𝐋𝐞𝐭𝐳𝐭𝐞𝐫 𝐓𝐞𝐢𝐥

696 86 28
                                    

-¿Qué? ¡Oye, suéltame idiota! - El cuerpo de MinGi sobre el mío me impedía totalmente el movimiento. ¿¡Que mierda le pasa!?

MinGi no me contestó. Por un momento pensé que estaría bromeando, pero su silencio y su desnudez lograban desechar esa idea. Intenté mirarlo a los ojos, pero su cabello me lo impedía, miraba hacia abajo, no estoy seguro de qué, pero comenzaba a sentirme asustado. Parecía ¿dormido?

-MinGi... - Le hablé moviéndolo un poco de sus brazos. Pero no respondió. Siguió en la misma posición, sobre mí y su rostro perdido - Mierda, MinGi ya... - De un movimiento demasiado repentino, mis manos fueron arrastradas hasta quedar sobre mi cabeza, y mis brazos extendidos en mi contra. MinGi se encargó de sujetarme con fuerza, demasiada. Levantó su rostro, hasta dejarlo por fin frente al mío. Sus ojos estaban oscuros, y su melena se ceñía a su frente.

-Vuelve a decir mi nombre... - Su voz era grave. Más ronca de lo que normalmente es - Y te follaré duro y sin compasión - Mi cuerpo entero tembló por la amenaza. ¡¿Está hablando enserio?! Mierda, comienzo a preocuparme.

-MinGi deja de jugar. Si esto es una broma, quiero decirte que no es graciosa, porque... - Una de sus piernas se colocó entre las mías y las separó de golpe, interrumpiéndome.

-Te lo dije... - Musitó.

-¿Qué? Oye no, yo... - Una de sus manos cubrió mi boca, mientras la otra me siguió sujetando. Y ahora sí, me asusté. Escondió su rostro en la curva de mi cuello y sentí un escalofrío cuando la punta de su cálida lengua recorrió mi piel fría. Lo hizo sin ninguna clase de gracia o mentira impregnada en el acto.

Como si yo no fuera su mejor amigo, o como si no fuera simplemente yo. Intenté liberarme pero era demasiado fuerte.

Mierda, ahora es cuando odio que el idiota mida once centímetros más que yo. Comencé a llamarlo, pero su mano me impedía hablar con claridad.

Joder, ahora estoy asustado.

MinGi descendió su cabeza, pasando su lengua por mi piel. Depositó una mordida descuidada en mi clavícula que logró erizarme por completo. Mierda, allí no.

Apartó su mano de mi boca.

-MinGi ya. Quitate... - Ordené en cuanto quedé liberado. Pero él sólo me ignoró y colocó su mano libre sobre el lugar menos apropiado - No... - Comenzó a masajearme, pasando la palma de su mano con movimientos circulares - No toques... Allí - Suspiré con voz baja. Su gran mano siguió acariciando, cambiando ahora su trayectoria y haciéndolo de arriba a abajo. Mierda... Se siente bien... - MinGi no... Ya-ya deja... - Rogué con voz temblorosa. La mano entera de MinGi se cerró sobre mi nueva erección por sobre mi ropa - ¡MinGi! - Joder, ¿Por qué lo hace tan bien? ¡Pero no! - Min... MinGi ya, esto no... - Alzó su mano y la metió dentro de mi pantalón de pijama y el bóxer. Toda su mano sujetó mi pene erecto, amoldándolo en su palma caliente. Gemí.

Oh Dios no. Esto no es correcto.

-Sí te gusta... - Sus roncas palabras sacudieron mis sentidos por completo. MinGi comenzó a bajar y subir su mano a lo largo de mi miembro. Cerré mis ojos. Mis brazos sujetados hacia arriba por MinGi estaban casi entumecidos. Pero el placer que comenzaba a sentir hacía que se me empezara a olvidar - Te gusta mucho - Besó debajo de mi oreja y suspiró cerca de ésta misma. Sentí cómo uno de sus dedos dibujaba el contorno de mi punta húmeda. Mi cuerpo entero tembló.

Sí, sí me gusta. Esto me gusta mucho.

MinGi apretó mi erección entre sus dedos, acarició mi sensible piel con parsimonia. Cada rose comenzó a estremecerme. Demasiado placer. Demasiada lentitud.

 𝗦𝗲𝘅𝗼𝗺𝗻𝗶𝗮 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora