|Capítulo 22|

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|Avisen de errores ortográficos|

IMPORTANTE LEER: Muchas chicas me están preguntando por qué Dante no es tan arrogante, egocéntrico, manipulador, controlador, posesivo y cortante. He leído muchos libros de poliamor en donde siempre uno de los chicos tiene las características que nombré anteriormente. No quiero que ésta historia sea como las que leí y no quiero que sea como las que ustedes están acostumbradas a leer. Elegí una versión más amigable de Dante porque quiero que ésta historia marque un punto diferente. Obvio que tiene algunas de las características anteriores, pero no todas.

Si esperan que Dante o algunos de los chicos tengan TODAS esas características, las invito a dejar de leer la historia o de última quedarse y disfrutarla. Quiero que lean algo distinto y diferente, o al menos esa es mi idea y no sé sí lo estoy logrando. Pero en fin, solo quería decirles eso, dicho esto, continúen con la lectura.

¡Gracias!

Lea

Los últimos días pasaron rápido; el viernes fui al orfanato y desgraciadamente ninguno de mis chicos me pudo acompañar ya que tenían una junta importante y se precisaba de la presencia de los tres. El fin de semana pasó de forma rápida, nuestra relación con los chicos iba perfectamente bien y todo estaba en orden.

Había hablado con los chicos, les dije que vendría a visitar a mis padres y quisieron venir a acompañarme. Obviamente me negué rotundamente ya que no sabía cuál sería la reacción de mis padres al enterarse de que andaba con tres chicos a la vez.

No los quería ocultar, jamás lo haría, pero necesito tiempo para poder procesar que todo esto realmente está ocurriendo.

Hoy ya es lunes y ahora me encuentro frente a la casa de mis padres. La casa por fuera aún sigue igual; paredes de un color violeta pastel, las ventanas con barrotes finos de color blanco, el jardín perfectamente cuidado y el auto Suv de color azul de mi padre estaba estacionado afuera.

Con una gran sonrisa golpeé la puerta con mis nudillos y cuando iba a tocar por segunda vez, la puerta se abre. Frente a mí aparece mi madre, con su cabello castaño recogido en un alto moño desordenado, sus facciones finas y delicadas. Su boca estaba abierta en una perfecta "o", sus ojos estaban conteniendo las lágrimas y una de sus manos tapaba su boca.

-Oh, mi niña- habló en un susurro sin salir de su impresión aún. Rápidamente fui estrechada en sus delgados y cálidos brazos. Escuchar su voz después de tanto tiempo me hizo morder mi labio inferior para no sollozar. 

Su aroma seguía siendo el mismo y la calidez que desprendía su cuerpo también era la misma. Un suave olor a vainilla se hizo presente en mis fosas nasales; su dulce perfume.

-Te extrañé mucho- dije mientras sentía las lágrimas salir solas de mis ojos.

-Yo también te extrañé, corazón- se separó del abrazo- Mira lo hermosa que estás, estás igual o más linda que yo- sonrió con ternura mientras acariciaba mi mejilla.

- Lo sé, crecí bastante- ambas reímos.

-¿¡Quién es, mi vida!?- el gritó de papá se escuchó y yo sentí cómo mis ojos se llenaban de lágrimas nuevamente.

-Ve a saludarlo- dijo mamá antes de darme un beso en la frente. Sonreí y me adentré a la que antes era mi casa. 

La casa seguía igual a como la recordaba: colores pasteles y llenos de vida, fotos de toda la familia por toda la casa y el increíble olor a comida que salía desde la cocina.

Dios, extrañaba venir aquí.

-¿No me vas a saludar?- le dije a mi padre a tres metros de él. Rápidamente se volteó y me escaneó de pies a cabeza. Sus ojos derramaron lágrimas y un sollozo escapó de sus labios.

Lea [SUSPENDIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora