𝙖𝙫𝙚𝙧𝙨𝙚

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Irritación.

Tal palabra describe con total exactitud el sentimiento presente en el pelinegro. Se encontraba con su ceño fruncido y mandíbula apretada, la sangre de su cuerpo hervía como nunca antes y sus ganas de callar al contrario eran colosales.

— Nuestros clientes buscan alguien en quien confiar, un producto que sepa amoldarse a sus necesidades, que sea agradable, e incluso que tenga variados usos; somos una empresa en crecimiento colegas, debemos defender lo que nuestros consumidores reclam- —no pudo terminar ya que el pelinegro lo interrumpió, impaciente.

— Defender al consumidor es algo que como empresa debemos hacer, pero no podremos comprender y amoldarnos a las necesidades de todos ellos, creo que algunas incluso serán absurdas e incomprensibles. Me parece una propuesta deplorable y totalmente ineficaz de su parte, Bang, es una empresa, no un centro de defensa al consumidor —habló totalmente molesto, sentía que el castaño era inútil y sus propuestas eran cada vez más estúpidas.

— Pero a mi manera de ver, CEO Lee, un vendedor debe cautivar al comprador con lo que ofrece, ¿de qué nos servirá vender un producto que nadie quiera? En el mundo del comercio es ganar o ganar, no podemos dejarnos vencer. —sonríe con sorna y juega con el puntero en su palma; luego de hacerlo, lo extiende señalando una parte de la pizarra, en donde se podía ver un gráfico de escalas— Aquí apreciamos como nuestra curva de demandantes disminuyó, esto fue cuando la organización estaba a cargo de usted, pero aquí, —señala como la línea comienza a crecer exponencialmente en el gráfico, parando justo en el punto más alto— fui yo el que manejó nuestro departamento de ventas.

"Menudo idiota".

Se quedó mudo, si bien Christopher tenía razón, no lo admitiría nunca, era terco y su orgullo se mantenía a flote incluso en situaciones incomprensibles.

Por su lado, el australiano sonreía victorioso, amaba provocar al menor, en su mente lo imaginaba con humo abandonando sus orejas y su rostro de color rojo, como una divertida caricatura molesta. Era tan entretenido, juraba que su único pensamiento todos los meses era llegar al día de la junta mensual de directivos, en el cual se encargaba de dejar al CEO como un completo estúpido incompetente, demostrandolo con sus acotaciones e importes a la empresa. Sabía sobre la característica cualidad de Minho de ser tan gruñón junto a él, no iba a mentir, le encantaba. Si bien ambos ejercen el mismo cargo como CEOS, era evidente que Christopher era más eficiente a la hora de trabajar, estaba claro y no tan sólo con las opiniones de los demás trabajadores, sino que la misma gráfica lo demostraba, dejando a Lee en ridículo.

— No va al caso, tu nuevo proyecto expuesto tiene que ver con satisfacer necesidades de nuestros clientes, con total rigurosidad, cosa que es casi imposible, reitero, nunca podremos complacer a todos, por eso sería bueno crear un informe sobre las preferencias de nuestros demandantes y acomodarnos sobre los resultados más altos, e intentar ofrecer productos que sepan amoldarse a los demás compradores, —el pelinegro se paseó por la sala de juntas, con todas las miradas sobre él— estamos aquí para producir nuevas ideas a un público distinto y ampliar nuestro mercado, no para seguir por detrás de las mismas personas.

— ¿No cree que podríamos unir ambas ideas? —señala con su puntero al menor— Suena bien en mi mente y mientras lo estoy exponiendo también; tenemos suficiente personal para realizar las dos tareas, buscar información sobre antiguos y nuevos consumidores, elaborar un informe con ellos... CEO Lee, me encantaría seguir escuchando lo que tiene para decir pero a juzgar por la hora, —miró su reloj, la supuesta hora de descanso, el final de la junta— deberían salir todos, porque nuestra junta se ha acabado.

Los directivos automáticamente se levantaron, apresurados a dejar el lugar e ir a almorzar, el desespero se notaba en la sala y pocos segundos después el castaño y el pelinegro se encontraban solos en el amplio lugar.