Debió tener una vida antes de esto. Una madre, un padre, un hogar. Quizás hermanas, o hermanos. Pero había pasado tanto tiempo – demasiado tiempo – y ahora todo lo que conocía era este juego sangriento. Sus manos no conocían otra forma más que la de empuñar con fuerza una espada, blandiéndola eternamente, abriéndose paso a través de la piel y el hueso.
Todos intentaban correr, por su puesto. Construían paredes y se acobardaban en las esquinas, pero siempre los encontraba. A veces, rogaban. A veces, escogían saltar de precipicios en lugar de hacerle frente. Y a veces, lo miraban de vuelta con ojos tan vacíos como los suyos y aceptaban a la muerte con brazos abiertos. A esos era a los que envidiaba más.
Technoblade nunca muere, susurraban alrededor de fogatas y hogueras funerarias. Rogaba que eso no fuera verdad.
Las voces lo guiaban a reinos y condados y pueblos – no importaba lo que le ofrecieran a cambio, las voces no demandaban moneda, demandaban sangre. Peleaba con hombres audaces y estúpidos, reyes avaros y soñadores rebeldes. Peleaba junto a ejércitos condenados a fallar y los llevaba a la luz de la gloria.
Había perdido la cuenta de con cuantos aliados había peleado lado a lado – después de un tiempo, sus nombres y rostros se esfumaban en los huecos de su borrosa memoria.
Y luego estaba el Ángel de la Muerte.
Él era de las pocas personas cuya reputación igualaba la de Techno. Había escuchado del ángel entre susurros del chisme de taberna. Escuche que tiene alas de obsidiana, un cliente le decía al otro entre las copas de cerveza. Escuche que masacro un ejército entero, por su propia cuenta. Asusta incluso al Dios Verde.
Technoblade había comenzado a imaginarse a un hombre despiadado – un carnicero inmortal con la misma mueca desdichada que él. Pero Philza no era un ángel vengador. Solo era Philza.
Se conocieron por coincidencia, en una tierra de hielo y nieve. Era árida y estéril, pero trabajaron con ella, juntos – primero como aliados y luego como amigos. A pesar de todo, Philza tenía una sonrisa brillante en lugar de una desdichada, se reía en lugar de burlarse. Cuando los días eran tranquilos, pasaban el tiempo meditando en silencia, tomando té y jugando ajedrez, logrando acallar los gritos en la cabeza de Techno, aunque fuera solo por un momento.
"Sabes", dijo Techno durante uno de sus enfrentamientos (estaban en forma, por supuesto, porque los tiempos pacíficos nunca duraban lo que la gente quiere), "las historias nunca hablan sobre este lado de ti."
Philza se detuvo, una pequeña sonrisa en su rostro. "¿Oh?" dijo. "¿De qué hablan las historias, entonces?"
"Te llaman el Ángel de la Muerte." Techno enterró su talón mientras Philza arremetía a golpes contra el con su espada sin filo. "Decían que dejabas un camino de destrucción en tu despertar, que nada – ja ¡" Techno esquivo el golpe y fue a la ofensiva. "- que nada es sagrado para ti."
El filo de sus espadas se encontraba. Se empujaban, intentando tener la ventaja, y solo fue porque estaban parados tan cerca que Techno noto un cambia en los ojos de Philza: una frialdad durante un momento que era tan brutal como la ventisca atroz que resonaba afuera. Estaba ahí y desaparecía en un instante. La luz regresaba a sus ojos, y Philza se reía mientras embestía contra la espada de Techno.
"Las historias son cosas curiosas," dijo Philza mientras atacaba de nuevo, apenas dándole tiempo a Techno para esquivar. "Algunas son verdad..."
Se movía tan rápido. Techno no podía hacer nada más que pararse ahí mientras Philza le daba un golpe en las costillas, tumbando a Techno al suelo del cuarto de entrenamiento. Techno se arrodillo, pero Philza ya estaba de pie sobre el apuntando la espada sobre su cabeza, sus ojos brillando con una emoción que Techno no podía identificar. Por primera vez en su larga vida, arrodillado ahí frente a la primera persona que llamo amigo, Technoblade se sentía perseguido.
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Passerine (Español)
Fanfiction"Lo entiendo. Escuchaste que el lugar que amabas estaba en problemas, así que volviste, pero no- yo solo- ¿Por qué no me llevaste contigo?" Y ahí estaba, por lo menos. Catarsis, o algo cercano a eso. "Los habría perseguido contigo, Philza, la gente...