VER LAS NUBES.

Recuerdo que nos conocimos cuando fuimos colonias, yo te visitaba junto a mis hermanos y padre; jugábamos junto a un lago que estaba cerca de tu casa, nos acostabamos a la orilla del lago a ver las nubes imaginando diferentes imágenes en ellas, recuerdo que una vez pisaste mal y caíste al lago yo me reía a carcajada suelta mientras tu nadabas a la orilla enojada, sin que me diera cuenta tomaste mi talón y me jalaste junto a ti al agua, ahora tu reías era la risa más hermosa que escuché en toda mi existencia, al regresar con nuestros padres nos regañaron por haber mojado nuestra ropa.
       
          NUESTRO PRIMER BESO.

Lo recuerdo como si hubiera sido ayer, veíamos las nubes como siempre desde el lago, estaba el cielo azul brillante.

– Esa parece un pato. – Dijiste señalando una nube.

– Mira esa parece una flor. – Dije señalando una nube distinta.

– Esa parece un corazón. – Dijimos señalando la misma nube blanca esponjosa para voltear a ver al otro, me diste una sonrisa preciosa, eres muy difícil de hacer sonreír. Nos fuimos hacercando mutuamente hasta que nuestros labios se juntaron, era apenas un rose pero podía disfrutar del sabor de chocolate de tus labios, habíamos compartido uno antes; al separarnos tenías un sonrojo poco notable.

– Virreinato. – Dijiste mi nombre en un susurro.

– Trece Colonias. – No me resistí y volví a juntar nuestros labios, los moviamos torpemente por nuestra falta de práctica digo eramos apenas unas colonias.

Después de un tiempo fuimos creciendo teniendo la apariencia de adolescentes, yo era por unos cuantos centímetros más alto que tú, sabíamos que no podíamos tener una relación por la rivalidad de nuestros padres en ese entonces.

Dejé de visitarte por un tiempo, tú estabas tratando de conseguir tu independencia de tu padre pero manteníamos contacto por cartas.
Solo en la noche podía leer tus cartas ya que en el día tenía labores que hacer, pero esos párrafos de letras me endulsavan mis sueños, soñarte conmigo entre mis brazos mientras veíamos el cielo con nubes esponjosas era mi consuelo para seguir en la espera del día en el que podamos reunirnos de nuevo.

28 de julio de 1821
Esa es la fecha de mi independencia, tu ya eras un país libre, me sentía tan feliz por ti. Después de que me considerarán un país independiente recibí una carta tuya, en donde me felicitabas por lograr mi independencia pero no era como otras cartas esta era especial, querías verme.
Llegué a tu territorio con una sonrisa, estaba emocionado al fin podría verte mi estrellita, fui a la casa donde vivías de colonia, esa era la dirección que decía tu carta, me detuve al verte parada frente al viejo lago estabas de espaldas, volteaste atrás y nuestros ojos conectaron; juro que tus ojos azules me recuerdan a un cielo brillante por el medio día.

Corrí en dirección a ti, te abrace en cuanto llegue alzandote y dando vueltas en el proceso haciendo que enrollaras tus piernas en mi cadera mientras reíamos.

– Virreinato o ¿debería decir República de Perú? – Dijiste cuando te baje.

– Jaja sólo Perú. – Dije con una sonrisa – y ¿ Trece colonias o Estados Unidos de América? –

– USA. – Contestaste acomodando tú largo cabello rubio.

– Lindo nombre. –

– Opinó lo mismo señor Perú. –

– Oye no me digas señor, me haces sentir viejo además tu eres mayor que yo. –

– Jajajajajajajajaja yeah but, tu eres ligeramente más alto que yo. –

– Tú risa es hermosa. – Dije sin pensar ocasionando que te sonrojaras y sonrieras.

– I miss you. –