Árboles y más árboles. Mucha gente, unos realizando su paseo matutino, otros sacando al perro, algunas parejas sentadas en los bancos de mármol de la carretera vieja y alguna que otra familia disfrutando de la tarde primaveral que se presentaba.
Todo esto es lo que se cruzaba en mi camino durante mi ruta de 5 kilometros del lunes. Corría y corría. Conforme avanzaba me sentía con menos fuerzas, pero con el corazón como si fuese los pies zapateantes de un bailaor flamenco en un tablao, en el cierre de su función con un ritmo acelerado y continuo.
Ya podía divisar entre las casas, el tejado de la mia.
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Paré el cronometro. Había tardado menos de lo normal, 16 minutos. Era una buena marca para llevar solo un mes, corriendo tres días por semana.
Tenía la sensación de estar a gusto conmigo mismo, además de el cuerpo cubierto de sudor, lo que me decía que necesitaba una ducha.
Entré en casa y después de saludar a mis padres y decirle mi marca ilusionado, subí rápidamente para coger el pijama y algo de ropa interior y meterme en el baño.
Cuando me dispuse a desnudarme, me situé delante del espejo. Sentí algo raro en mi, veía a alguien extraño, como si la persona que estaba delante del espejo no fuera yo. ¿Realmente estaba siendo yo?, ¿me estaba comportando como siempre? Tuve la sensación de estar sufriendo un pequeño cambio en mi vida, como si el niño de siempre se estuviera convirtiendo en hombre, ¿estaría madurando? De repente, vi que había pasado un rato y todavía no había empezado a ducharme, tendría que darme prisa o cenarían sin mi.
Tarde un poco. Tanto que mis padres me quitaron el agua caliente. Aunque no era la primera vez yo me enfadé un poco, pero nada que no pudiese quitarse con una deliciosa cena de mamá.
Bajé escandalosamente las escaleras ya que mis zapatillas de andar por casa tenían una suela algo robusta.
Fui a la cocina y estaban allí, mi madre y mi padre, con una cara seria y algo cansados de esperar.
Mi madre tenía entonces 30 años, era una mujer muy guapa, morena con el pelo cortado a media melena y de estatura baja. Es una mujer muy simpática y amable pero a veces resulta un poco extraña. Mi padre tenía 32 años, también es muy amable pero es más serio. Es rubio como yo, y como la mayoría de los alemanes. Él nació en Munchster (Alemania) pero se vino a España a los 16 años de edad por motivos de trabajo de su padre, mi abuelo. Es muy alto, como un jugador de baloncesto, literalmente, ya que con 15 años jugó en un equipo muy bueno a nivel internacional, los Tanks, hasta que tuvo que dejarlo para emigrar a España.
Yo no dije nada porque sabía que era mejor permanecer callado, que hablar y acabar teniendo una discusión.
Mi madre rompió el silencio.
- ¿Has terminado todo los deberes?-Dijo sin cambiar su rostro serio.
- Sí, solo me queda repasar Geografía.- Conteste como si no tuviese palabras.
Y de nuevo comenzó a reinar el silencio en la cocina.Nos fuimos al salón y empezamos a ver la televisión. Cuando mi cabeza estaba a punto de dejarse caer en el sofá, me desperté y decidí marcharme a la cama.
- ¡Buenas noches! Me voy a la cama.- Les dije, sin hacer ninguna broma por la tensión que había habido durante la cena.
- ¡Buenas noches cariño!- Me dijo mi madre sin apartar la vista de la televisión.
Mi padre se había dormido como de costumbre, ya que por el día trabajaba muy duro y cuando llegaba la noche no aguantaba mas de media hora sin haber cerrado los ojos. Le di un beso a cada uno y me subí a dormir.Esta vez subí abatido. Los exámenes estaban acabando conmigo, me faltaban horas de sueño. Llegue a la cama, aparté los cojines de encima de la almohada y me metí en la cama.
Repasé todos los ríos de los cinco continentes.
Después de comprobar que me los sabía todos, sin importarme nada más y olvidándome de todo me tumbé y me dejé dormir en un sueño profundo.****
Desperté desconcertado.
Estaba en una lugubre sala, llena de aparatos electrónicos: ordenadores, grandes pantallas con imágenes de cámaras de seguridad, y una gran mesa alargada con botones que serían los encargardos de controlar la apertura de las puertas de acceso a aquella zona.
También había jeringuillas y material quirúrjico, además de muchas cajas blancas de un tamaño pequeño. ¿Serían más jerinquillas?, o ¿estarían alli los medicamentos que inyectaban las jeringuillas?
Todas estas preguntas pasaban por mi mente mientras escuchaba un ruido lejano. Yo estaba tumbado sobre el costado izquierdo en el suelo, con una mordaza en la boca, atado de pies y manos.El ruido cada vez se apreciaba mejor. Se estaba acercando y sonaba...golpe a golpe, como el gotear de un grifo mal cerrado. Eran el sonido que emitían los tacones de los zapatos de una mujer que se acercaba lentamente.
Al final pude colocar mi cuerpo mirando hacia el techo, cuando vi la silueta de una mujer que tapaba la luz de la lámpara con la cabeza. Vi como cargaba el arma que llevaba en la mano sin dar crédito a lo que estaba haciendo y mucho menos lo que sucedería a cotinuación.
- ¡Puum!
- El ruido retumbo en mi cabeza, como la explosión de una bomba con exceso de dinamita.Me desperté sobresaltado y vi en el reloj de mi mesilla que tan solo eran las 3:30 de la madrugada.
- ¡Otra vez esa horrible pesadilla!- Pensé, pero antes de que me diese cuenta que me tenía que dormir ya estaba adentrándome en un nuevo sueño.- ¡Riiing, Riiing!- Sonó el despertador.
Eran las 7:30 de la mañana, lo apagué y me volví a dormir, estaba cansado por lo mal que había dormido.
Al rato me desperté.
Me quedé pensativo durante unos minutos pensando si la pesadilla de la noche anterior era producto del sueño o era algún mensaje que el destino quería que supiese.
Me di cuenta de que no podía pararme a pensar ni un segundo más en aquel extraño suceso. Me incorporé rápidamente. Me dirigí al baño para asearme y después me vestí.Eran las 8:15 cuando terminé de desayunar y me fuí sin peinarme porque Alex me estaba esperando desde hacia más de 10 minutos.
Estaba llegando a su casa.
Él estaba esperandome al final del estrecho camino de piedras que recorría desde la puerta de su casa, hasta la acera de la calle.
Su cara parecía un poema. No le gustó nada tener que esperar por mi.Es más alto que yo, demasiado para su edad. Es pelirrojo y en ese tiempo tenía un corte de pelo actual. Muy corto para mi gusto. También llevaba por ese entonces... unas gafas azules que en mi opinión no le quedaban nada mal.
Antes de llegar hasta donde se encontraba él, me dio una voz para que aligerase mi ritmo.
- ¡Vamos, llegaremos tarde!- Dijo mirando su reloj de pulsera.
- ¡Lo siento!, pero es que anoche tuve otra vez esa pesadilla que te conté y he dormido fatal. - Le contesté cuando le alcancé.
Nos dirigimos al instituto.- ¿Sabes? Ha vuelto a suceder. Ha habido un nuevo caso de desaparición.
- ¿Si?, ¿A quien se han llevado esta vez?- Dije sorprendido. Este caso me estaba consiguiendo asustar.Todo empezó hace un mes y medio, a principios de febrero. Había anochecido hacía más de una hora e íbamos a comenzar a cenar cuando, recibimos la llamada de la abuela Julia. Es mi abuela paterna. Ella es una mujer muy agradable y siempre tiene una gran sonrisa en su rostro.
Vivimos en el mismo pueblo, ya que cuando se vinieron de Alemania y hasta conseguir algo de dinero se quedaron aquí, en casa de unos familiares. Y al ver como les gustó tanto el pueblo decidieron quedarse a vivir.
Y fue aquí donde mis padres se conocieron.Llamó para contarnos que a la mujer de Aurelio el electricista la habían secuestrado en su propia casa. Ella le dijo a mi padre, que había sido un secuestrto algo extraño y que no habían dejado huellas, por lo que la policía no tenía ninguna pista para empezar a buscar.
Todo el pueblo sentía gran pena por la familia de la desaparecida, sobre todo por su marido.Desde ese momento sentí una extraña atracción por saber quién era el responsable del suceso y por qué habría pasado con la mujer de Aurelio.
Se lo comenté a mi amigo Alex y empezamos a investigar pero, tras no encontrar nada sospechoso nos dimos por vencidos
No sabiamos quién habría sido, pero de lo que sí estabamos seguros es que había conseguido asustar a toda la población dejando un gran misterio por resolver.