Bucle temporal.

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Terminó de anotar la tarea que pidió su profesor de Ciencias Sociales y empezó a guardar sus cosas en su mochila con calma. El único club en el que estaba inscrito era el de informática, pero éste no tenía ni una sola actividad programada para ese día porque el salón con todo el equipo que solían usar estaba siendo remodelado, así que en esa ocasión podría salir de la escuela un poco más temprano que de costumbre.

Era un cambio en su rutina, pero no era suficiente como para emocionarlo. Sin darse cuenta, terminó envidiando por milésima vez a los protagonistas de libros, cómics, películas y series de televisión que siempre experimentaban cosas interesantes o fuera de lo común.

El pelirrojo suspiró, limpió sus gafas rápidamente, se colgó su mochila en la espalda y salió de su salón de clases. Esperó a que los pasillos no estuvieran tan llenos antes de empezar a caminar hacia las escaleras.

—¡Seung Min! ¡Seung Min!

Se detuvo cuando escuchó que alguien gritaba su nombre y dio media vuelta, encontrándose así con Seo Chang Bin, un estudiante de último año al que le sacaba como mínimo cinco centímetros de estatura, con corto y levemente alborotado cabello que en esos momentos estaba teñido de un tono azulado y opaco. Se habían hecho amigos –o algo parecido– durante un festival cultural que la escuela organizó.

—¿Qué pasa, hyung?

—¿Ibas hacia el segundo piso?

El pelirrojo asintió. En realidad se dirigía a la planta baja de aquel edificio para después caminar hacia la salida y decidir qué hacer durante su tarde de viernes sin sentir que ésta era aburrida, pero los detalles estaban de más, en especial para el mayor.

—Todavía hablas con Han Ji Sung, ¿cierto?

—Claro, a diario... Digo, está en casi todas mis clases y nos llevamos bien —respondió.

Ese chico al que recién mencionaban hasta era más cercano a él que el mismo Chang Bin, pero Seung Min prefirió guardarse ese comentario.

—Genial —el más bajo sonrió débilmente—. ¿Podrías pasar por el salón de música y entregarle esto, por favor? —Pidió mientras extendía hacia él unas seis o siete hojas de papel grapadas—. Sé que parezco un holgazán por no encargarme de esto yo mismo, es sólo que a Han le urge revisar mis nuevas letras, pero yo tengo que estar en el cuarto piso en cinco minutos.

—No te preocupes, le llevaré las hojas a Ji Sung y le diré que estás ocupado hoy.

—Gracias, Seung Min. ¡Nos vemos!

Con una nueva misión por cumplir, bajó al segundo piso y recorrió un largo pasillo hasta que llegó al salón de música. No tenía intenciones de tardar demasiado.

Abrió la puerta y dio sus primeros pasos en el interior de aquel amplio, bonito e iluminado lugar. El reloj en la pared indicaba que pasaban sólo veinte minutos después de las dieciséis horas; no era tan tarde, pero aun así el pelirrojo quería entregar lo que debía e irse pronto.

—¡Seung Min! —Exclamó Ji Sung, quien parecía no tener compañía alguna esa tarde—. ¡Qué agradable sorpresa! ¿Qué es lo que traes ahí?

El otro chico era más bajito que él, aunque un poco más alto que Chang Bin. Tenía piel aperlada, ojos color café oscuro y cabello rubio prácticamente recién alaciado.

—Son las letras que escribió Chang Bin hyung —explicó mientras cerraba la puerta detrás suyo—, me pidió que te las trajera.

—¡Oh! ¡Por fin!

El rubio se levantó de su lugar y corrió a tomar las hojas, sonriendo en todo momento. Se notaba que había esperado aquellas letras ansiosamente, por lo que Seung Min se alegró de haber podido ayudar y, en sus pensamientos, se dijo que había hecho un buen trabajo.

Bucle temporal [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora