La vida actualmente

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La vida siempre sigue su curso natural, en este caso no era diferente para la familia que Steve formó junto a Loki, su matrimonio se fue fortaleciendo con el paso de los años, el pasado quedó en el olvido, ninguno de ellos pensaba en lo que tuvieron que pasar para lograr ser un matrimonio consolidado.

Les sorprendía lo mucho que Hela había crecido, ahora era una preciosa adolescente de 16 años, su belleza era evidente, era como si hubieran fusionado lo mejor de Loki y Steve, al mismo tiempo dejaba entre ver el carácter de ambos en ella, poseedora de una inteligencia aguda como el pelinegro y la sencillez de su padre. 

Era una buena chica que amaba a sus padres, y que disfrutaba aún de su amistad con el hechicero supremo, este mantuvo su promesa de estar a su lado.

Ahora estaba por entrar a una nueva etapa al ingresar a la preparatoria.

Hela era amada no solo por sus progenitores, a veces visitaba a sus abuelos en Asgard, claro esto no era tan seguido pero no quitaba el hecho de que sus abuelos la adoraran, y sin duda había alguien que la admiraba... Ese alguien era el pequeño Jormund, su hermano de cuatro años, ciertamente no esperaba que sus padres le dieran un hermano cuando estaba por pasar a secundaria pero definitivamente le hizo feliz tener un hermanito.

La familia de cuatro mantenía un perfil bajo, Loki jamás imaginó que podría ser capaz de poseer tan encantadora familia, una que lo amaba y en la cual encajaba perfectamente. 

Su hija era una joven muy madura para su edad, eso estuvo claro desde que era una pequeña, solía rechazar a los niños de su edad porque se aburría de sus temas triviales e infantiles, por otro lado podía pasar horas hablando con él o su padre, su persona favorita no dejaba de ser aquel hechicero, cuando llegó Jormund las cosas fueron muy distintas. Estaba claro que el menor era alguien con mucha energía, curioso y siempre mostraba una simpática sonrisa, pudieron ver un abismo entre las personalidades de sus hijos. 

Jormund era lo que se podía esperar de un niño pequeño, amaba jugar, las golosinas, ver caricaturas, pasar tiempo con sus padres y con su hermana, fue un cambio en la dinámica familiar que ya estaba acostumbrada a vivir con una "adulta" pequeña, mientras ella quería saber sobre ciencia, arte, filosofía a una edad en que las niñas jugaban con muñecas su hijo solo quería hablar de dinosaurios, de por qué los perros olfatean el trasero de otros perros, porque su gato el señor bigotes ya no venía a su casa y si podía tener un pez dorado, amaba que jugaran con él  a los carritos o ser llevado al parque a correr con otros niños, si, definitivamente ese chiquillo era todo un torbellino. Uno que amaban.

—Papá ¿Por qué Hela tiene que ir a la escuela de chicos grandes? Yo también quiero ir con ella.

Hizo un puchero al ver a su hermana arreglada para comenzar clases.

—Jormund ya lo hemos hablado ¿recuerdas?

Respondió cariñosamente el rubio sirviendo jugo de naranja a su hijo.

—No... ¿lo hicimos?

Fingió demencia mientras jugaba con el tenedor en su plato moviendo el jamón de lado a lado.

—No juegues con la comida, se enfriará, además tu iras con papá al parque ¿se te olvido?

—no quiero ir si Hela no va...

Hela desayunaba en silencio mientras repasaba mentalmente su horario escolar, no le entusiasmaba mucho el primer día de clases pues no tenía ningún conocido, a diferencia de sus antiguos compañeros que seguramente se reencontrarían con sus amigos.

—No te perderás nada divertido Jormy —intervino la rubia llamándolo con aquel mote que le dio con cariño cuando era más pequeño. — También preferiría que estuvieras ahí, estoy segura serias el alma de la fiesta.

El hechicero y la pequeña burbujitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora