מרירות

Dolor.

¿Sabéis esa sensación que tenéis cuando algo malo está pasando? Cuando estás a punto de perder a la persona más importante de tu vida pero no puedes hacer nada más que tumbarte a pensar qué ha pasado. Después de tantos años, meses, días, horas, minutos expendidos juntos, soportando las estupideces de cada uno, riendo, llorando, gritando, sonriendo, queriendo. Esa sensación de angustia que se apodera de ti, y toma el control de tu cuerpo; que hace que un dolor oprima tu pecho, suba y consiga destrozar un bonito lazo de un vestido y convertirlo en un nudo de unos cordones de unas zapatillas viejas y usadas, recubriendo con él tu cuello. Las palabras no salen y solo puedes presenciar un molesto picor en los ojos que en pocos segundos se ha convertido en un mar de lágrimas. Y te ves sola, rodeada de negro; ese paisaje de un cielo azul adornado con un arco iris ha desaparecido. Y una voz repitiendo en tu mente "Lo siento, pero tengo que irme de aquí. Espero verte pronto. Te quiero." Y entonces todo empieza a pasar muy despacio. Te falta el aire, estás inmovilizada. Vuelves a mirar el móvil donde, segundos antes, esa persona te había comunicado sobre su ida. Atónita, con los ojos empapados y sin dar crédito aún a lo que está a punto de suceder, consigues responder, pero ni tú te crees tus palabras. Notas esos insoportables pinchazos en el pecho, dándote a entender que tu corazón poco a poco va quebrándose hasta terminar como cristales hechos añicos; como un papel en medio de la calle pisoteado y roto a medida que la lluvia que iba creciendo. Sabes que nada va a volver a ser lo mismo, que debéis formar una vida nueva, desde el principio. Sabías que este día llegaría pronto, pero no sabías el dolor que esto supondría. Lo vacía que te sientes al ver como se llevan una parte de ti, como tiran del hilo hasta hacerte desprenderte completamente de tu alma. Todo te da vueltas, estás mareada, y notas como con cada segundo que pasa te va faltando el aliento. Pero de repente todo lo negro se esfuma y ahora es blanco. "¿Es éste mi final?", te preguntas. Un pitido retumba tus oídos y poco a poco todo vuelve a cobrar color. Miras aturdida a todos lados preguntándote qué está pasando, dónde estás. Tu respiración y pulso acelerado, nada tiene sentido. Y finalmente le ves. Su gesto preocupado ocupando todo el protagonismo de la próxima imagen que tienes. "¿Estás bien?", dice con sus manos alrededor de tu cara. Desconcertada recorres la sala con tus ojos, es tu habitación. "Te has dormido y has tenido una pesadilla. No parabas de llorar.". Te tocas las mejillas y notas que aún las tienes mojadas. "Me has asustado, ¿qué pasaba? No parabas de repetir que no me fuera." Te centras en sus ojos, esos ojos de los que tan enamorada estás, e intentas decir algo, cualquier cosa, pero nada sale. Pone sus manos en tu cara y junta vuestras frentes. "No me voy a ir.".

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