яαηgιкυ

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Si me convirtiera en una serpiente y comienzo a devorar humanos, y de la misma boca con la que devoro humanos te grito "¡Te quiero!", ¿Te puedo decir "te quiero" de la misma forma en la que lo hago hoy?
Lo único en lo que puedo pensar ahora mismo en ella. Apenas siento el dolor de las heridas. El miedo me paraliza mientras caigo con un golpe sordo al suelo. Aizen sonríe, complacido. Sus ojos no pierden la compostura mientras los utiliza para mirarme con desprecio y satisfacción. "Has fracasado", es claro que me transmiten eso. Y ya lo sé. Fui un estúpido. ¿Por qué no actué antes? Lo único que hice fue conseguir un poco de tiempo para que pasara lo inevitable. No puedo morir aquí. No puedo dejar que Él los asesine a todos, pero, en especial, no puedo dejar que la toque a Ella. No se merece pagar por mis errores. Nadie se lo merece. Sé lo que debo hacer, pero no logro hacer acopio de mis últimas fuerzas. Soy el único que puede detenerlo, es evidente que nadie más en este maldito lugar está a su nivel. Debo intentarlo, sin importar qué. Lo sé, y aún así, mi cuerpo es testarudo y no quiere levantarse.
Mi mente también se une a ese cruel juego para incapacitarme. Recuerdos de una aciaga época llegan hasta a mí.

- ¡Gin!

Era una mañana como cualquiera. Desde que había salvado a esa joven pelirroja, vivíamos juntos en el Rukongai. Sabía que se llamaba Rangiku, y que los responsables de su ataque y posterior abandono en la zona desértica habían sido Shinigamis del gotei 13. Menuda ironía... Los protectores de la Sociedad de Almas atacando a los débiles. Desde que nos conocimos, Rangiku no se separa de mi lado. Siempre está conmigo y me sigue a todas partes a tal punto que ya la considero una especie de hermana menor. Incluso siguió mis pasos hasta Seireitei Por eso mismo, prometí que la protegería a cualquier costo de quienes quisieran hacerle daño.

- Gin... ¿Sucede algo?- Rangiku dejó el caqui seco que estaba comiendo junto a mí. Sus ojos reflejaban preocupación -¿Estás bien?

Me vuelvo hacia ella. Se ve tan adorable con las mejillas levemente infladas, haciendo pucheros con sus labios carnosos y redondeados. Acaricio su cabeza con delicadeza y sonrío.

- No te preocupes por mí. Continúa con tu comida, yo te seguiré después

- Si tú lo dices...

Lo único en lo que pienso en ese entonces es en cómo protegerla. Le han arrebatado tanto... Ha sufrido mucho a manos de personas crueles y sanguinarias. Estaría dispuesto a perder mi humanidad por mantener la inocencia de Rangiku intacta. Con esa idea en mi cabeza, ingresé a la escuela de Shinigamis. Quería librarme de aquellas pestes que habían atentado contra la vida de mi "pequeña hermana". Ya conocía la identidad del cabecilla que había jugado cruelmente con mi querida Rangiku. Lo tenía en la mira. Pero, claro, ella debía seguirme. Tampoco planeaba dejarla sola, pero al parecer eso creyó que pasaría. No me iría por siempre... Lo siento, Rangiku. No era mi intención asustarte de ese modo. Pero mi fuerte nunca ha sido hablar con las personas. Deberías saberlo perfectamente. Nunca había confiado en otra persona antes. Ni siquiera contigo, la joven que ablandó mi corazón y la única que realmente me importaba, pude ser cordial y abierto. Es mi naturaleza, al fin y al cabo. La de un depredador sucio y astuto como las serpientes. Simplemente no quería envenenarte como los demás, querida Rangiku. Quería guardar las distancias contigo, porque podía hacerte daño. Si iba a perder toda mi humanidad e inocencia por conservar la tuya, era mejor que no lo vieras.
Siempre supe lo que Aizen tramaba. Y sabía lo que él había hecho. Ya tenía motivos para querer matarlo. Después de todo, fue por él que saliste gravemente heridas... Pero aquello que se traía entre manos ya era demasiado. Su plan era ambicioso, y amenazaba con acabar con todo. Eso no me habría pertubado... Si ese "todo" no te incluyera. Si alguien quería hacerte daño, se las vería conmigo. Nadie puede tocar siquiera uno de tus cabellos sin mi consentimiento. No soy posesivo, solo quiero protegerte, Rangiku. Es por eso que escapé a Hueco Mundo. Es por eso que no no te revelé mi plan. Es por eso que me disculpé contigo. Sé que debí causarte muchísimo daño. Pero era necesario, espero que puedas comprenderme. Ese hombre ya te había hecho mucho daño una vez... ¡No dejaría que sucediera de nuevo! No si puedo impedirlo.

υʅƚιɱσ ʂυʂριɾσ (rαngíku х gín)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora