Había llegado el otoño a un pequeño pueblo alejado de la civilización, entre toda la gente de aquel pueblo se encontraba una chica llamada, Amber Burnz... Ella era detestada por todo el pueblo, esto solamente por ser huérfana.
Un día como cualquier otro llego a la escuela, todos los alumnos la miraban con desprecio y algo de burla.
Amber trataba de no mirar a sus compañeros, más no evitaba mirarlos, después un grupo de compañeras de clase le pusieron el pie para que se tropezara, empezando a reirse y a burlar de ella todos los presentes. Esto continuó hasta que empezó a sonar la campana para entrar a clases, mientras esto ocurría ella recogía sus cosas y limpiaba sus lagrimas.
Amber: Todos los días son lo mismo, desearía ya no estar aquí para asi satisfacer a esta gente malvada.
Al llegar al salón, todo era lo mismo más ahora tenía que lidiar con los maestros, los cuales también le tenían rencor; así era casi todos los días para Amber. Al terminar la escuela se dirigío a su casa, en la cual no había nadie quien la esperara.
Ella antes vivía con su abuela, era muy feliz, pero por su edad ella falleció y sus padres desde la edad de cinco años la habían abandonado.
Cuando termino de comer lo ultimo que quedaba en la nevera se dirigío a su cama y miró hacía el techo, recordando una de las historias que le contaba su abuela antes de ir a dormir:
- Mas allá del bosque, directo hacia el norte se encuentra la entrada hacia el ¨jardín de las rarezas¨. Un bosque mágico donde habitaban criaturas que no creería el ojo humano. Animales míticos que solo se escuchan en historias, un lugar donde las sirenas cantan desde el cielo, donde el agua y el fuego puedan convivir en perfecta armonía y bailaban ante el sonido que emitía el lugar y donde los arboles dejaban caer sus hojas pero nunca terminaban de caer la última hoja.
Amber: Eso es lo que decía mi abuela... mas siempre me recordo que tuviera cuidado al soñar con los payasos demoniacos... no recuerdo como mi abuela los describía pero dijo que también habitaban en el jardín...creo que será mejor dormir para recordar.
Dijo mientras cerraba lentamente sus ojos, quedando profundamente dormida. Al siguiente día se despertó, pero esta vez, sin ganas de ir a la escuela.
Se levanto y empezó a cambiarse, se puso un pantalón, un poco ajustado, una sudadera y sus zapatos de la escuela , claramente sin olvidarse de sus calcetines.
Decidió llevarse un farol antiguo que había en el cuarto de su abuela y cerillos que encontró por la casa; después salió de su hogar solitario y se adentro en el bosque.
Caminando entre la naturaleza, empezó a llover, mojando a Amber por completo, más esto no le importo y siguió su camino; cuando estaba escondida bajo los arboles encendió el farol con uno de los cerillos, encontrándose totalmente perdida en aquel bosque.
Amber: Diablos....no se donde estoy espero encontrar algún refugio antes de que se haga de noche.
Despues de buscar por los alrededores, encontro una pequeña cueva y se adentro para refugiarse de la lluvia. De repente empezo a escuchar voces que la llamaba: ¨Amber, estamos aquí¨, ¨Ven con nosotros¨.
Al oir los susurros intento iluminar el lugar con el farol, empezando a seguir las voces y ver de donde provenían, entre mas se acercaba mas fuerte se oían, hasta que en un punto se hizo todo negro y observó una pequeña luz a lo lejos. Entro a un lugar desconocido entre cortinas de hojas otoñales y vio el bosque que solo podía ver en sus sueños.
-Amber: que es todo esto?...sera real? Es como en las historias que me conto mi abuela
Exclamo feliz viendo grandes dragones emplumados volando por los cielos, seres de hielo caminando entre las nubes; camino entre los arboles que dejaban caer sus hojas pero estas nunca acababan de caer. Al final si era verdad las historias que le contaba su abuela por las noches sobre ¨El Jardín de las rarezas." Y así es como comienza su aventura.
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el Jardin de las rarezas
AdventureAmber, la chica mas odiada en todo su pueblo, se adentrara hacia el mundo de sus historias cuando era pequeña. ahora es su oportunidad de ser feliz o de perder su oportunidad al no sobrevivir