Duelo eterno, alma ardiendo.

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El dolor abre la consciencia. Aquellos que disfrutan de la vida no se preguntan mucho el por qué. Los que sufren se preguntan el por qué.

Y yo amigo mío te amo eternamente, no me importa dónde estás y dónde estaré. Te voy a seguir amando esta vida y la siguiente.

El dolor de tu pérdida es un fuego, que me recuerda que tengo el tiempo contado y que el que ama sufre.

Entrenar me alivia un poco ese dolor, esa ira, esa bronca y tristeza acumulada y mezclada. Días que no me quiero levantar, días que me levanto para entrenar.

Como cuando veíamos Dragon Ball, la ira despierta a un guerrero. Descargo entrenando y cada vez mejoro más, pero sé muy bien a qué coste. 

No hay vuelta atrás amigo mío, no hay nada que pueda decir ni hacer para que vuelvas.

Tantas cosas me encantaría contarte amigo, tantas cosas que me duele, tantas risas que tuve, tantas anécdotas. Sé que promesas que me dijiste ya no se podrán concretar.

¿Así es la vida no? Nos sobrepasa de todas formas y nos golpea duro.

Quiero decirte amigo mío que en mí nunca vas a morir, es un dolor que me mata y que me hace renacer como fénix.

La vida me parece muy cruel, espero verte del otro lado si es que hay algo.

Amigo mío, con lágrimas y con angustia te escribo esto.

Te amo Alda para toda la eternidad.

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