Capítulo VII. Gabriela.

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-Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra cómo en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como siempre perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal... Amén-

-Mamá... Eso es lindo... ¿Podemos leerlo todas las noches?- Decía una dulce pequeña de ojos grandes, pureza en su corazón, con manos suaves y delicadas.

-Claro que sí mi Gaby, pero es hora de dormir- Dijo su madre mientras besaba su frente, la cubrió bien con la manta y salió.

-Dios me ama... Si sigo siendo buena me daré lo que quiero ¿Verdad?- Dijo, mientras dormía lentamente.

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-¡¿Qué?! ¿Cómo que Valentina es novia de Abel?- Exclamó la pequeña niña en el recreo.

-¡Cálmate! Así es, los ví caminando tomados de la mano, e incluso Abel le compró un helado ayer en la salida, ¿El te gusta?- Le preguntó pícara una compañera.

-¡Porsupuesto que me gusta! Abel me dijo que me quería y luego me dejó por esa niña horrorosa- Le contestó haciendo un berrinche -¡Ella lo tiene todo! Sus papás le compraron unas muñecas nuevas, los maestros la felicitan... ¡Y ahora se robó a mi novio! Cómo quisiera ser ella- Dió un pisotón al piso muy molesta.

-oye oye, es verdad que es mucho mejor que tú, pero no es para tanto, ash, ni siquiera Abel es la gran cosa para tí- Dijo viendola -Conformate con lo poco que tienes Gabriela-

-Yo no creo merecer tan poco- Miró al cielo -¡Creí que me darías todo lo que quisiera! ¿Me abandonaste? ¡¿No me quieres?! ¡Te odio!- Reclamó a Dios mientras corría llorando a su salón.

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-Que niña tan linda- Decía un joven viendo a una dulce pequeña -Gabriela ¿Cierto? Necesito tu ayuda... Es urgente-

-¿Y tú quien eres?- Le respondió curiosa.

-Soy un ángel de Dios, y necesito que tú seas una angelita, ¿me ayudarías?- Le ofreció su mano -Quizás dentro de un tiempo tengas aquello que anhelas, pero tendrás que trabajar duro, constante y sin descanso-

-Todo lo que quiera... ¿Y que debo hacer?- Dijo mientras abría los ojos aún más.

-Ven conmigo, hablé con tus padres y están de acuerdo en que te guíe al reino de nuestro señor, serás mi aprendiz, ¿Hecho?- La cargó y caminó  con cuidado.

-¡Bien! Espero que Dios reconozca lo que he hecho... Porque el no me quiere- Dijo y miró al suelo.

-No pequeña, Dios nos ama a todos por igual, y por eso cuando hacemos algo malo, él se ofende mucho y se pone triste... Cómo tú, eso que hiciste en el recreo estuvo mal, eso es envidia y se considera un pecado-

-Ah, ¿Cómo sabes lo que dije?-

-Dios lo ve todo querida-

-¿Tu eres Dios?

El joven sólo se limitó a reír y siguió con su plática.

-Tu y yo somos casi iguales... Tu querías a un niño, y yo a una chica... Pero cuando Dios nos ilumina nuestros deseos van cambiando, y se moldea una fe grande-

-Ohh, y entonces... Dios nos ama... Pero nos rechaza cuando hacemos algo mal-

-Exactamente, es así-

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El obispo estaba por llegar a la iglesia, el sacerdote y los seminaristas preparaban todo para su llegada, sin embargo, Gabriela estaba en el jardín hablando con alguien además.

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⏰ Última actualización: Oct 27, 2021 ⏰

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