posesión

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Después de mi exitoso escape solo sobreviví con mi escaso entendimiento de la sociedad, si bien las personas a mi alrededor trataron de criarme bien, siempre me guíe por los propios criterios que yo mismo iba adoptando, aprendí de personas desconocidas y simplemente apliqué lo que consideré correcto en mi vida cotidiana.

Después de mil vueltas y noches en el banco de un parque, por fin encontré un trabajo, terminé en una finca en una montaña alejada de todo, de ayudante en algo que a decir verdad, nunca supe de que se trataba en realidad el trabajo, solo sabía que no era nada bueno.

Trabajé allí por dos años, yo me encargaba de conducir un auto que llevaba a tres hombres a altas horas de la noche, a quién sabe dónde... Alguna de esas veces aún pasan por mi mente de vez en cuando, en las noches que mi cerebro, en un intento desesperado de evadir la realidad, busca algo en que pensar, algo que recordar.

Una de tantas, fue en Julio, eran aproximadamente las tres de la mañana y yo ya estaba en el asiento de conductor en el auto, como era de costumbre, tres hombres grandes subieron, llevando consigo una hielera llena de quién sabe que cosas, yo solo me quedaba callado y hacía mi trabajo... Fue allí cuando sucedió, la mirada que permanecía clavada a mi cuello, de repente desapareció, dejando una sensación de ardor en mi cuerpo, como si de verdad algo me hubiese abandonado; mis manos temblaban frenéticamente y mi mente se quedó en blanco, en ese momento perdí el control del auto, provocando que este se desviara y terminara dirigiéndose hacia un abismo... Mis manos sin yo siquiera planearlo se movieron con una agilidad admirable hacia el volante, "hice" algunas maniobras y terminé estacionando el auto exitosamente en el borde de la carretera; con los últimos momentos de conciencia que tuve, solo pude ver una cosa por el reflejo del espejo, unos ojos demoníacos mirándome fijamente y nuevamente posicionándose en mi cuello.

Cada vez que recuerdo aquello mi cuerpo tiembla, la piel se eriza y un frío recorre todo mi cuerpo... De inmediato me doy la vuelta y me obligo a dormir.

Confía en míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora