Ese bello sonido era lo que la despertaba cada mañana. Aquellas criaturas que surcaban los cielos agitando sus alas, estaban cubiertos por algo que tú no puedes reconocer. No sabes que aquellas ¨cosas´´ son aves, no sabes que tienen plumas. No conoces nada, ni a nadie.
Tu madre viene a verte de vez en cuando, dice que te quiere, pero no te permite salir. Tu cabello blanco parece oscurecer con el tiempo, ya no lo soportas, quieres salir. Caminas por tu prisión, sientes que vas a enloquecer. Tus orbes celestes recorren el lugar, buscando una posible salida.
Pero no encuentras nada, abslutamente nada que pueda ayudarte a escapar de allí. Risas. Vienen del exterior, te acercas con inseguridad al hoyo que te permite ver hacia fuera. Dos niños, están jugando cerca de allí. Tu madre irrumpe en el lugar bastante agitada, abriendo tu celda y tomandote en brazos. Te saca rapidamente de ese lugar, pasando por varias habitaciones desconocidas para tí.
Al llegar fuera, tu progenitora te abraza con fuerza.
— Tienes que irte, Hikari, no es segura que permanescas a mi lado.
Miras a tu madre sorprendida, ¿que esta diciendo?
— ¡Pero madre...!
Ella solo frunce el ceño, alzando la voz.
— ¡Tienes que irte de aquí de una vez!
Dice, volviendo su mirada hacia atrás. Te entrega un collar, y te da un leve empujón.
— ¡Vete, y no mires atrás!
Comienzas a correr, mientras lagrimas escapan de tu rostro. No tienes un rumbo fijo, solo sabes que eres libre. Libre.
Miras por última vez el lugar donde fuiste prisionera por tanto tiempo, que ahora es solo una figura diminuta en el paisaje. Sigues corriendo entrando en un bosque con bastante vegetación, ya no importa lo que quedó atrás, tienes que seguir escapando.
Aullidos inundan tus oídos, pero no sientes miedo, sigues corriendo. Es un sonido tan familiar, como si fuera la voz de tu madre. Comienzas a sentirte cansada, pero continuas, no debes parar. El bosque comienza a ser iluminado por la luna, distingues a lo lejos una figura. Una figura que no camina como tú, se desplaza en cuatro patas. Esta cubierto de pelo negro, que esconden unos ojos amarillos. Te sientes feliz de encontrar a alguien que acompañe tu frenetica carrera, corres junto a ese animal, sintiendote como uno de su especie.
De repente, aquella criatura frena en seco. Despidiendote con un aullido, al volver tu mirada hacia adelante descubres que el bosque esta acabando. Un pintoresco pueblo se hace presente al terminar el bosque.
Tal vez allí alguien pueda cuidar de tí. Comienzas a caminar por la calle de tierra, observando todo con curiosidad. Sientes que alguien coloca una mano en tu hombro, te asustas un poco ante ello, por lo que volteas rapidamente.
— ¡Eh! ¡Tranquila, no te haré daño!
Te encuentras con un chico de cabello marrón, acompañado de ojos de igual color.
— ¿Estas bien? Pareces algo pálida.
No puedes salir de tu asombro, nunca habías estado tan cerca de una persona que no fuera tu madre. Parpadeas un par de veces, para luego asentir en silencio.
— Sí... — Respondes, susurrando. —
Una cálida sonrisa se hace visible en los labios del niño, rascandose la nuca.
— ¡Menos mal! Creí que te habían lastimado o algo así. Me llamo Edgar, ¿y tú?
— Hikari. — Un olor que no conoces emana del castaño.
Bajas la mirada, te sientes algo incómoda ante la presencia del chico.
— Dime, ¿tienes hogar? Nunca antes te había visto por aquí.
Niegas con la cabeza, no sabes que pasará contigo.
— Ya veo...¿por que no vienes a mi casa? No es mucho pero...
Levantas la mirada con cierto brillo en los ojos.
— ¿Lo dices en serio?
— ¡Claro! Siempre hay lugar disponible para alguien mas...
Luego de eso, Edgar te conduce hasta su casa. Mientras golpea la puerta, tú acomodas tu ropa. Te enseñaron a dar una buena impresión en cualquier circunstancia. Una mujer de cabello desarreglado abre lentamente la puerta.
— ¿Edgar?
— ¡Mire, madre!
La mujer deposita su mirada en tí, examinandote con cuidado. Una sonrisa se dibuja en sus labios al verte.
— ¿Quien es ella?
— No se de donde viene, pero esta sola.
Se acerca a tí, para luego agacharse quedando a tu altura.
— ¿Como te llamas, cariño?
Tus manos tiemblan, tienes miedo pero no sabes por que.
— Hikari. — Susurras, bajando la mirada.
La mujer pasa una mano por tu cabello blanco, acariciandolo con ternura.
— ¿Donde estan tus padres, Hikari?
Niegas.
— No tengo padres.
La madre de Edgar se pone de pie y te toma de la mano.
— Ven, vamos a darte algo de comer.
Entras en la pequeña choza, Edgar se apoya en tu hombro mientras sonríe.
— Hijo, llevala a tu habitación.
Edgar asiente y te toma de la mano, haciendote correr hasta llegar a una puerta marrón. Entran al cuarto, que es bastante pequeño.
— ¡Este será nuestro cuarto!
Sonries levemente.
— Gracias.
Susurras.
— ¡Es oficial! ¡Ya somos amigos!
Dice, con una sonrisa de oreja a oreja.
— ¿Amigos?
Preguntas, arqueando una ceja. ¿Que significa eso?
¡Continuará!
¡Espero que les halla gustado!
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Y un día, ella sería libre.
FanfictionHikari estuvo toda su infancia encerrada en una torre, no le permitían ser una niña. Cuando eres la hija del amante de tu madre, debes ocultarte. No existe otra opción. A medida que pasaba el tiempo, se volvía cada vez mas aburrido.