Caminé hacia la barra de aquel bar, me senté y le pedí al empleado un tequila. No porque me gustara sino porque fue lo primero que se me vino a la mente, no me gusta tomar y casi nunca lo hago. Pero esta es una ocasión especial.No sé donde estoy, aunque sí se porque: acabo de cortar con mi novio.
Para evitar hacer la historia larga la resumiré en unas cuantas palabras que estoy segura muchos comprenderán: Novio. Mejor amiga. Cama.Joder, y hace dos semanas habíamos cumplido un año juntos. Pensar que perdí mi virginidad con ese... ¡Ah, no encuentro insulto suficiente! Y ella que decía ser mi mejor amiga, incluso le regale una de mis blusas favoritas. Me tomé de un trago el tequila que me sirvieron en un pequeño vaso. El alcohol quemó mi garganta e hizo que se me salieran unas pocas lagrimas.
-¿Por qué esta una chica guapa tan sola?-Genial, lo que faltaba, unos borrachos que se quieren aprovechar.
-No te importa-le pagué al bar tender y salí de ahí sin mirar a nadie. Abrí la puerta y me detuve en seco, mi ex-novio estaba del otra lado de la acera preguntándole a personas sobre si me habían visto, lo sé porque hizo un gesto indicando mi estatura. Luego entró a una tienda y recordé que había dejado estacionado mi coche por donde se encontraba él. Mierda, ahora tenía que esconderme hasta que se fuera. No es que le tuviera miedo, ya le dije todo lo que tenía que decirle y no estoy en condiciones para soportarlo.
Tragándome el orgullo volví a entrar al establecimiento y me senté en lo más alejado que pude encontrar, eso significa un sillón rojo despintado en la esquina. Prendí mi celular y apareció una foto de nosotros abrazados en la boda de mi prima. Creo que es hora de cambiar el fondo de pantalla, traté de elegir una foto mía pero ninguna me convencía, así que puse una predeterminada de un ciervo en medio del bosque.-Disculpa no pretendía ofenderte hace un rato, trataba de hacer un cumplido-dijo la misma voz de la barra. Alcé la vista y me regañe por no fijarme antes de hablar. Era un chico guapo, alto, pelirrojo con más musculatura de la normal, la cabeza con un corte militar y una sonrisa que dejaba ver sus blancos dientes.
-No te preocupes, perdóname tu a mi. Estoy teniendo un mal día-sonreí cansada.
-¿Puedo sentarme?-pensé en decirle que no y luego sentí el peso del celular en mi mano con un nuevo fondo de pantalla.
-Supongo que sí. No es que sea dueña del sillón ni nada.
-Bueno, entonces significa que puedo traer a mi amigo-asentí encogiéndome de hombros-Lo siento pero es él quien esta invitando las copas hoy.
-A veces creo que solo me quieres porque te pago las bebidas embriagantes-dijo el otro sentándose junto a mi del lado contrario a su amigo, dejándome atrapada entre ellos. El chico era igual de musculoso que el primero, era mínimamente más bajo, tenía la tez morena y el pelo negro levantado en un copete-Soy Bryce-me tendió la mano y se la estreché.
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-Y mi nombre es Nahuel.
-Oh, suena extranjero...
-Lo es, mi madre es argentina.
La conversación transcurrió tranquila, hablamos sobre películas, motocicletas y política. Ya saben, lo típico cuando tienes unas cuantas copas de más. El moreno se había encargado de suministrarnos botellas de cerveza constantemente.
Después fuimos a bailar junto con otras parejas que habían ido llegando. Al parecer el bar era popular dentro de lo que cabe y a pesar de su lúgubre decoración era visitado por muchos. Contoneaba mis caderas como nunca me había atrevido a hacerlo antes, las restregaba contra el cuerpo de ambos sugestivamente. Y no tenías que ser muy observador para darte cuenta de la creciente tensión sexual. Estaba a punto de sugerir ir a otra parte cuando mi teléfono comenzó a sonar y envalentonada contesté.