Prefacio

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Se encontraba Celestine Walker nuevamente sola, recostada en su departamento, escribiendo su diario, ese sábado era exactamente el mismo que todos los que había vivido ahí, con una rutina cómoda y sin preocupaciones, era muy habitual que ella escogiera una pijama y se metiera en su bañera, para que después aun con su cabello húmedo escribiera su diario, solía escribir poco ya que solo lo hacia cuando algo fuera interesante para ser recordado en un futuro, no escribía sobre su profesor de lengua o su profesora de literatura, ella solo escribía lo que realmente quería recordar, que no era mucho, ya que su vida social era prácticamente nula, aun así ella quería recordar todo tal cual en un futuro, al terminar de escribir ella tomaba y acomodaba ese libro en un lugar donde a nadie le llamara la atención tomar, aunque no existía nadie que le llamara la atención, seguido escogía la siguiente historia de amor que vería,  el romance era algo que le gustaba en películas, el encuentro de las dos almas gemelas, las miradas conectándose y en ese momento donde el mundo deja de existir por el simple hecho de estar con la persona indicada en el mundo. Pero ella siempre pensó que jamás llegaría, con solo 18 años jamás había tenido novio, ella se describía como la oruga fea que aún no se convertía en mariposa, era delgada, pero sin mucha gracia.

Su madre en cambio,  que la había tenido cuando apenas cumplía los 23años  y con otros ideales marcados en la sociedad, decía que la belleza aunque importante y esencial, no lo era todo y siempre la controló para que fuera la mejor y no cometiera los mismos errores que ella, al final de cuentas no estaba bien visto salir embarazada antes de casarse, aunque al poco tiempo que ella naciera su madre se casara, aunque en el círculo cercano jamás olvidaron algo así.

Aún así Celestine era una chica alegre, aunque cohibida, al tener el peso de los ideales de su madre y no querer que su madre se decepcionará de la hija que había tenido, luchando con todo en contra decidió ser la mejor versión que se podría imaginar. Tenía un promedio de excelencia, tanto así que aún con protestas la adelantaron un año y lo cuál le trajo una soledad que no podría explicar, los chicos de su edad no le hablan ya que le intimidaba hablar con alguien tan lista, más sin embargo los mayores no la frecuentaban ya que era una niña para muchas cosas, y que su madre no le permitiera salir, no le ayudaba en nada.

Aún así la vida universitaria mejoro mucho, estar en Columbia no le agrado a su madre, pensando que podría conseguir algo mejor, ella estaba cómoda al estar a millas lejos de su madre y las clases de idiomas le encantaba, sin contar el  tener un departamento para ella le gusto, aunque deseaba haber estado en el campus como ella lo habría querido, con todo eso ella era feliz, decorar y tener a su modo sin que su madre se entrometiera era lo que más le gustaba de estar en la universidad.

— Otra vez sola Pocki— le hablo a su pequeña compañera, una perrita Yorkie que siempre quiso, pero su madre nunca la dejo.

Afuera estaba en silencio, todos tenían planes de fiestas, y aunque no era afín de ellas, le hubiera gustado, conocer gente y sabía que en su facultad no era difícil, al ser de Lengua Extranjera, no era difícil que hablaran, aún así no solían invitarla mucho y ella solía rechazar a muchos.

— Deberíamos ver una película Pocki, podría hacer palomitas y un premio no te hará mal— cerró su diario frente a ella y se levantó a ponerlo en su sitió.

Caminó a la cocina en un camisón blanco largo, de seda, y aunque no mostrará nada, ya que no tenía muchos atributos, tenía una bata a juego enredada en su cintura que la cubría totalmente. Caminaba con una elegancia que su madre admiraría si la viera y un porte como si realmente fuera alguien tan importante, aunque todo se desvanecía cuando veas al pequeño perro caminando a su lado.

Cuando por fin está en la sala escogiendo una película, se escucharon fuertes golpes en su puerta logrando que Pocki soltara ladridos desesperados, Celestine se levantó y observo en su picaporte a un joven desarreglado y con una botella en la mano y abrió la puerta.

Read or Suffer    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora