Parte 1

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12:45 pasada la media noche, se escuchan unos sollozos, alguien se asoma desde su habitación para descubrir el sonido que hay al otro extremo —Samara— llama Laura a su pequeña hija intentando calmar su dolor, se seca las lágrimas y le da la espalda —¿Qué haces despierta tan tarde?—  Pregunta Laura reprimiendo El llanto.
mamá, escuché un ruido en mi habitación, tuve miedo, cuando salí descubrí que eras tú, ¿te ocurrió algo? — pregunta la niña, de tan solo 7 años de edad, parece madura, con aspecto intrigante observa la Delgada espalda de Laura mientras espera una respuesta, sostiene sus manos con mucho nerviosismo esperando obtener buenas noticias, Laura inhala y suspira antes de voltear a ver a la niña curiosa, y con una sonrisa se traga su amargura para no crear preocupaciones en su hija, la mira tan inocente y piensa para sí misma —¿cuándo creció tanto? ¿Lo entenderá algún día?— rompe el silencio y se dirige a tomarla entre sus brazos con mucho amor —Ven con mami, mi adorada hija, lamento ser ruidosa e interrumpir tu sueño, te llevaré a tu habitación — Samara abrazo a su madre mientras Laura la llevaba entre sus brazos al dormitorio, no sabía por qué, pero cada vez que abrazaba a esta niña se aliviaba su dolor —Samara, ya estás creciendo—  le sonríe a la perezosa niña que va adormilada entre sus brazos, parece que su sueño ha regresado, la acuesta y abriga bien le da un beso de buenas noches mientras se retira cuidadosamente del lugar.

En la habitación, Laura recibe una llamada, al mirar de quien se trataba duda en atender, mirando la pantalla mientras está finalmente se apaga.
Del otro lado de la línea, alguien molesto derriba todo lo que hay en la mesa —¡fuera todos!—como si un fastasma hubiera aparecido, todos salieron corriendo atemorizados por el aura que exudaba—¿por qué no me atendió? ¿Quién le dio el derecho de rechazar mi llamada?  ¿Ya no me tiene miedo? Ja, ja, ja, Laura...—  un hombre de aproximadamente 30 años,  1,85 de estatura, ojos de fénix y con un aura peligrosa, golpea fuertemente la mesa, nadie se atreve a entrar en la sala VIP.

Villa del Este, una casa lujosa al estilo europeo, sus jardines parecen celestiales, destacando por las fuentes de agua y sus luces que la hacen uno de los lugares más codiciosos de la zona en la ciudad J, en el despacho un señor de edad avanzada mira con nostalgia un álbum fotográfico —¿dónde estarás mi pequeña hada?  ¿Vives bien? ¿Comes bien? Ya han pasado 7 años de tu accidente y no hay un día que no deje de pensarte, ¿por qué no regresas? No lo decía en serio—    Arturo Villahermosa, uno de los ricos más poderosos de la ciudad J, perdió a su hija de 20 años, luego de un accidente y ha gastado en investigadores para dar con el paradero de ella y todos los resultados han sido en vano, parece que la tierra se la tragó. — ¿Hasta cuando te culparás? —  Eleonor, su esposa una dama de aspecto delicado, lo mira con preocupación mientras se acerca a consolarlo —Nuestra hija, parece no querer que la encontremos, no sabemos y ella aún sigue— la interrumpió Arturo  — No lo digas... —su voz parecía fatigada —Ella aun no encuentra el camino a casa, cuando lo recuerde aquí estaremos los dos, aquí estaré para pedirle perdón — las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos sin parar, Eleonor lo mira con sus ojos rojos y su corazón destrozado, no han vuelto a reír desde que ella no está...

En la habitación ya son las 3:00 Am, bañada en sudor parece estar en un trance Laura, en sus sueños una voz se escucha — mi adorada hija, eres el tesoro más valioso que tengo— trata de descubrir el rostro pero se aleja cada vez más, luego aparece en una sala discutiendo con el dueño de la voz —eres una vergüenza, como pude tener una hija como tú, te llevaré de inmediato a la clínica para borrar esa mancha de la familia— mientras batalla para despertar el desespero se apodera de ella —pa... Papá...  ¿por qué odias a mi bebé? — Mientras pronunciaba esas palabras, Samara estaba entrando en la habitación, algo desconcertada se detuvo de inmediato, como si algo la golpeara, no pudo avanzar más, sus pies se paralizaron y en su corazón comenzó a sentir algo que jamás había experimentado, no sabía por qué le dolía mucho, como pudo se dio la vuelta y salió sigilosamente, comenzó a sentirse culpable por no ser agradable, y que esa sea la razón para que su abuelo la odiara antes de nacer, se preguntaba qué había hecho sin tener respuestas comenzó a temblar de miedo, se abrazo a sí misma cruzando sus brazos entre las piernas para sentirse segura.
Alguien abre la puerta, es el mismo hombre que estaba en el restaurante, su aura poderosa se mantiene, su rostro inexpresivo mira hacia la habitación de Laura, sus ojos se vuelven fuego que consumirian todo lo que se atraviese en su camino, en su intento por ir hacia aquel lugar, se detiene al mirar en el sofá el pequeño cuerpo de Samara acurrucandose con una mirada perdida, al mirarla le causó dolor en su corazón, sus aura asesina cambió a una completamente diferentes, sus ojos se compadecieron ante la escena que tenía al frente, se acercó y se colocó en cuclillas delante de la niña —Samara, ¿ocurre algo? — la niña lo mira con ojos lamentables, y con la voz entrecortada le responde —¿por qué me odia mi abuelo? Samara es una niña mala que disgustó al abuelo y por eso no me quiere? — esta escena era tan lamentable que cualquiera que estuviera en ese lugar sentiría la oscuridad y frío que emanaba en ese momento. —¿tu también abandonarás a mi mamá por mi culpa? — cómo si mil cuchillos atravesaron su corazón, le dolió mucho las palabras que dijo Samara —nunca te dejaré, eres mi bebé adorada. Ahora dime ¿dónde escuchaste eso? — Samara contestó — lo escuché de mamá, no podía dormir y quise dormir con ella, pero estaba hablando, pensé que estaba acompañada pero... Me acerque con cuidado para no interrumpir y cuando quería alejarme la escuché decir que mi abuelo me odia— El rostro frente a la niña cambió un poco, frunció un poco el ceño, luego reaccionó al mirar el silencio y la cara desmotivada de la niña añadió — mamá solo tuvo una pesadilla, lo que escuchaste fue producto de un sueño feo, ¿cómo alguien va a odiar a un algodón de azúcar como tú? Ven, te llevaré a dormir y me quedaré contigo hasta que te duermas, así me aseguraré de que nada intimide a mi preciosa bebé — sonrió mientras cargaba a Samara, —pero debes prometerme algo— Samara lo miró con ojos grandes — no le contarás a tu mamá esto, porque se sentirá muy triste —Samara asintió mientras se acurrucaba.

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