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Abrí mis ojos sin saber dónde estaba, mi último recuerdo fue que estaba en la empresa familiar, con mi tío, habían unos cuatro hombres frente a nosotros, de ahí me dieron un jugo de naranja, y ya no recuerdo más nada. Estaba en una habitación que no conocía, la habitación estaba totalmente a oscuras, un olor masculino invadió mis fosas nasales.

¿Dónde carajos estaba? Ni puta idea, pero no me gustaba nada.

Me levanté de la cama tratando de organizar mis recuerdos, lo primero que me acuerdo es que estaba en la empresa, fui con mi tío para hablar con cuatro hombres (que aclaro, no estaban nada mal) los hombres eran guapos, tenían el rostro serio y mucho menos demostraron compasión hacía mi tío.

—¡Estoy solo! su padre la abandono cuando apenas era una criatura, no tengo como pagarles el favor. Juro que para fin de año...—.

—¡Nada de juramentos, Anker!—exclamo uno de los hombres, el que permaneció callado en la mayoría del tiempo y analizaba las palabras antes de decirlas, su cabello era corto de color castaño oscuro, su contextura era delgada y era el más alto de los cuatro. 

—Llevamos exigiéndote el pago desde inicios de febrero, y adivina en que mes estamos—hablo esta vez otro de los hombres, el que más hablaba y te hacia tenerle miedo. —Estamos en julio, tuviste cuatro putos meses para recaudar el dinero. Mis hermanos y yo no vamos a esperar  más—menciono el castaño con autoridad. 

—Señor Vélez no puedo hacer nada al respecto, estoy solo, ya se los he dicho. Mi sobrina es la única persona que tengo conmigo, pero no puedo hacerla trabajar—dijo mi tío observándome. 

Yo estaba sentada en un sillón en el mismo lugar que todos, los hombres me observaron al mismo tiempo. 

—¿Cuantos años tiene su sobrina?—pregunto el que parecía ser menor de los cuatro, sus ojos eran verdes y su cabello era grisáceo. 

Mi tío lo miro con confusión para dirigir su mirada a mi, no entendía el porqué ni el para qué de la pregunta del menor. 

—Diecisiete, en unos meses cumplirá dieciocho y podrá ayudarme en la empresa con los temas de pago y...—.

—Llevemos a la chica como parte de pago—sugirió el moreno que apenas decidió opinar, los observe boquiabierta, no podían estar jugando con eso.

Mi tío negó con la cabeza repetidas veces, diciendo que no, muchas veces. El castaño que hablo posteriormente al más alto, el que no podía mantener la boca cerrada un solo segundo, él le hizo una mueca al chico que había preguntado mi edad. 

El chico de pelo grisáceo pidió permiso para salir de la oficina de mi tío.

—¡No se la pueden llevar!—exclamo mi tío, los tres hombres restantes en la habitación resoplaron.

—No vemos que nos este dando la suma de dinero que le hemos pedido, nos llevaremos a la muchacha. Usted dijo que cumplirá la mayoría de edad en unos meses, así que, si no nos da el dinero cuando ella cumpla los dieciocho, tendremos que dejarla con nosotros y divertirnos con ella, como queramos—dijo el más alto.

—Señor De Jesús, señor Vélez, señor Camacho, se los ruego trataré de pagarles todo; pero por favor no se lleven a mi sobrina—suplicó.

—No esta en condiciones de negociarse, ya hemos tomado la decisión, la chica se irá con nosotros; para cuando vuelva con usted será toda una mujer—dijo el castaño sonriendo amargamente a mi tío, como si estuviera burlándose.

QuartetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora