Levantarme, cepillarme los dientes, lavarme la cara y ponerse el uniforme siempre había sido la rutina que había seguido desde que había iniciado mi vida estudiantil, incluso podría decirse que estaba aburrido de realizar las mismas acciones cada periodo escolar. Claro que, es esencial la limpieza antes de ir a cualquier lugar por lo que estaba de acuerdo con ello, mi problema radicaba en usar el mismo atuendo durante casi todos los días del año, lavarlo cada vez que llegaba a casa para volver a usarlo limpio al día siguiente; sin duda siempre fue un fastidio tener que hacer esto y esperar a que se seque y después plancharlo para usarlo. Sin embargo, en ningún momento fui a la escuela con el uniforme sucio o con manchas ni arrugado, ya que el sentido de responsabilidad me fue inculcado por mis padres, quienes a pesar de no ser estrictos conmigo, siempre que los veía ir a sus trabajos, era con su atuendo limpio e impecable, por lo que yo como su hijo, no podía dejarlos en vergüenza, por ello cuando inicié en secundaria le dije a mi madre que quería encargarme yo mismo de mi uniforme, ya que ella lo lavaba desde el primer día en que entré a la vida escolar. Al principio se opuso ante la idea, tal vez al tener la idea que estaba prescindiendo de ella, pero al final entendió que quería ser más responsable de mis cosas y no ser el típico adolescente que depende de sus padres y no les agradece siquiera por su esfuerzo. Si bien al principio fue una batalla para lograr acordarme de ponerlo a secar y que quedaran las líneas de planchado en su lugar, al final de mi periodo de secundaria iba ten impecable y planchado que llegue a ser conocido como "José el perfecto", que si bien acarreo algunas burlas al creer que mi madre quería que su retoño mantuviera la limpieza como si fuera de primaria, al final cuando se daban cuenta que era yo quien era el que se responsabilizaba de mi vestuario, el apodo tomaba más fuerza.
Cuando supe de una prestigiosa escuela media que no solo permitía el uso de ropa casual, sino que carecía de un uniforme para darle más libertad a sus alumnos y que no se vieran presionados y bajaran sus calificaciones por ello, decidí aplicarme para ser aceptado, pues se decía que el examen para matricularse era tan difícil que algunos eran elegidos por sus aptitudes artísticas o deportivas que también debían de ser de alta expectativa. Muchos (entre ellos mis padres) se sorprendieron de mi decisión, ya que creían que era un fanático de la limpieza en el uniforme e ir a una escuela que carece de este no parecía ser una de mis metas; sin embargo otros me alentaron para que me esforzara en quedarme a causa de mis altas calificaciones, aunque me dijeron que incluso para mí el examen podría ser una pesadilla, palabras que se hicieron realidad al ver muchas preguntas que casi se salían de mi entendimiento a pesar de siempre haber sido un come libros, por lo que me tuve que tomar bastante tiempo en responderlas lo más acertadamente posible.
Al final, cuando los resultados se publicaron, fue una sorpresa para mí que había quedado entre los primeros lugares de los aceptados de manera académica, pero también me dio tranquilidad que pude ser capaz de pasar el examen de admisión y no tener que pasar las pruebas físicas o artísticas, pues nunca he destacado en ningún deporte o actividad extracurricular. Al final estaba contento por haber logrado el objetivo y finalmente liberarme de aquel suplicio que era lavar el uniforme casi a diario... pero no me di cuenta de que sufriría de otro problema hasta que iniciaron las clases,
El primer día fue un desastre al decidir qué ropa usaría para ir a la escuela, pues estaba tan contento de no tener que preparar un uniforme que se me olvidó por completo preparar una ropa adecuada. Al final entendí que al usar la misma ropa no tenía que preocuparme más que por lavar y planchar, mucho mejor que darse cuenta de que la ropa normal que poseía era exactamente eso: ropa normal y que no destacaba para nada. Finalmente elegí un atuendo decente y unos tenis que mi madre me compró como regalo por pasar con honores a la escuela media.
Solo entrar por primera vez me di cuenta de porque la escuela era de las mejores: los pasillos eran amplios, había casilleros a lo largo de él como si fuera una escuela gringa y los alumnos que ahí estudiaban se notaba que eran hijos de empresarios y gente de importancia, fue cuando supe que esta escuela en verdad debía valer demasiado cara la matriculación a mis padres, así que me sentí aliviado de ser de los que tenían más alta calificación y poder aplicar para una beca que era una de las razones por las que esta escuela era (y lo sigue siendo) popular, pues de quedar entre los mejores, tu matricula esta pagada desde el primer día de clases hasta tu graduación.
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Andrea y yo: una curiosa y extraña historia de amor
RomanceDicen que enamorarse es una de las cosas mas bellas del mundo, pero ¿Que pasa cuando tus sentimientos, fuera de no ser correspondidos, no pueden ser aceptados a causa que esa persona no tiene tus preferencias? ¿Que ocurre cuando un chico se enamora...