Prólogo

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Putas. Putas todas. Putas todas la que quieren que vaya a esa puta fiesta de mierda. 

Saben que las odio y a la gente que va. Pero noooooo, las muy zorras quieren que les sujete el bolso y el pelo cuando estén vomitando en la casa de quién-sabe-quién. Para ellas soy la que nunca bebe, su chófer personal. Estoy harta, pienso emborracharme como nunca lo ha hecho ninguna de ellas. Se van a cagar.

Eso era lo que pasaba por la mente de Pamela mientras se cepillaba su largo cabello rosa. Llevaba sus tacones más altos y sus pantalones más cortos (eso sí, negros) para demostrar quién era la más fresca. Aquella era SU noche. Le llegó el mensaje que daba la señal de que sus amigas habían llegado y repasó una vez más su pintalabios rojo. 

Bajaba las escaleras como una gacela. Pero las gacelas no saben bajar escaleras, así que se cayó. Rodaba como un bicho-bola hasta que llegó a su destino, el piso de abajo. Con la poca dignidad que le quedaba, salió de su duplex y se subió al coche de sus amigas que escanearon su vestimenta sorprendidas.

- Eh Pam, ¿dónde sueles guardar ese culo?

- Perdona, pero ya quiesiera la Kim Kardashian tener este culo cariño- dijo Pam mientras se acomodaba en el asiento trasero del descapotable negro.


Perreo intenso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora