April.
Llegamos a Boston casi un mes después de decir "Si" a la propuesta de seguirlo a esta ciudad, llevo un tiempo adaptándome a la gente, a las calles, al frío... Vivir en Seattle podría dar práctica suficiente para estar cómoda con bajas temperaturas, pero nunca imaginé que el frío de Boston me hiciera extrañar el calor y no precisamente del fuego de la chimenea o de un par de cálidas mantas.
Ahora mismo es Octubre, Boston es una ciudad Naranja, cada calle tiene esas variantes de color que no indican mas que el Otoño llegó. Halloween se respira en el aire, casas de ladrillo adornadas con arañas, fantasmas y calabazas me reciben cada vez que avanzo en mi camino, eso me recuerda que en mi lista de tareas esta comprar el disfraz de Harriet, a sus casi 4 años conoce bien la primer historia del niño mago que llegó a Hogwarts con una valija y una lechuza como compañera, aun es pequeña para entender que esos libros contienen mucho más que un cuento de magia pero por lo pronto saldrá a pedir dulces con su uniforme de Gryffindor y sonrío solo de pensarlo porque ver a mi hija feliz es la mejor razón.
Estoy por llegar a casa, es extraño pensar en ese hecho, la casa en que vivimos Harriet y yo, es preciosa, un sueño para cualquiera que disfrute los espacios acogedores y la luz natural. Está ubicada a la mitad de Mt. Vernon Street, es una construcción digna que describe por sí sola las tradiciones arquitectónicas de esta ciudad.
Después de aquella noche de tormenta, donde decidí poner mi vida al revés para iniciar una nueva historia en un nuevo sitio, Jackson y yo establecimos algunas reglas de convivencia, la mitad de ellas ni siquiera tuvieron que ser mencionadas para que ambos supiéramos que deberían estar ahí: poner límites fue la más importante, asumimos de inmediato el vivir en lugares separados y jamás discutir frente a Harriet, tuvimos tiempo suficiente en el pasado para hacer esto que sería injusto traer al presente situaciones así.
Al principio confieso que no estaba de acuerdo con la idea de una casa grande y costosa, -¿pero cuando lo estuve?- cuando llegamos a 'Beantown' pasamos algunos días en casa de Catherine mientras encontrábamos un sitio donde Harriet y yo pudiéramos estar cómodas. Pasamos casi cada tarde de las dos primeras semanas buscando un lugar modesto pero que contara con todo lo que una niña pequeña y su madre obstinada pudieran necesitar.
La mayoría de los sitios que visitamos eran mi sugerencia, nada en lo que estuviéramos de acuerdo desde luego. Después de 5 visitas con el agente inmobiliario, Jackson insistió en que viéramos una de sus opciones, llegamos a una casa de escaleras marrones, una entrada a juego y paredes naranjas distintivas del ladrillo de su construcción. La casa era angosta, pero con 3 pisos e incontables ventanas rodeadas de un marco negro, me sentí abrumada a primera vista. Al entrar, del lado derecho tenía un recibidor con chimenea y área de televisión, frente a mí estaban las escaleras y la puerta de salida a un pequeño jardín, del lado izquierdo un solo espacio a lo largo, había una pequeña sala, un comedor, cuadros decorativos y lámparas de varias formas adornaban la vista. Mi reacción inmediata fue entrar a esta habitación siguiendo la luz que emanaba un enorme techo de cristal al fondo con la cocina como dueña de ese escenario, quede impresionada y seguramente mi cara no lo escondía. Me encanta cocinar, todos lo sabían y lo aprovechaban y yo solo podía imaginar pasar mis tardes de viernes cocinando la cena para mi pequeña familia de tres y ahí fue donde el pensamiento se detuvo, mi mente estaba viajando demasiado rápido.
Además de ello, la construcción tenía 3 habitaciones, un estudio, cuarto de lavado, un jardín y estaba delicadamente decorada con tonos cálidos y texturas de algodón, madera, piel y piedra.
Harriet salió corriendo como si esta casa siempre hubiera sido suya y como si conociera cada espacio a su alcance. En ese instante voltee a ver a Jackson para poner mis acostumbradas objeciones sobre el precio y su ostentosidad, pero lo que vi y sentí me dejó callada por unos momentos.
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Nuevos Horizontes - Japril
RomanceLlegamos a Boston casi un mes después de decir "Si" a la propuesta de seguirlo a esta ciudad, llevo un tiempo adaptándome a la gente, a las calles, al frío... Vivir en Seattle podría dar práctica suficiente para estar cómoda con bajas temperaturas...