, la verdad es la verdad, algo que normalmente es correcto, más....la mentira es algo tan dulce, que puedes enredarte fácilmente en ella, por otro lado, la sinceridad a veces tiende a caer como balde de agua fría, algunas personas suelen decir que detestan las mentiras, pero cuando la verdad les llega de imprevisto no la desean aceptar.] —respondió con calma la vida, no queriendo sonar tan dura, pues su amado se sentía mal por el odio que le profesaban los humanos—.

– {Incluso quienes dicen desear morir, al final solo son personas que buscan una motivación y razón de vida, ¡¿Por qué siempre debes de ser tan deseada!?} —exclamo con cierta furia—.

– [Eso no es culpa mía...tu siempre te los llevas y al final ellos descansan en paz, te aceptan con los brazos abiertos en su último aliento, mientras que mi corazón sufre por otra alma arrebatada de mi lado, y lose....tengo el claro que al final de una inicia otra nueva, pero, aun así, eso no cambia nada] —respondió en un hilo de voz, cansado de ver como la muerte la culpaba por su dolor—.

Después de aquella discusión, ambos tomaron caminos distintos, mientras que la vida se iba por un sendero alumbrado, donde el prado brillaba al compás de la luz del sol y las flores brotaban con cada paso que este daba, la muerte caminaba por un lugar similar, más el sol no brillaba, la luz de la bella luna alumbraba aquel prado, mientras que las flores se marchitaban de una hermosa y elegante forma con cada uno de sus pasos.
El dios creador de todo, tanto de la Vida como de la Muerte, entristecido al notar como sus creaciones pese a profesarse amor eterno, se odiaban por los roles que les tocaban y tomaban caminos diferentes, algo que fue establecido de esa forma desde el comienzo de los tiempos, había decidido crear, a partir de ellos, a dos mortales, quienes serían la representación de la vida y la muerte.

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Un castaño hombre que usaba vendajes en su cuerpo despertó en una especie de jardín, rodeado de muchas flores de varios colores, más, se percató de un pequeño ataud de cristal colocado en una especia de pedestal adornado con algunas rosas y lirios, levantándose, se acerco con cuidado, examinando todo lo que lo englobaba, hasta que por fin se acerco a aquel ataúd de cristal, soprendiendose por su contenido, pues acostado en este, se deslumbraba a cierto joven chico albino, usando un traje blanco perfectamente planchado, con unos guantes a juego, mientras que en sus manos sostenia un ramo de varios tipos de hermosas flores, sus labios eran tan rojos como la sangre y su pálida piel, le hacía resaltar aún más sus finas facciones.
Se sentía hipnotizante, no podía dejar de aprecialo, hasta que de la nada, los ojos del chico se abrieron y este, tomó asiento algo somnoliento, sobandose sus ojos, intentando verse más despierto de lo que estaba en realidad, giró su rostro, para encontrarse con la penetrante pero curiosa mirada del castaño.