El Señor Cielo Azul

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El Señor Cielo Azul se despertó un día animado y de muy buen humor. Ese día era muy especial, era el día de la inauguración de la Galería de Bellas Artes en su ciudad. Tomó su desayuno y después de darle un beso a su esposa en la frente salió a la calle. En una radio a todo volumen se escuchaba Mr Blue Sky de Electric Light Orchestra.
El Señor Cielo Azul respiró profundamente el aire de su ciudad y se dijo:
-¡Hoy será un gran día!
-¡Señor Cielo Azul! -. Saludaron unos niños desde un balcón.
-¡Hola! -. Respondió el Señor Cielo Azul. ¡Y adiós niños!
Todos amaban al Señor Cielo Azul principalmente los niños, no solo porque era amable y educado sino porque era un excelente pintor. Sus especialidades eran las acuarelas, podía retratar a la perfección a cualquier persona con los vívidos colores que a esta rama de las artes plásticas identifica. Sus últimos cinco cuadros habían tardado en ser pintados con tanto esmero que cuando su esposa las vió terminadas no pudo dejar de gritar de júbilo.
En mis manos tiembla la pluma solo de recordar uno de aquellos cuadros. En aquel representaba un conjunto de niños en miniatura jugueteando en una charca una mañana de primavera, uno de ellos reía mientras trepaba una rana haciéndole señas a su compañero que saltaba sobre un nenúfar, otro volaba agarrado a las patas de una cigarra y otros dos se balanceaban en los tallos de las hierbas y por un momento me pareció escuchar sus risas.
Después de mucho caminar la Galería de Bellas Artes apareció al doblar una esquina. Una multitud de personas entraba y salía. Una pareja que iba de salida claramente emocionada, conversaba entre sí y el Señor Cielo Azul llegó a escuchar:
-¡Qué maravilla de cuadro, que colores más hermosos, nunca nadie ha sabido representar el alma humana con esa crudeza!
El Señor Azul apresuró la marcha porque el sentimiento de la fama lo embargaba, y hasta pensaba, por momentos, que diría en su discurso cuando lo eligieran como el mejor artista de la Galería.
Entró con mucho esfuerzo al local y como un sabueso busca el rastro de su presa, el Señor Azul buscaba sus cuadros en alguna pared. Caminaba y asomaba su cabeza sobre los hombros de los espectadores ora aquí, ora allá pero no los encontraba.
El miedo comenzaba a invadirlo con esa frialdad en las manos, pies y estómago típico de quien siente ese sentimiento. Fue entonces cuando una mano suave como el aleteo de una mariposa se le posara en el hombro.
-A usted precisamente le andaba buscando -. Dijo una voz de mujer.
Cuando el Señor Azul volteó a ver, era un hombre.
-Sr Azul -. Siguió diciendo sin dejar morir una parodia de sonrisa que formaba su rictus facial. –Ayer no pude comunicárselo por teléfono porque tengo entendido que usted no tiene -. Y cuando dijo esto lo miró de arriba abajo como un escáner. –Lo siento mucho por usted pero sus pinturas no fueron admitidas en nuestra galería -. Y señaló con una mano cinco envoltorios que se encontraban a sus pies. –Le pido por favor que sea más conceptual en sus obras porque así su futuro…
Nunca terminó la frase. Aquel hombre era el curador de la galería y dicho esto se marchó con un enorme grupo de personas que le seguía dándole la espalda al Señor Azul
El Señor Azul no se movió por varios minutos. Sus labios temblaban. A pocos metros de donde se encontraba le llegó aquella voz de mujer que a sus oídos le parecía de una lejanía.
-Estas 34 latas conforman la obra de Endris el Harakiri, estas están llenas y selladas con sus heces fecales dentro y valen su precio en oro -. Dijo y el público no paraba de hacer fotos y aplaudir.  
-A su lado podemos encontrar estos globos titulados Cuerpos de Aire donde se encuentran los pedos del artista Guillermito el Puerca -. Y el público aplaudía emocionado.
A continuación apareció una mujer de rasgos asiáticos vestida de blanco, sentada, tocaba lo que parecía ser un instrumento de cuerda invisible, el curador emocionadísimo dijo en voz casi imperceptible para no interrumpir a la artista:
-Chin Chen Chan Chin nos interpreta ´´Las Variaciones del Mediocre´´ donde nosotros como espectador tenemos que imaginarnos el sonido de su música -. Y más de un espectador derramó una lágrima.
El Señor Azul recogió lentamente sus cinco cuadros y caminando a la salida del recinto todavía llegaría a escuchar:
-En esta obra el mismo autor con una taza sanitaria en la cabeza espera a que uno de sus espectadores defeque en su boca y luego de tragarse las heces como lo está haciendo ahora mismo, tragará pintura y vomitará sobre el lienzo… así… ¡Así, ven, que maravilla! -.
Para cuando el Señor Azul saliera del recinto el vitoreo era tal que parecía un carnaval dentro. Por alguna razón su tristeza le dio paso a los recuerdos de un libro que había leído ya hacía mucho tiempo pero su recuerdo permanecía y era la Metafísica de Aristóteles. Recordó la forma, los objetos matemáticos, la existencia, los distintos tipos de causa y mirando hacia atrás de sus labios logró salir una palabra, como ave que escapa de su jaula.
-Metatranca.

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⏰ Última actualización: Oct 31, 2021 ⏰

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