Sobrecarga de amor

966 76 11
                                    


La ola de calor que azotaba Mondstadt era inaguantable. Varios ciudadanos se habían unido a grupos de aventureros que habían decidido explorar Espinadragón para escapar del ardiente sol que abarcaba todo el reino. Sin embargo, había un equipo de amigos que iban solos en sus expediciones; la razón no era nada más ni nada menos que su líder, famoso por traer la mala suerte allá por donde iba. Numerosos ciudadanos juraban que si se unían a ese grupo en el viaje a la zona permanentemente helada de Mondstadt, ésta se derretiría. Aun así, esos insensibles comentarios no harían que los miembros del Equipo de Aventura de Benny abandonaran a su querido compañero, por el cual estaban esperando bajo el enorme árbol de Levantaviento, sentados en sus raíces.

—Razor... calor...—murmuraba el niño-lobo, quien se arrastraba hacia el río que rodeaba el inmenso árbol—. Agua fría... Se siente bien—dijo poco antes de tirarse al agua, empapándose entero. Sacó la cabeza un rato más tarde con un pescado en la boca, sacudiéndola como un perro para secarse un poco el pelo, haciendo que las gotas de agua cayeran sobre su compañera, quien había estado abanicándose apoyada en el tronco.

—¡Mi señora! ¿Está bien?—Oz, preocupado, observó cómo la joven apartaba unos mechones mojados de su cabello y sacudía el agua de su vestido.

—Descuida, Oz, la ínfima cantidad de unas perlas transparentes no tienen la capacidad de destruir las finas hebras mágicas tejidas con hilo de estrella sobre el manto oscuro de la noche—comentó con una sonrisa, llevándose una mano al pecho. Razor la miró extrañado mientras intentaba comer el pescado crudo, y el cuervo, compañero e intérprete de la Princesa del Juicio, lo miró.

—Dice que no pasa nada, sus prendas no se han estropeado—tradujo. El chico asintió y siguió refrescándose en el río.

—Bennett tarda... ¿dónde estar?—preguntó el joven, olfateando el aire para intentar distinguir el aroma de su amigo.

—Su presencia ha de ser inminente una vez finalice sus quehaceres. En el momento en el que su sombra encuentre cobijo bajo el frescor del velo verdoso, seremos testigos de—

—Ahí viene—Oz la interrumpió una vez pudo distinguir la figura del líder acercándose a ellos a paso rápido, corriendo a pesar del calor que hacía en esos momentos. Fischl se levantó para recibirlo, y Bennett no tardó en acudir a su encuentro, abrazándola y haciendo que ella se quedara petrificada en su sitio.

—¡Fischl, Razor! ¡Gracias por esperarme! Siento haber tardado tanto, Bárbara me estaba curando—rió nervioso, separándose de la rubia y rascándose la nuca. La Princesa del Juicio se había quedado quieta en su sitio durante el abrazo, tensa por el calor que tenía y el sudor de su amigo impregnado en sus telas; sin duda una ola de calor no era el mejor momento ni para un abrazo ni para correr. El chico se dio cuenta de eso y se sorprendió—¡Ah! ¡Lo siento! Estoy sudando mucho, seguro que te dio asco...

—¡N-No pasa nada!—nerviosa por no querer hacer sentir mal a ese pobre chico de mala suerte y gran corazón, Fischl negó con rapidez.

—Razor le echó agua. Fischl ya no tiene calor. Bennett meterse en el río. Hay peces para comer—Razor salió del agua con su ropa goteando, escurriéndola y agitando su largo cabello, lanzándoles gotas de agua a sus amigos y a Oz en el proceso. Ellos rieron y se miraron; habían decidido que podían darse un pequeño baño en el río antes de comenzar su aventura.

Después de jugar un rato en el agua, salpicándose, nadando, e intentando evitar que el niño-lobo comiera peces crudos, salieron escurriendo su cabello y vistiéndose con la ropa que habían dejado bajo el árbol. Ya limpios de sudor y más refrescados, emprendieron su viaje hacia Espinadragón, buscando las sombras bajo los árboles para huír del sol y descansar unos instantes antes de continuar. Algunos comerciantes del camino, bajo unos puestos creados a la sombra, vendían agua y condensado de slime cryo para combatir el calor de los aventureros que caminaban por los senderos, y Razor no tardaba en cazar cuanto animal veía mientras Fischl se ocupaba de recoger fruta fresca junto a Oz. Bennett, por su lado, investigaba algunos lugares en busca de slimes cryo, anemo o hydro para refrescarse, encontrándose sin embargo con violentos slimes pyro, electro y geo que lo golpeaban sin piedad dejándolo fuera de combate y haciendo que sus compañeros tuvieran que defenderlo hasta que se recuperara.

Todo el sufrimiento valió la pena cuando llegaron al límite de Espinadragón. El viento helado los atravesó, haciendo que los tres suspiraran de alivio a la vez. Se miraron, asintieron, y comenzaron a caminar hacia dentro de aquella zona, escapando del calor del sol. En poco tiempo comenzaron a sentir el frío recorriendo su cuerpo, envolviéndolos hasta los huesos. Razor se lanzó sobre la nieve para jugar con ella, y Bennett sonrió con orgullo colocando sus brazos en jarra.

—¡Lo hemos conseguido! ¡Una vez más, el Equipo de Aventura de Benny triunfa en su expedición!

—Si sólo hemos llegado hasta aquí...

—Oz, calla—interrumpió Fischl, carraspeando—. ¡Hemos vencido a la ardiente llama del cielo y hemos cumplido el objetivo de llegar a la montaña blanca que desafía con sus extremas pruebas climáticas a los valientes que tienen la osadía de invadir sus tierras! Debemos adentrarnos más para descubrir los tesoros más ocultos—puntualizó Fischl, mirando al líder del equipo. Bennett sonrió al escucharla y asintió.

—Pero antes vamos a descansar un poco, ha sido una caminata larga y difícil—Él se acercó a un campamento que parecía abandonado—¡Mirad qué suerte! En esas cajas parece haber más comida, y ahí hay una fogata que puedo encender. Vamos y...

—¡Cuidado!—Las voces de Fischl, Razor y Oz advirtieron a Bennett, tal vez demasiado tarde. De golpe, dos fatui cryo, otros dos hydro y uno electro salieron de sus escondites y se abalanzaron sobre él sin tiempo a que el joven reaccionara. La Princesa del Juicio sacó su arco y el niño-lobo su mandoble, antes de acudir en rescate a su compañero, ambos acompañados de Oz.

En cuanto derrotaron a los cinco fatuis, otros tres aparecieron. Uno de ellos, pyro, encendió la hoguera con uno de sus disparos, cosa que los aventureros aprovecharon en cuanto terminaron de derrotarlos. Los tres se sentaron alrededor de la hoguera, mientras Fischl colocaba tiritas sobre los raspones de las rodillas de Bennett y su mejilla.

—Muchas gracias—El joven le sonrió agradecido, ladeando la cabeza. Ella se sonrojó levemente ante la ternura que le causaba ver a aquel chico lleno de curitas y heridas sonreírle de aquella forma tan pura y genuina.

—Yo, Fischl von Luftschloss Narfidort, Princesa del Juicio, acudo a la llamada de aquellos que necesitan mi ayuda.

—Gracias entonces, princesa—respondió él. Sorprendida por la forma en la que su amigo se había referido a ella, su rostro se tiñó de rojo y se giró rápidamente intentando esconder su vergüenza para mantener su compostura.

—¡Eso es! ¡Como Princesa del Juicio y protectora de los débiles, investigaré la zona para ocuparme de los seres inmundos que interfieran en nuestra travesía!—No tardó en levantarse, seguida de Oz, alejándose un poco del campamento para enfriar su cabeza puesto que el insoportable calor de la hoguera no le ayudaba.

Mientras Razor se acercaba a Bennett para que lo ayudara cocinar la carne que había cazado en su trayecto y la que habían conseguido en el campamento tras derrotar a aquellos enemigos, Fischl caminaba sobre el tenue manto de nieve, dándole vueltas en la cabeza a sus pensamientos sobre su amigo. Había hablado con Oz sobre aquello y él, como amigo y psicólogo personal, le explicó que sus síntomas se correspondían a aquel sentimiento llamado "amor". Ella se detuvo en una cueva, girándose sobre sus pasos para observar a su fiel compañero.

—No puedo dejar que esos sentimientos interfieran en mi meta como Princesa del Juicio, es mi deber mantener la compostura ante las adversidades y superar cualquier obstáculo para mantenerme firme y...

—No es malo sentir eso—interrumpió el cuervo—. Debe disfrutar de su juventud y atesorar los momentos con aquellos a quienes ama.

Oz era sabio, y Fischl lo sabía. Meditó sus palabras por unos instantes y suspiró derrotada.

—Supongo que hasta una princesa puede hacer excepciones en algunos momentos de su vida.

Ambos se miraron y asintieron con una sonrisa, dispuestos a volver con sus amigos. Sin embargo, había comenzado a nevar y la espesa nieve cubría el sendero que habían tomado, imposibilitando que pudieran encontrar el camino de regreso. Para más mala suerte, escucharon unos ruidos en el interior de la cueva a la que habían llegado. Unas fuertes pisadas que hacían temblar el suelo se acercaban cada vez más hacia donde estaban, y una imponente figura se hizo presente cuando aquel lawachurl de brazo helado fue iluminado por la claridad que entraba en aquel lugar. Fischl retrocedió, colocando un brazo delante de ella mientras con el otro agarraba su arco, dispuesta a atacar.

—¡Oz, revélate!—ordenó la Princesa del Juicio, comenzando a lanzarle flechas a aquel enemigo a la vez que esquivaba aquellos gélidos y violentos ataques como podía. Su compañero, obediente, empezó a atacar al lawachurl con ella, intentando advertirla de cada ataque que la tenía a ella como principal objetivo, mientras él volaba ágilmente.

Fischl resbaló con el hielo, cayendo al suelo y recibiendo un impacto directo del monstruo, dejándola en un estado crítico y lanzándola por los aires hasta que chocó contra una de las heladas paredes de la cueva. Se deslizó hacia abajo sobre su espalda, acabando tirada sobre el frío hielo que le recordaba a su hogar, luchando por no quedarse inconsciente. La voz de Oz sonaba cada vez más distante, pero podía distinguir sus advertencias sobre aquel enemigo que se acercaba a ella dispuesto a acabar con su vida. Su compañero disparaba contra aquel enorme ser como podía, intentando acabar con él antes de que pudiera realizar un ataque fatal contra su señora.

—¡Raaarrr!—Un profundo aullido se hizo presente y una luz morada iluminó por completo aquella cueva, permitiéndole ver a una figura de pelo largo abalanzarse contra aquel monstruo. Otra sombra se acercó a ella y la cogió en brazos para sacarla de allí rápidamente, dejando que su compañero terminara con el lawachurl.

—Resiste un poco más... por favor...—pedía Bennett preocupado y nervioso, esperando a estar en una zona segura. En cuanto comprobó los alrededores, dejó a Fischl apoyada en un árbol y activó su habilidad definitiva, creando una zona cálida de fuego y derritiendo la nieve en el proceso. El poder de las llamas comenzó a hacer efecto en el cuerpo de la Princesa del Juicio. El calor se metía en lo más profundo de su cuerpo, pero no era tan abrasador y agobiante como el fuego normal o el calor del sol. Era un fuego que la curaba, que la hacía sentir protegida y a salvo. Era un calor que deseaba sentir aún rodeada de las llamas de una regisvid pyro. Un fuego que no quemaba, que no dolía. Un fuego que la abrazaba y cuidaba.

—Gracias...—murmuró la joven sin demasiadas fuerzas, pero ya bastante recuperada. Bennett le sonrió y se sentó a su lado, rodeando los hombros de su compañera con su brazo para dejar que ella se apoyara en él.

—Tú siempre cuidas de nosotros. Era nuestro turno de cuidar de ti—respondió el líder del grupo. Razor no tardó en aparecer tras derrotar al enemigo, acercándose a ellos y sentándose al otro lado de Bennett, apoyando su cabeza sobre el hombro de su compañero para curarse también con el fuego del joven aventurero de mala suerte.

—¿Cómo lograsteis encontrarnos? El camino estaba completamente cubierto de nieve—preguntó Oz, curioso.

—Razor huele. Fischl huele a flores—respondió el niño-lobo, aún apoyado en su amigo. Bennett asintió sonriendo.

—Me alegra que hayamos llegado justo a tiempo.

—Gracias a ambos—pronunció Fischl. Miró a Razor, estirándose un poco hacia él para acariciar su cabello, obteniendo por respuesta un movimiento suave de cabeza que pedía más caricias—. Gracias por encontrarme, Razor—dijo con suavidad, algo cansada, aún recuperándose. Luego miró a Bennett—, y gracias por cuidarme—continuó antes de depositar un dulce beso sobre su mejilla. Apoyó la cabeza en el hombro de Bennett, tomando su mano y cerrando los ojos mientras descansaba, dejando al pobre chico completamente avergonzado y con los labios temblando, intentando pronunciar alguna frase decente.

—A-ah yo... de nada... ah...—sin embargo, Fischl ya se había quedado dormida sobre su hombro y su suave respiración la delataba. Razor también se había quedado dormido en su otro hombro, abrazando su brazo. La calidez del fuego de Bennett era reconfortante y cómodo para aquellos dos jóvenes de visión electro. Esos dos jóvenes que sobrecargaban a Bennett de cariño y amor.

Él nunca había pensado que podía verse en una situación como aquella, donde se sentía tan amado y necesario. Siempre había sido abandonado por los otros aventureros que se unían a su equipo tras cansarse de aguantar la mala suerte del joven, pero ellos no. Ellos se habían mantenido a su lado siempre, apoyándolo y protegiéndolo. Sonrió y los miró, depositando suaves besos en sus cabezas.

—Os quiero. Gracias por manteneros a mi lado—murmuró, apoyando su cabeza en el tronco del árbol y entrecerrando los ojos con calma. Estaba inmensamente feliz de tenerlos con él.

Oz los observaba mientras hacía guardia, sonriendo al ver la escena.

—Es un buen guerrero, mi señora. Adecuado para la princesa—dijo para sí mismo.

Tras un par de horas de descanso, Fischl fue la primera en despertar. Miró hacia su lado, observando a Bennett y Razor apoyados en el árbol junto a ella, y recordó sus últimos momentos antes de caer dormida. El rojo tiñó su rostro y se levantó con rapidez, avergonzada por haber actuado de aquella forma tan directa, dando vueltas en su sitio mientras rezaba porque su amigo no se hubiera tomado mal sus palabras. Con tanto movimiento, el líder del grupo terminó despertando, frotando sus ojos y bostezando con cansancio.

—¿Fischl...? ¿Ocurre algo?—preguntó curioso y preocupado.

—¡N-no!—carraspeó—La Princesa del Juicio se dispone a vigilar la zona para localizar a los posibles enemigos y evitar ser atacados—pronunció con una mano en su pecho. Bennett la observó con una sonrisa y luego miró hacia Razor. Separó con cuidado a su amigo, dejando que se tumbara en la nieve, y se levantó para acercarse a ella.

—Deberíamos esperar a estar todos despiertos y seguir caminando. No deberíamos separarnos, es peligroso—el chico se acercaba cada vez más a ella hasta estar justo en frente. La rubia lo miró a los ojos y se mordió el labio. No podía mantener su título de Princesa del Juicio y hacer honor a su nombre si era una cobarde que no aceptaba sus sentimientos. Ese pensamiento resonaba en su cabeza una y otra vez—. ¿Ocurre algo?—Bennett se preocupó al no obtener respuesta de la chica, pero todas sus dudas se disiparon al sentir la presión de unos labios sobre los suyos, silenciándolo al momento, para poco después ser liberados.

—Yo, Fischl, Princesa del Juicio, te hago conocedor de mis sentimientos y los reconozco humildemente—pronunció de forma solemne, con un tenue tono rosa decorando sus mejillas. Bennett, sorprendido, avergonzado, emocionado y confuso, trataba de comprender bien el significado de la frase de aquella chica. No necesitaba a Oz para traducirlo, sabía bien lo que quería decir su compañera, pero le costaba asimilarlo.

—Y-Yo...—Fischl se encontraba nerviosa, esperando una respuesta—Me gustas mucho, Fischl. Yo... también reconozco mis sentimientos—confesó avergonzado, acariciando su nuca. La princesa se relajó y sonrió orgullosa.

—Razor también tiene sentimientos. Bennett y Fischl, lupical—el niño-lobo que recién había despertado para ser testigo de aquella escena se había hecho presente. Ambos se miraron antes de volver la mirada a su salvaje compañero, y sonrieron acercándose a él.

—También nos gustas mucho, Razor—dijo Bennett, acercándose a él para acariciar su cabeza. Fischl lo imitó, y el chico de pelo largo sonrió—. Gracias por estar conmigo, chicos. Os quiero mucho.

—Y nosotros a ti–confesó la princesa antes de besar una de las mejillas del chico. Razor hizo lo mismo con la otra mejilla, y ambos abrazaron al joven aventurero, líder del Equipo de Aventura de Benny.

Poco después, los tres aventureros y Oz continuaron su camino para adentrarse más en Espinadragón, luchando contra los enemigos, siendo protegidos por los fuertes y ágiles ataques de Razor y Fischl, quienes al final de cada batalla se acurrucaban con Bennett sobre el tan agradable y adictivo calor de su fuego.

—Lumine... ¿qué hacen?—Paimon señalaba extrañada la escena donde Razor y Fischl abrazaban a Bennett sobre el círculo de fuego que los curaba, dándole besos al joven por el rostro y en los labios cada vez que veían la oportunidad. El líder del equipo, completamente avergonzado, permanecía casi inmóvil y totalmente sonrojado intentando corresponder a los mimos de sus compañeros. La viajera le tapó los ojos a su amiga.

—Sigue caminando, tenemos encargos que hacer—le riñó, continuando su trayecto.

Aunque el calor fuera sofocante, el fuego de Bennett era como un oasis de curación y descanso. Un oasis que sólo sus amados amigos tenían el placer de disfrutar.


_________________

¡Y hasta aquí puedes leer!
Espero que os haya gustado. ¡Nos vemos!

Misy

🎉 Has terminado de leer Sobrecarga de amor || Razor x Bennett x Fischl || Genshin Impact 🎉
Sobrecarga de amor || Razor x Bennett x Fischl || Genshin ImpactDonde viven las historias. Descúbrelo ahora