-𝟎𝟎𝟏

311 31 3
                                    

     𝐄𝐑𝐀 𝐃𝐄 𝐍𝐎𝐂𝐇𝐄 𝐘 𝐋𝐀 𝐋𝐋𝐔𝐕𝐈𝐀 𝐂𝐀Í𝐀 𝐀 𝐂𝐀𝐍𝐓𝐀𝐑𝐎𝐒, el clima parecía no dar señales de mejorar

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


     𝐄𝐑𝐀 𝐃𝐄 𝐍𝐎𝐂𝐇𝐄 𝐘 𝐋𝐀 𝐋𝐋𝐔𝐕𝐈𝐀 𝐂𝐀Í𝐀 𝐀 𝐂𝐀𝐍𝐓𝐀𝐑𝐎𝐒, el clima parecía no dar señales de mejorar. La escala en aquella ciudad les había caído de lo peor a los pasajeros pertenecientes a la milicia, solo querían volver al cuartel y descansar de la aburrida y pretenciosa gente de allí. La mayoría eran unos metetes o al menos así lo parecía cuando los veían.

La situación iba empeorando por las gotas espesas e incesantes; No se hizo esperar la llamada de los altos mandos de otras unidades informando el retraso de su vuelo por el mal tiempo. Por lo que, decidieron mandar al resto de sus subordinados a un hotel mientras ellos bajaban por una bebida caliente para descansar sus piernas y trasero adormecido por las largas horas de espera.

—¿Nunca habrán visto a un hombre sin un brazo? —Preguntó molesto el comandante al ver las miradas chismosas que le dirigían las personas a su manga vacía.

—Están contando nuestras insignias, idiota. Y viendo a Selena, cuestionándose si es un soldado o un maldito duende disfrazado. —Murmuró el capitán a su lado con su típico semblante serio, aunque podía notarse un deje de diversión en su voz cuando se dirigió a la menor de los presentes — Aún no es Halloween, mocosa. —

La joven agitó sus hebras cortas y oscuras imitando una mueca de indignación

—Ja, Ja. Lo dice el soldado más bajo del ejército. —soltó una risotada mientras seguía hablando mirandolo de forma burlesca— ¿Le recuerdo que fue a usted a quien confundieron con un niño esta mañana y le preguntaron si quería helado de postre? —

—Maldita escuincla... —Gruñó en respuesta decidido a darle un golpe, pero fue detenido por el de mayor rango quien los regañó antes de que ambos capitanes se agarran en público.

—Basta, los dos miden 1,60. Son unos enanos, punto. — habló tratando de mantenerse sereno, pero sus risillas no se hicieron esperar ni mucho menos sus comentarios —No me llegan ni al hombro. —

Hazel, la subcomandante estalló en carcajadas al ver la mala mirada que le daban al rubio los dos capitanes. Se reía de forma exagerada y desaliñando aún más su atuendo e intento de peinado.

—Claro, como tú mides más de 1,80. —Se quejó la más baja siendo apoyada con un asentimiento de cabeza de Leo a su lado, ambos poseían características físicas similares, tanto que fácilmente podrían pasar por parientes. Y lo parecían, a pesar de su diferencia de edad y lo molestosos que podrían ser entre ellos, siempre se cuidaban las espaldas.

Antes de que empezaran otra discusión como normalmente harían, la mayor cambió su cara a una sin expresión haciendo que le miraran —Teñido y enanos, será mejor que nos apuremos, debemos ir al hotel y supervisar a los cadetes que ya deben de haber llegado. Mañana tomaremos el avión para poder volver a casa. —

—Sí, Hazel. —respondió amigable la joven capitana terminando su té junto a Leo quien solo asintió tranquilo degustando el cálido líquido de su taza.

—¿Creen que ahora que me saqué el abrigo juzguen mi cabestrillo?, digo ahora verán que si tengo brazos, pero no puedo moverlo. ¿Es lo mismo? — Preguntó con una mueca un tanto avergonzada, mientras intentaba pasar sus manos nerviosamente por su abundante cabello amarillento y duro por el uso de gel.

La mujer de coleta escupió el liquido de su boca de la risa, mojando al comandante que tenía sus cachetes cada vez más colorados tratando de limpiar su rostro. Esta como costumbre se carcajeaba de manera descomedida, sostenía su estómago y agachaba su cabeza manchado sus hebras castañas con lo que había en la mesa, todo ante la mirada asqueada de los dos capitanes.

El de semblante estoico se limitó a regañar a su superior, mientras bebía tranquilamente de su taza—Callate, Elías. Y controla a tu animal o nos van a sacar. —

Leo iba a seguir hablando, pero recibió un zape de la capitana a su costado desordenando su pelo negro bien peinado

—No seas grosero con bracitos. —



▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃

En el puerto, a las afueras del edificio se hallaba Riley. Había estado observado curioso a las personas en busca de nuevas adquisiciones. Hasta que vio las gabardinas de ese pequeño grupo, que pronto confirmaron sus sospechas, eran soldados. Al parecer estaban de paso por Seattle;

Con el mismo plan que venía ejecutando los últimos meses, optó por esperar entre las sombras a que salieran, creía que podrían serle de utilidad a Victoria y el ejército de neófitos que estaba creando o eso esperaba. Tal y como pensó no tardaron mucho en abandonar aquella cafetería emprendiendo camino a tomar alguna locomoción.

Era tarde, las calles vacías, oscuras y mojadas. Las pocas personas que se encontraban cerca estaban dentro de los bares de alrededor, ajenos a todo lo que pudiera pasar.

Aprovechó que los de uniforme iban distraídos hablando en un idioma que no entendía para acercarse, dispuesto a comenzar "la función" a velocidad vampírica paso por delante de ellos dejándolos descolocados.

—¿Qué fue eso? — escuchó preguntar al más alto.

Una de ellos retrocedió en una posición tensa alerta a cualquier movimiento, siendo escogida por el vampiro como la primera víctima. En cosa de segundos mordió su cuello, su velocidad fue prácticamente imperceptible para los humanos. Quienes alarmados se giraron al oír a la muchacha ahogar un grito de dolor cayendo el piso ante la sorprendida y preocupada mirada de estos.

—¡Selena! — escuchó exclamar preocupado a un hombre similar a ella, este se tiró al piso mojándose por el ambiente torrencial tratando de ayudar a la chica que se retorcía desesperada y soltando alaridos por el dolor mientras que los otros dos se ponían en postura de defensa a su alrededor.

Pobres ilusos, pensó al ver lo inútiles que serían sus intentos de protección contra el

Observó como el hombre de cabellos oscuros quedaba en shock al ver una mordida llena de sangre en el cuello de su compañera.

—¿Qué mierda...? — lo escuchó murmurar.

Decidido a ir por él, se le iba a tirar encima, pero se quedó piedra al ver que este empezó a succionar la herida haciendo un gesto de dolor. ¿Acaso eso era posible?

—Oh no, no vas a arruinar mis planes... —Murmuró con colera, ¿No podía simplemente huir como los demás cobardes harían?. Estaba molesto, pero no podía negar que también interesado, quería ver si sus débiles intentos de ayudarla podrían funcionar.

La chica parecía estarse desmayando por el ardor y cuando el inmortal creyó que la salvaría se deleitó al ver como el hombre sin resistirlo más caía a su lado retorciéndose, soltando gritos de agonía al igual que ella a causa de su veneno.

Riley inmediatamente fue directo a por él y sin importarle que ya tuviera ponzoña en su sistema, lo mordió, lo mordió con brutalidad encargandose de desgarrar la herida en muestra de su molestia por casi arruinar su propósito.

Elías y Hazel se arrodillaron a los costados de sus compañeros sin saber que hacer ¿Qué era eso? ¿Qué estaba pasando? ¿Qué les hicieron?

No tuvieron tiempo de reaccionar. Lo único que escucharon aquellos cabos fue un sonido gutural, se oía como un animal salvaje para luego sentir un potente ardor extendiéndose por todo su cuerpo.

El inmortal los dejó allí, tirados en un inhabitado callejón bajo la densa lluvia como si nada hubiese pasado, yendo a por más víctimas para la guerra que se avecinaba contra el famoso clan Olímpico.

Ya casi, amor mío...— Susurró al viento esperanzado pensando en su amada pelirroja y lo poco que les faltaba para estar juntos.

Lástima que para ella, Riley solo fuera un peón más.


You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Nov 11, 2021 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

 | 𝐍𝐄Ó𝐅𝐈𝐓𝐎𝐒 | Jasper Hale - 𝐏𝐑Ó𝐗𝐈𝐌𝐀𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄Where stories live. Discover now