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Souya solía llegar temprano a la universidad siempre. No le gustaba recibir miradas cuando se atrasaba y todos ya estaban prestando atención a la clase, apenas entraba la plena atención se dirigía hacia él, más específicamente hacia sus gorditos muslos a la vista por las falditas que solía usar.
Odiaba aquello y más el hecho que su hermano gemelo Nahoya lo haya atrasado por una bobada, se le había quedado su trabajo cuando ya estaban cerca de la universidad y como su corazón era de pollito, accedió a acompañarlo luego de unas insistentes súplicas y lo que logró convencerlo completamente fueron los paquetes de gomitas frente a sus ojitos.
Estaba en una lucha mental en si esperar un poco más o tocar la puerta para ingresar al aula de literatura. Era una de las clases que contenía más alumnos a esta hora y le daba vergüenza pasar por frente de todos. La profesora había visto los alborotados y celestes cabellos de su estudiante pasar por afuera y al ver que este no entraba, se aproximó para abrir la puerta, causando sorpresa y susto en el más bajito.
── Joven Souya, muy buenas noches. ── Se cruzó de brazos sobre sus pechos, mirando fijamente hacia su estudiante, quien se sentía intimidado. ── Estas horas de llegar no son apropiadas, ¿Lo sabe cierto?
── Uh.. Sí, lo lamento mucho. ── hizo una pequeña reverencia, lo suficientemente pequeña para que los estudiantes que estaban por los pasillos no miraran de más.
La adulta suspiró y bajó sus brazos con delicadeza. ── Muy bien, adelante pasa. Te dejaré pasar por esta vez solo porque siempre llegas a la hora.
Al bajito le brillaron sus ojitos y asintió un par de veces. ── Muchas gracias. ── Ahora estaba en aprietos. Estaba casi seguro que no le dejarían pasar por esta clase y se salvaría de la atención, pero fue lo contrario. Y no se confundan, le gustaba recibir atención, sobretodo de sus amigos cuando le mencionaban lo bonito que se veía, pero era diferente cuando te regañaban frente a todos y solo miraban más allá de lo que se encontraba debajo de su falda.
No quería causarle más atrasos a su profesora, así que con rapidez se adentró al salón, evitó todas las miradas y con sus manitas tiraba del sweater blanco con fresitas para tapar aunque sea un centímetro más de sus piernas. Para su mala suerte, el único asiento disponible era al lado de un joven alto de cabellos morados, quien estaba al final del salón. Su corazón comenzó a latir con rapidez, era Haitani Rindou, su gran amor unilateral desde que entró a la universidad. Tomó asiento a su lado con sus manos temblando ligeramente por los repentinos nervios.
── Muy bien, como estaba diciendo. Para la próxima semana me entregarán su crítica literaria hacia la obra que ustedes prefieran. ── Ella, al igual que Souya, tomó asiento en la silla del escritorio, mirando a sus estudiantes. ── Será un trabajo en parejas, las daré yo y no quiero escuchar sus quejas. ── Los alumnos que solían reclamar por ello se quedaron callados al instante. ── Hanemiya Kazutora y Matsuno Chifuyu, Inui Seishu y Ryuguji Ken.. ── Estuvo así un par de minutos, nombrando a cada estudiante. ── Kawata Souya y Haitani Rindou.
