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— Hyeju no corras, sabes que odio tener que perseguirte... -Se quejó nuevamente la rubia tratando de alcanzar a la nombrada.

Cierta joven atravesaba el campo de fresas con total libertad agitando su cabello y riendo, le gustaba molestar a aquella castaña. — Ven y alcánzame, estaré aquí. — Aseguró con una sonrisa y se mantuvo en su propio lugar observando a Park caminar hacia ella con cansancio.

Por un instante pensó en escapar y volver a correr lejos para irritarla, pero decidió que ya había jugado lo suficiente, así que la acercó a sí misma tomando sus caderas entre ambas manos. Park sonrió mientras suspiraba agotada, las palmas de la pelinegra provocaban cosquillas en su cuerpo especialmente cerca de sus caderas y costillas, le encantaba esa sensación que aquella joven podía generar.

— ¿Por qué tan cansada? — Cuestionó Son admirándola aún sin soltarla.

Después de arreglar un cabello rebelde que caía sobre su rostro, la mayor respondió. — Porque una tonta quiso que la persiguiera a través de todo este campo de fresas. — Señaló con su cabeza alrededor del sitio.

— Es más lindo si lo recorres por completo. — Murmuró con una sonrisa.

Al regresar sus ojos hacia la más alta, descubrió a esta misma observándola desde antes, sonrió con sutileza sintiendo un desastre en su pecho y estómago, estaba lo suficiente nerviosa como para no querer romper aquel silencio.

Tanto a Hyeju como a Chaewon les encantaba visitar aquel campo de fresas cada primavera y verano, pues las frutas abundaban y ellas podían disfrutar del paisaje verde-rojo que se formaba a la distancia. Les gustaba recoger fresas juntas y preparar comida después; mermelada, leche, hasta pasteles, pero siempre preferían comer las frutas en su más puro estado después de lavarlas.

Los ojos de Park no abandonaban los de su acompañante y era mutuo, ambas parecían haberse perdido para siempre en los castaños de la otra y se sentía pacífico.

La menor no solo observaba sus ojos sino que todas las facciones de la joven frente a ella, desde sus mejillas, hasta sus oídos, cruzando el camino de su mentón hasta la entrada de su cabellera, admiraba el puente de su nariz que reposaba justo encima de los particularmente formados labios con forma de corazón que portaba la castaña, su piel tersa y limpia parecía tan suave que no se atrevía a tocarla, sus pómulos que al reposo eran delicados y al sonreír se destacaban, no podía encontrar algún defecto en aquel rostro.

Podía sentir la mirada de aquella, y supo que no era la única que había perdido la concentración de sus ojos. Levantó los suyos un instante y sintió su corazón dar un vuelco al notar que Park mantenía su mirada sobre sus labios al igual como ella había estado espiando hace unos segundos.

— ¿Quieres ver lo último que dibujé? — La joven se había separado repentinamente, dándole unos segundos a la menor para reaccionar, quien aún seguía en aquella burbuja de tensión que se había formado entre ellas por minutos que se sintieron días.

— Por supuesto.

[...]

Si había algo de lo que Son era fan, obviamente eran los dibujos y pinturas que Park creaba. La castaña tenía un pequeño hobby con el arte, y su público favorito siempre era aquella chica.

— Es este campo, ¿No es así? — Preguntó admirando el lugar con una sonrisa.

— Sí, pero aún le falta un detalle. — Avisó sacando unas acuarelas de su bolso. — Las fresas.

— ¡Lo más importante! — Exclamó la menor con una sonrisa y aplaudiendo, tomó una fresa del bowl que tenían, se encontraban en una pequeña colina y habían decidido hacer un picnic mientras la más baja terminaba su pintura.

Accidentalmente, una o dos gotas de la fruta se resbalaron por la mano de la Hyeju y cayeron sobre la libreta de dibujo. — ¡Ay no! Lo siento, perdón en serio... — Empezó a disculparse mientras intentaba borrar su error, pero solo estaba esparciendo las manchas rojizas sobre el verde ya marcado en las páginas. — Maldición... — Murmuró dirigiendo sus ojos a la castaña, quien curiosamente parecía querer aguantar su risa hasta que cruzaron sus miradas, en ese momento no pudo hacer otra cosa que estallar en carcajadas. — ¿Por qué te ríes? ¡Chaewon estuviste mucho tiempo trabajando en esto y lo arruiné!

— Está bien Hyeju... No te debes preocupar, me dio risa lo nerviosa que estabas intentando arreglarlo. — Dijo más relajada, tomó su libreta para ver el casi desastre de la menor. — Bueno... No está feo y el jugo pasa desapercibido como una acuarela, no creo que haya ningún problema linda. — Asintió con su cabeza mirando a la sonrojada joven, otra risa escapó de Park. — Me encanta cuando te sonrojas por los apodos que te digo.

— ¿Por qué? — Preguntó Hyeju genuinamente y sin comprender aquella repentina confesión.

— Porque tus mejillas se hacen rojas, tanto como dos fresas que tanto me gustan. — Admitió con una sonrisa y besando ambos pómulos enrojecidos de la más alta.

— Chaewon. — Llamó Son.

— ¿Sí cielo? 

— Tendrás que atraparme si quieres tu pincel de vuelta. — Avisó para empezar a correr abajo de la colina no sin antes mostrar el utensilio en su mano.

— ¡Dame eso de vuelta Son Hyeju! — Gritó persiguiéndola, aunque realmente era la más risueña entre las dos.

Pues Chaewon tenía otros dos repuestos de pinceles en su bolso, pero le encantaba jugar con su Hyeju en aquel campo de fresas cada verano y primavera.

strawberry field - hyewonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora