Camino rojizo entre las estrellas │Xingyun

II: Amarillo.

Pasaron semanas, después de que te recuperaras en ese tiempo llevamos una buena amistad siempre íbamos juntos a las calles de Liyue a pesar de que vivieras un tiempo en mi casa la cual mi familia nunca se opuso, intentaba buscar una forma de poder escabullirme.

Descubrí que no te gustaban los chiles, comida picante en general o lugares que hacían mucha calor porque siempre terminabas muy mal o hasta a desmayarse, no sabíamos ninguno de los dos cuál era la razón de ello y recuerdo como hacíamos todo tipo de pruebas para saber que era lo que te afecta o no cosa que no salió para nada bien.

También descubrí que te gustaba mucho la comida fría como los helados mayormente (aunque era un poco extraño que los comieras en pleno invierno). Y la lectura de lo paranormal, ya que era los libros que más prestabas atención cuando te leía algunos, también te gustaban mucho las cosas amarillas aunque yo aseguraba que tu color favorito era el azul.

Solía llevarte girasoles cada día en el hospital tu habitación estaba llena de las mismas flores las cuales estaban muy bien cuidadas, en el momento que entraba se me olvidaba el tiempo y siempre terminaba pasando horas la cual conversamos entre nosotros o solamente te regañaba por lo impulsivo que eras.

Es lo que había hecho que terminarás hospitalizado por una pierna rota después de tantas advertencias de que no hicieras tanto sobre esfuerzo físico.

Cuando supe que te habían internado por un momento dejé todo atrás y fui a verte me recordó a la primera vez que nos vimos, aunque no lo supieras había aguantado las ganas de llorar cuando vi que no era nada grave.

Me sentí débil con la idea de que esta vez no te había podido salvar, pero luego esos sentimientos cambiaron al observarte saludando con tu mano mientras tu pie estaba alzado reposando en la camilla. Me acerqué hacia ti abrazándote a pesar de que estabas confundido al respecto sentí como tus brazos se envolvieron con mi cuerpo, si hubiera sabido antes que tus abrazos eran tan cálidos lo convertiría en algo diario.

La mayoría de enfermeros ya me conocían por las repetidas veces que iba a visitarte, solía ya escaparme de cualquier cosa del gremio o reunión cosa que a mi padre no le empezó a gustar demasiado, después de todo tenía que estar en los negocios familiares y no visitar cada rato al chico que no se movería de allí aunque lo intentará.

—Dime cualquier cosa que se te venga a la mente —escribía las últimas estrofas en la pequeña mesa que había en ese lugar mientras tú intentabas matar el tiempo viendo por el enorme ventanal que había— ¿Tanto te interesa ganar ese concurso de escritura? —preguntaste mientras te levantabas un poco de la camilla aunque te lo impedía lo que sujetaba tu yeso en alto— Por supuesto mi querido Yunyun, esto es una gran oportunidad. —conteste totalmente orgulloso al admirar la obra que tenía delante de mí, me faltaba poco para finalizarla y también gracias a unos contactos había encontrado una persona en la región vecina para las ilustraciones de esta. Sin dudas depositaba toda mi fe en que esto se vendería muy bien en las librerías.

— Estrellas —contestaste sin más quejándote por debajo de que no pudieras hacer tantos movimientos— ¿A qué te refieres con ello? —pregunte algo confundido, si bien podría entrar bien en la novela tenía diferentes significados, tenía curiosidad en saber tu punto de vista al respecto.

— Hmm las estrellas siempre están en el cielo aunque no se contemplen, hay algunas que se iluminan más que otras y las fugaces solo aparecen una vez —en su momento no le tome tanta importancia a tus palabras después de todo pensé que era una explicación simple sin entrar a profundidad, reí por lo bajo dejando lo que estaba haciendo y me eche a un lado tuyo de la cama— ¿Tanto quieres ir a verlas, Yun? —pregunte la cual tú me respondiste afirmando de forma firme, tenía una idea en mente que ahora que uno lo piensa había sido muy loca, pero quizás era por el momento.