Cinismo

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El coche modelo Audi A3 Sedan de color amarillo chillón con neones color rosa pasaba entre las calles curveadas de la zona de Vinewood, danzando entre las calles iluminadas por los faros de la carretera. Ante la vista de Jack no había luz, era oscuridad completa y no existía dichosa luz aparte de la que reflejaban las luces neón contra el asfalto. Tenía los faros encendidos, evitando el hecho de matarse por no ver la carretera. Sin embargo le seguía pareciendo un largo camino oscuro.

Había terminado su turno en la comisaría, los del turno nocturno habían sido encomendados por el superintendente, quien ya debía regresar a casa para cuidar a su esposo en casa. Las tareas del superior fueron dejadas para los comisarios encargados del mismo turno, así mismo como habían dejado a antiguos trabajadores para no tener que dar lecciones por la noche oscura y densa.

Desde que se había casado, abandonó el piso que tenía por la zona centro en los mejores edificios para rentar. Su esposo quería vivir en una casa de la zona de Vinewood, con un balcón muy bonito y una piscina. Jack se encontraba tan embriagado de su amor y sus palabras dulzonas que simplemente compró la que más le gustó a su esposo.

Por otra parte estaba su esposo, se llamaba Gustabo. Él siempre decía que su madre estaba drogada el día que nació, luego cambiaba la versión y decía que jamás fue a la escuela y que por eso era un Gustabo con b. Era un chico rubio, muy apuesto, de baja estatura, con ojos brillantes y azules de zafiro. Su brazo derecho estaba lleno de tinta y trazos de tatuajes, y parte de la mano también. Sin embargo había dejado de trabajar por su descomposición que tenía su cerebro.

        Esquizofrenia era su nombre.

        El coche finalmente se detuvo frente a una casa de dos pisos con toque rústico y moderno a la vez. La construcción se basa en la parte de la entrada es realmente el segundo piso, mientras que por debajo están las habitaciones y oficinas. Es mayormente de madera y concreto, con las paredes blancas y lisas y con la madera plana y simétrica. El suelo es de madera color negro, puesta en tablones que forman escaleras y la parte del piso en el balcón. La parte de la piscina es todavía mejor, por los azulejos cafés que la rodean, así mismo completando su elegancia con la belleza de jacuzzi que había junto a la piscina.
        Era una mansión, tenía el toque de ser moderna por los cuadros y la decoración; había cada mínimo detalle puesto con orden y todos los libros de la estantería estaban ordenados por alfabeto. Tenía el estilo de Jack y el orden de Jack. Incluso la pequeña sala de gym tenía el nombre del mismo. Los muebles modernos color rojo, las sillas sin respaldo, la chimenea automática, los enormes ventanales de ambos pisos. Todo aquello tenía el nombre de Jack, ¿qué pasaba con Gustabo?

        Aparcó dentro de la cochera, suspirando cuando se encontraba totalmente dentro, en la oscuridad del cuarto, iluminado con los faros, los jarrones de taza pintados, propietarios de Jack. Al notar sus obras de arte sin pintar al total y sin alguna forma que aseguraba su seguridad, inmediatamente abrió grande sus ojos, mostrando que su expresión cansada y llena de sueño no era aquello lo único que podía mostrar. Cogió la bolsa con las respectivas compras y salió velozmente de casa. Algo no iba bien si veía sus cosas fuera de casa. Nada podía indicar que todo iba bien si veía la furia y malestar mental de Gustabo reflejado en cuánto quería estar solo en casa.

        Salió cerrando el auto, apresurando sus manos temblorosas y huesudas. Con su brazo sostenía la bolsa de papel color marrón y trotaba por la puerta que dirigía hacia dentro de la vivienda, uniendo a la barandilla de metal que dirigía hacia dentro de la casa. Los ventanales mostraban un rastro de sangre y una parte del vidrio rota, y fue aquello lo único que necesitó para alarmarse de sobremanera.

La puerta del balcón transparente para deslizar estaba abierta para su suerte, con lo cual apresuró cada movimiento para poder entrar y asegurarse de que su esposo estuviera bien; claramente con aquello que vio en el ventanal no le aseguró que estaría más feliz que nunca, pero al menos quería asegurarse de que no estaba sangrando de más. Al abrir la puerta de apresuró en dejar las compras en la encimera, importándole poco si se volcaron y se cayeron unas cosas al suelo; ahora mismo no sentía que lo demás importaba, quería tranquilizar a Gustabo y tener por seguro de que estaba bien. Bajó las escaleras con prisa, apagando de paso la chimenea encendida. Corría por las escaleras, olvidando el hecho de su cansancio y dolencias de aquella vez pasada, portando un hematoma en las rodillas. Dolía su cuerpo atormentado, pero tenía que saber que estaba bien.

En Las Garras De Su EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora