De pequeño no pudo proteger su aldea, separado de su otra mitad, obligado a pelea por 9 años, consiguió libertad durante un año aunque debido a su fama, lo volvieron a buscar
Los materiales utilizados en esta historia no me pertenecen, créditos a su...
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Es una noche tranquila en un puesto de los cazadores de dragones que tenía las jaulas llenas pero una potente llamarada le abrió un gigantesco agujero en la nave insignia a la vez que varios dragones atrasaban con el lugar.
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En la isla de Viggo, este acaba de marcar uno de sus puestos avanzados, otra vez.
Viggo: Estos ataques están perjudicando los negocios *molesto* Axel y su manada me hicieron más estragos que los jinetes desde que nos conocimos.
-Ryker: Axel está haciendo añicos nuestros puestos, él nos está devolviendo el favor cuando arrasamos su aldea.
Viggo: Es cierto *viendo un mapa* pero de cierta manera, esto es bueno, Hipo y sus jinetes dependen mucho de Axel.
Ryker: Eso me recuerda, ya están listas.
El pelón silbó y dos cazadores trajeron unos barriles con un líquido adentro.
Viggo: Perfecto *viendo el contenido* bastará para dañarlo.
Ryker: ¿Seguro que funciona?
Viggo: Todo dragón, por más fuerte que sea, si sus defensas son penetradas, se retira por instinto para evaluar la situación, además llega siendo hora de atrapar un dragón que ni Hipo Abadejo pueda liberar.
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Era una tranquila mañana con tres barcos saliendo por una ruta mercante, entre ellos Johann quien recordaba una de sus anécdotas porque cierto aroma se le hizo familiar, no obstante, los tres barcos fueron jaladas por un remolino de agua siendo tragados dos de estos mientras que Johann pudo salir de aquel torbellino mortal.
Mientras tanto, en la Orilla del Dragón, los jinetes estaban haciendo sus quehaceres pero los dos gemelos estaban viendo a un Axel que hacía ejercicio.
Brutacio: Sigue así, lo estás haciendo bien.
Brutilda: Ya deja que te caigan encima, no llegarás a las 500.
