En la tierra encantada de Brishertown, donde el resplandor de las hadas se mezclaba con los susurros de los elfos, la trama de esta historia se desplegó como un tapiz mágico. En el escenario vibrante de colores pastel y fantasía, una pelinaranja, ataviada con zapatillas de tejón y un vestido con la misma gracia de un león, giraba al compás de melodías invisibles, regalando alegría a los observadores pacientes.
Sin embargo, en la cima de la montaña que abrazaba a Brishertown, residía un ser desprovisto de vida y envuelto en amargura. Con cabello negro como la noche y zapatos que parecían telones grises, este ser llevaba corbatas monótonas y su mirada era tan fría como el viento que soplaba en las alturas.
Brishertown, un refugio para las criaturas más mágicas, albergaba hadas, elfos, sirenas, brujas, vampiros, hombres lobo e incluso unicornios. En este reino donde la realidad se fundía con la fantasía, todo era tintado de rosa y maravilla. Sin embargo, un día, los vampiros, como sombras oscuras, invadieron el idílico paisaje, arrebatando la vida a los seres mágicos y sumiendo la tierra en desesperación.
El color rosa de la esperanza se desvaneció, y la fantasía se desmoronó ante la brutalidad de los vampiros.
Los vampiros, convencidos de su superioridad, proclamaron a Brishertown como su territorio. Con crueldad despiadada, atacaron a brujas, elfos, hadas, hombres lobo y unicornios, dejando un rastro de destrucción y desolación. Incluso los padres de la pelinaranja, brujos felices que dieron vida a una niña mágica, sucumbieron ante la violencia de los vampiros.
En medio de este caos, la pelinaranja emergió como una superviviente junto a los humanos de la aldea. Envuelta en la furia y alimentada por la promesa de venganza, forjó un plan meticuloso que demostraría su astucia y determinación. Su objetivo era claro: cazar cada vampiro, comenzando por el Rey de las sombras que reinaba desde lo alto de un castillo en la montaña.
Así, en un juego de luces y sombras, la protagonista se embarca en una cacería llena de engaños y estrategias. Su propósito es claro: enamorar al Rey de los vampiros para luego acabar con él. Brishertown, ahora sumido en un aura de recuerdos y venganza, da inicio a un cuento donde las emociones se entrelazan con la magia, los recuerdos como una esperanza que sostiene almas.
Así, entre la dualidad de la luz y la oscuridad, Bellen se embarca en una cacería, tejiendo engaños y estrategias para derrotar a sus enemigos. En esta travesía de pasiones y misterios, la pelinaranja se propone enamorar al Rey de los vampiros para luego acabar con él. Brishertown, ahora envuelto en un halo de suspense y venganza, comenzará a albergar secretos y sentimientos que deberán permanecer en el lado más oscuro de cualquier rincón.
Érase una vez...
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Érase Una Vez... ©
VampireÉrase una vez... Una mundana de cabello naranja, Con zapatillas de tejón y vestido de león, Que bailaba al son de la música, Brindando alegría al paciente obervador, Con su voz enamoraba a cualquier hombre que pasara en el instante Y ella así...